
Hoy publicamos un trabajo sobre cómo Joviel Acevedo ha mantenido el control del Sindicato de Trabajadores de la Educación, STEG, por más de veinte años sin que haya existido siquiera un contendiente que le haya disputado la posición, pese a que la norma que regula a la organización establece que el Secretario General debe ser electo cada dos años en Asamblea General. No es común, en ninguna entidad que debe elegir a sus autoridades, que alguien se mantenga en el puesto por más de veinte años, salvo que en vez de ser un líder se convierta en un capo, es decir en “jefe de una mafia”, tal y como textualmente el Diccionario de la Lengua Española define esa palabra.
En la nota aparece la explicación que da un valiente maestro, quien dice que se dejaron de celebrar las Asambleas Generales de los afiliados al STEG y que un pequeño grupo, escogido a dedo por Acevedo, es el que lo “elije”. El Sindicato de maestros genera mucho dinero, además de literalmente mantener económicamente a sus dirigentes, y ello explica en gran medida por qué una persona se encarga de coordinar las supuestas “asambleas” para permanecer más de 20 años como Secretario General. Siendo un sindicato de trabajadores del Estado, con impacto permanente en los fondos públicos y en el sistema educativo, lo menos que debiera esperarse es transparencia y publicidad en decisiones tan importantes como la elección de la directiva sindical.
La presencia de unos pocos maestros ahora en la Plaza Central, como expresión de protesta, es una clara evidencia de la realidad porque no se trata del gremio magisterial sino de un puñado de personas que siguen las instrucciones del capo que se ha caracterizado por negociar con los distintos gobiernos a cambio de apañar la corrupción. María Chinchilla sigue siendo un ícono del magisterio nacional porque fue asesinada simple y sencillamente porque protestó contra la dictadura de Jorge Ubico y su sacrificio ha sido, desde 1944 hasta la fecha, un ejemplo de la dignidad del magisterio y su compromiso con las necesidades de la población.
Sin embargo, a lo largo de las últimas décadas hemos visto esa transformación que se traduce en la suscripción de pactos colectivos que otorgan un poder extraordinario a Joviel Acevedo, al punto de que él se asigna funciones que legalmente corresponden a quienes dirigen el Ministerio de Educación.
El maestro tiene que retomar su dignidad y su compromiso histórico para formar a niños y jóvenes sobre la base elemental de los principios que permiten y aseguran la pacífica convivencia. No puede un maestro digno someterse a esas prácticas mafiosas que han eternizado el poder del pequeño núcleo que rodea al capo. Y entender su responsabilidad histórica es un paso indispensable para retomar aquella mística que enalteció a los educadores.