Marco Tulio Trejo Paiz
Parece ser que el presidente Jimmy Morales tiene problemas para formar un Gabinete con ciudadanos de excelentes cualidades, por lo menos aceptables, apropiadas para colaborar eficientemente con él para realizar una obra sin tachas.
Y es que danza a nivel nacional una corrupción que da horror, por lo que resulta difícil seleccionar buen elemento, honesto y capaz para trabajar como Dios manda…
Una dama que quiso aferrarse al Ministerio de Comunicaciones y que hizo su agosto con quince millones de quetzales como propietaria de una empresa autocontratada violando flagrantemente la ley, tuvo que renunciar porque, lógicamente, producía desgaste al gobernante que va comenzando a ejercer el poder.
Otra designación desacertada fue la recaída en un habilidoso personaje que tenía antecedentes no santos, según comentarios hechos en la altura y en la llanura. Principalmente en los medios de comunicación. ¡Otro motivo de algún desgaste presidencial… Bueno, errar es de humanos, se ha dicho y, rectificar, de sabios.
Por lo demás, se reconoce con aplauso otras medidas que ha adoptado el primer mandatario en forma positiva, incluso haber rebajado buen porcentaje de sueldos y eliminar prebendas, así como el donativo de cinco millones al Hospital Roosevelt para sacarlo de penas, dinero ese que sobró en su campaña político-electoral.
No cabe duda que Jimmy Morales tiene laudables propósitos de tener una actuación que marque la diferencia respecto de la de casi todos los políticos que han logrado colocarse arriba del guayabal enriqueciéndose pecaminosamente todos o la mayoría de ellos.
Guatemala, como es sabido en el interior y en el exterior, ha sido y a lo mejor sigue siendo víctima de malos elementos que han suscitado directa e indirectamente la corrupción; que han sido incapaces de frenar la violencia que sigue segando vidas; que tampoco han erradicado por completo el narcotráfico y, en fin, no han hecho lo que se necesita para que progrese integralmente el país en lo social y en otros importantes aspectos.
Juan Pueblo vive muy triste, casi relegado; desea una vida digna para la población casi abandonada.