POR GRECIA ORTÍZ
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María Victoria Sánchez sobrevivió a un matrimonio dañino y demostró a todos los que le rodeaban que para cumplir los sueños, solo hace falta voluntad. La socorrista y madre de tres hijos, originaria de Cuilapa, Santa Rosa, es un ejemplo de fortaleza y solidaridad, que, pese a sus recursos limitados, ayuda con su trabajo a su comunidad.
Tras dejar atrás la violencia intrafamiliar en la que vivió inmersa por muchos años, Victoria Sánchez se decidió a demostrar a los demás el valor que tenía como mujer. Su exesposo buscaba convencerla de lo contrario, pero sus palabras no calaron en ella.
“Siempre me vivía diciendo que yo no servía para nada, que sin él no era nada, y así viví trece años con él. Pero llegó un instante en que vi que la relación no podía más y me separe de él. Entonces, hubo un cambio en mí, y me propuse a demostrarle a todos que yo si servía, y que no era como él lo decía”, aseguró.
Pese a su determinación, salir adelante sin una pareja que la apoyara fue difícil. Victoria tuvo que asumir todas las responsabilidades de su hogar sin recursos económicos suficientes. “Para sostener a mis hijos yo pase 16 años lavando ropa ajena y planchando, nunca me sentí avergonzada porque mi trabajo era digno”, relató.
Un día, por casualidad, Victoria se enteró de un curso para aspirantes a Bomberos Municipales Departamentales y se interesó por él. En un principio sintió temor por las críticas que podría recibir al ser mujer, pero, aunque no fue fácil, finalmente superó sus inseguridades.
Victoria se graduó como socorrista cuando sus tres hijos aún estaban pequeños. Su labor en los bomberos es totalmente voluntaria, por lo que para continuar con su sueño ha tenido que trabajar durante el día en otras actividades por las que sí recibe remuneración.
“Nosotros no tenemos sueldo, cada quien tiene su trabajo para sobrevivir y solo hay dos que están permanentes, pero no me molesta”, comentó.
Actualmente, los hijos de Victoria son mayores y ella apoya a su madre en su puesto de comida en Cuilapa.
La madre plantó la semilla de la solidaridad en sus hijos y ahora uno de ellos sigue sus pasos en los bomberos. “Mi satisfacción es que ahora mi hija siguió mis pasos, ella también es bombero. Pertenece a otra institución, pero es lo mismo, aunque ella está en la compañía de Barberena, Santa Rosa”, explicó.
Victoria aprendió a no quedarse callada ante las injusticias. Cuando el exalcalde de Santa Rosa de Lima les retiró una de las dos ambulancias que utilizaban para atender a la población de ambos municipios, denunció el abuso de autoridad por los medio que pudo.
La socorrista ha sido una de las gestoras de los avances en la estación de bomberos en la que trabaja. Hace cinco años, la estación del municipio de Casillas no contaba con techo ni ambulancia, por lo que los heridos se trasladaban en el vehículo de uno de sus compañeros.
“En Casillas nos iniciamos hace cinco años, no teníamos un techo en donde estar, no teníamos ambulancia, no teníamos nada. El Alcalde que estaba en ese tiempo era don Felipe Rojas, él nos otorgó una ambulancia de la municipalidad y los primeros días dormíamos en el corredor de la municipalidad”, comentó.
Para salir adelante, Victoria y sus compañeros salieron a la calle a recaudar fondos y fue así como lograron reunir lo suficiente para el alquiler de una sede. Ahora, tras mucho esfuerzo, están a poco tiempo de inaugurar una sede recién construida.
Ser bombero no es una tarea fácil y quienes se atreven a serlo, son testigos de tristes escenarios. Entre las tragedias que más recuerda Victoria, está un accidente de tránsito en el que murió una familia completa, incluyendo una niña pequeña. La socorrista no pudo evitar pensar en sus hijos.
Pero pese a las dificultades de su trabajo, la socorrista asegura que trabajará en los bomberos hasta que tenga vida. “lo haré hasta que Dios me dé fuerza porque para esto nací”, indicó.
Para la entrevistada, las mujeres en el país tienen capacidades infinitas y eso se demuestra en la labor que hacen como cabezas de familia, sacando adelante a sus hijos. “Las mujeres tienen alas para volar, no somos pajaritos, pero sé que con la ilusión podemos volar. Ningún hombre debe lastimar a una mujer, todas valemos y mucho”, concluyó.
“Siempre me vivía diciendo que yo no servía para nada, que sin él no era nada, y así viví trece años con él. Pero llegó un instante en que vi que la relación no podía más y me separe de él. Entonces, hubo un cambio en mí, y me propuse a demostrarle a todos que yo si servía, y que no era como él lo decía”.
“Nosotros no tenemos sueldo, cada quien tiene su trabajo para sobrevivir y solo hay dos que están permanentes, pero no me molesta”.
MARÍA SÁNCHEZ