A propósito del artículo del 28 de abril, conversamos de la depresión que fue una enfermedad en mi padre. Hubo muchas patologías y la primera causa de atención psiquiátrica. A mi papá le trataron con psicofármacos y con psicoterapia, en la mayoría de los casos, para aliviar parcialmente o en su totalidad los síntomas. Una vez se han superado los síntomas del declive, conviene seguir bajo tratamiento el tiempo que estime un profesional médico para evitar posibles recaídas.
En mi papá, tuvo una profundidad aquel jueves negro el 24 de julio de 2003, fue un capítulo sombrío y tenebroso en nuestra historia democrática y la libertad de Guatemala, “fue una jornada violenta que sacudió la frágil democracia y constitucionalidad de un país, todo en aras de satisfacer las ambiciones estúpidas políticas del clan Ríos Montt”.
Ese jueves, las calles de la capital fueron tomadas violentamente por grupos de encapuchados dirigidos por el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), esos disturbios con los simpatizantes de Ríos Montt, dirigidos por tapados y ocultos, protagonizaron una protesta para exigir la inscripción del General. Centenares de eferregistas tomaron varias calles y sectores de la capital, con los rostros cubiertos y armados, con palos, piedras, machetes y armas de fuego exigieron la inscripción de Ríos Montt, como candidato presidencial del FRG.
Estaban líderes y miembros del FRG, pero además estuvo un cobarde y pusilánime Jorge Arévalo Valdez, que negó su participación, a pesar de tener parte del rostro cubierto durante la protesta. Ese tipo fue alevoso, un desgraciado y maldito político, aquel Arévalo Valdez, exdiputado del FRG, porque fue el principal responsable de los disturbios del jueves negro.
La anterior digresión resulta ineludible para situar la figura de este cobarde y maligno con los anales de este sujeto, porque Arévalo Valdez fue condenado el 17 de septiembre de 2018, en un procedimiento abreviado, el Juzgado Quinto de Instancia Penal sentenció al exdiputado Jorge Arévalo Valdez a 5 años de prisión conmutables, quien aceptó su responsabilidad de haber cometido los delitos de encubrimiento propio y falsedad ideológica. Además, en acción reparadora, Arévalo Valdez fue sentenciado a resarcir a la sociedad por el daño causado, por lo cual deberá donar en víveres un monto de Q20 mil a las siguientes entidades benéficas: “Cabecitas de algodón”, (Q5,000); “Los patojos” (Q5,000); Hogar niños de Fátima (Q5,000); y Franciscanos Capuchinas (Q5,000). La investigación determinó que el exlegislador en su calidad de abogado y notario -con el objeto de ocultar la verdadera naturaleza y origen de la suma de Q500 mil-, presentó el 16 de agosto de 2013, en la Superintendencia de Bancos un memorial y pagaré legalizado por su persona, en el cual se establecía el pago de una deuda contraída por parte del señor Ippócrates Eleades con otro exdiputado, Mario Israel Rivera Cabrera, ligado a proceso por este caso.
Y seguimos: algunos campesinos y con un gran tumulto, se dirigieron al Centro Empresarial, ubicado en la 5a. avenida entre 15 y 16 calles de la zona 10. La elección NO fue obra de la casualidad, porque en ese piso 12 se encontraban las oficinas del empresario capitalista, Dionisio Gutiérrez, quien se había convertido en uno de los principales opositores a la candidatura de Ríos Montt.
Porque entonces empezó el miedo con una emoción básica y natural que se caracteriza por experimentar sensaciones desagradables y relativamente intensas ante la percepción de un peligro y un daño real; con una reacción de alerta producida por nuestro sistema nervioso central ante un estímulo potencialmente amenazante.
Porque el miedo es una emoción; no sólo están presentes los temores ante peligros físicos, como amenazar nuestra integridad física. Y como humanos, también el miedo se activa ante esos peligros que pueden dañar nuestro bienestar e integración.
“Hay un circuito cerebral cuando hay miedo y cuando percibimos un peligro, se producen en nuestro cerebro una cascada de reacciones químicas y eléctricas en apenas unas milésimas de segundo. Esto es lo que se conoce como el circuito cerebral del miedo. Ante una amenaza se pone en marcha nuestro sistema límbico, que es el conjunto de estructuras cerebrales implicadas en el procesamiento de las emociones. En el caso concreto del miedo, no se localiza en un lugar concreto del cerebro, sino que participan varias estructuras que actúan de forma interactiva”.
Seguimos con las turbas y la gentuza que estaba en la zona 10, y se fueron a la zona 14, a las casas de esos vecinos; y ahí estaban mis padres, quienes vivían en la décima avenida en la Colonia Las Conchas; cuando llegó la aglomeración de caterva de casi animales, querían matar a esas personas y decían “porque eran los ricos”. Aquí estaba don Óscar Calderón, su familia en el vecindario en el entorno de la décima avenida “A” entre 12 y 13 calle; y de repente vino la muchedumbre y la plebe, porque tiraron las puertas y portones de varias casas, entre ellas el hogar de mis padres. El señor Calderón le dijo a mis padres que subieran las escaleras y a la familia Bonilla Baldizón a la morada de mis procreadores y arriba de los portones de la familia Calderón, y con sus 76 años mis progenitores se subieron a la casa de la parentela Calderón. Para mis padres hubo angustia, temor y terror. En esa jornada, estaban con estrés y peligro, con amenazas que ponen en riesgo su bienestar. Había rabia con esas criaturas como animales, que se enfrentaron a esos hombres y mujeres que fueron capaces, que fueron tóxicos con el miedo al límite.
Ahí terminó la depresión de mi papá, porque murió el 15 de enero de 2004. Y por ello me recuerdo, no sé quién conmemoró este poema para los padres. Nadie muere si sigue vivo en tu corazón, y lo mismo ocurre con nuestros padres. Nos han enseñado tanto, que jamás caerán en el olvido. Un fragmento de ese poema anónimo, que llevaré un trocito de mi padre. Hoy que no te tengo en este día, a mi mente viene el recuerdo, de lo que me enseñaste en vida, cuando me cuidabas de pequeño. Cuando recorro mi memoria, siempre pienso, observo mi pasado, cuánto amor y consejos me has dado, todo lo mejor me lo has brindado. Padre querido, tus enseñanzas por mi jamás serán olvidadas, lo hiciste con mucha constancia, durante toda mi tierna infancia. Mirando hoy que ha pasado el tiempo, atesoro muchos sentimientos, pues conservo en mis pensamientos, todos nuestros mágicos momentos. Te extraño padre, hoy que no estás conmigo, dejaste dolor con tu partida, y aunque no haya sido el mejor hijo, te recordaré toda la vida. (CONTINUARÁ)