En anteriores artículos, he propuesto la construcción de un “mapa básico” para llegar a visualizar la manera general en la que funciona o mal funciona el sistema democrático en nuestro país y para identificar las principales condiciones y circunstancias que hacen que los diferentes “actores políticos” (básicamente los movimientos y los partidos políticos) contribuyen al “buen” o “mal” estado de las cosas en este ámbito.
En esta oportunidad, mi intención es ofrecer una idea básica de lo que es la “ruta exploratoria” que recomiendo seguir para lograr la información necesaria para llegar al diseño de un “mapa” casi plástico (¡como el del Hipódromo del Norte!, construido por los ingenieros Francisco Vela y Claudio Urrutia, 1904/1905).
Pretendo informar sobre la lógica del “plan de averiguación” y sobre cómo se debería proceder para su mejor empleo (recabar la información necesaria para la construcción de la “maqueta”); apuntar sobre lo que sería conveniente averiguar, y por qué.
Aproximaciones metodológicas
Antes de iniciar, es necesario compartir entre los interesados en la construcción de la “maqueta total” que el método recomendado parte del análisis o exploración de las principales partes que juegan en el sistema formal de nuestra “democracia representativa”. Esto, con la idea de que, a partir del conocimiento de las partes, se puede derivar un conocimiento cierto de la totalidad.
[Se trata del método tradicional -cartesiano- de aproximarse al conocimiento del todo y puede ser criticado, aunque que mal que bien, resulta práctico para permitir una aproximación ordenada, al objeto de estudio. El objeto de estudio son los movimientos y los partidos políticos existentes; con la intención de averiguar sobre su grado de madurez como tales y sobre su capacidad de desempeñarse dignamente en el escenario que ofrece el sistema político para debatir y representar a los diferentes grupos de interés que existen en el país].
También es necesario saber que se aconseja realizar el análisis de esas entidades (los movimientos y los partidos políticos y, también, sus dirigencias) asumiendo que, cada una de ellas, constituye una especie de “organismo viviente” que se ubica en un proceso de desarrollo o evolución connotado por tres fases básicas. Similar al caso de los animales, que viven sus fases de infancia, juventud y madurez…
Las “fases”
Las “fases” consideradas son, básicamente, tres: A) la fase de la consolidación de cada uno de los partidos como entidad que quiere entenderse como con propia personalidad y diferenciada de las otras de su misma categoría (los otros movimientos o partidos políticos existentes); B) la fase de la actuación de cada uno de ellos en la práctica política (y ante el gran público) dentro del formal sistema establecido (básicamente, el Congreso de la República) en sus roles de “oposición” o de “grupo en el ejercicio del poder público”, según el caso; y C) la fase del desarrollo de esfuerzos, por parte de cada uno, con la pretensión de ampliar su influencia política tanto en el Congreso como a nivel nacional.
Para efectos de analizar el “estado de las cosas” en el caso de las diferentes entidades, es conveniente tener presente que las denominadas fases, aunque es conveniente imaginarlas como que se suceden de manera secuencial (primero la fase A, después la fase B y, por último, la fase C), en la realidad se dan al mismo tiempo. Sobre todo, cuando se trata de partidos políticos que ya tienen alguna antigüedad.
No se debe olvidar que, para efectos prácticos, todas las fases tienen efectos sobre las otras; son interdependientes. El sistema político, en su dimensión práctica, es un sistema complejo, connotado por la interacción de muchos otros factores. Esos muchos otros factores no se consideran en este modelo para no complicar la comprensión de la dinámica principal. Baste pensar en los tantos aspectos étnicos, económicos, de política internacional, etc. que se van dando e influyen en el desarrollo de los partidos políticos en lo individual y en el funcionamiento del sistema político en su totalidad. Son factores que están en permanente irradiación de efectos pero que sería muy difícil incluir en nuestras reflexiones.
Sugerencias para indagar sobre las fases
A continuación, presento, para cada una de las fases, algunas ideas pensadas para provocar al analista o al simple espectador a la formulación de preguntas importantes. Preguntas para ser planteadas a cada una de las entidades con el ánimo de desnudarlas y poder formarse un juicio u opinión sobre su estado de “madurez política” y el efecto de su presencia en el sistema.
A. La fase de la consolidación de las entidades políticas en un esfuerzo por diferenciarse de las otras de su misma categoría se da en un proceso de ACCIÓN CENTRÍPETA orientada a fortalecerse orgánicamente. Centrípeta, porque busca su fortalecimiento principal a través de atraer e incorporar a su organización, miembros que compartan, de manera auténtica y bien informada, intereses políticos claros. Como el caso, a título de ejemplo, de los miembros de un determinado gremio laboral.
Se trata de una fase de suma importancia porque se refiere al grado de legitimidad que subyace a las organizaciones. Una cosa es, por ejemplo, una entidad organizada alrededor de una idea madre compartida por muchos (los integrantes del “gremio”, por ejemplo, conscientes de que “ellos” son el alma de la organización y, por esa razón, quienes eligen su dirigencia y no admiten “imposiciones” desde afuera) y, otra, muy distinta, la de una entidad organizada alrededor de una persona y sus personales ideas, que se considera dotada del “destino manifiesto” de llegar a ser el presidente del país y solo busca adláteres o achichincles para simular ser una organización representativa de una necesidad que, en rigor, nadie sabe en qué medida es así como se la presenta… Esto último lo subrayo porque, de hecho, ha sido una de las principales “malas costumbres políticas” que se han venido dando a través de la historia política nacional (construir “mesías” –“¡Mano dura!”, recordemos- alrededor de discursos y de campañas llenas de retórica rimbombante y de pelo en pecho, pero vacías de ideas de fondo, coherentes, realistas y con sentido…) y han resultado ¡tan dañinas!
B. La fase de la actuación real (con constancia histórica) de lo realizado por parte de cada uno de los partidos es muy importante. Permite acercarse con relativa objetividad (pues se basa en artículos de prensa, testimonios de actores, etc.) a una primera calificación del grado de madurez política de cada entidad; además de formarse una idea de la calidad de sus representantes (por ejemplo, sus diputados al Congreso, pero, también de sus alcaldes y de los miembros de las corporaciones municipales).
En esta fase, al analizar resulta importante distinguir con claridad que los partidos políticos, por su naturaleza, están siempre destinados a actuar, ya sea del lado de la oposición o del otro, como gobierno. Y estas diferentes posiciones requieren de actuaciones con diferentes enfoques y grado de consciencia y madurez política. Por ejemplo, y para no olvidar, existe esa nefasta práctica de ejercer oposición con los ojos cerrados y a toda costa, sin demostrar ningún sentido o comprensión de lo que es una “visión de estadista” y, por ello, sin conceder tregua a las intenciones más constructivas que se van presentando…
C. La fase del desarrollo de esfuerzos por parte de cada entidad por ampliar su influencia a nivel nacional (búsqueda de aumento de su representación en el Congreso, por ejemplo, o la de la extensión de sus alianzas con otros partidos y, sobre todo, la de llegar a tener mayor popularidad entre la ciudadanía) también es muy importante. Para lograrlo, los partidos suelen utilizar diferentes “mañas” que, en buena medida, merecen ser conocidas, evaluadas y expuestas.
A título de ejemplo, se pueden mencionar las difundidas prácticas para “ganar puntos” recurriendo al desprestigio de los otros (hasta, incluso, haciendo uso de la difamación y la diatriba); olvidando la justa exaltación de valores y logros objetivamente positivos (propios y de los adversarios, también…).