Para los seres humanos el agua es tan cotidiana como el aire y eso hace que no nos preguntemos de dónde viene, a dónde va, más allá de las respuestas escolares de que viene de las nubes y de que va para el mar. Comprender el agua requiere un esfuerzo colectivo que va desde las ciencias naturales, tecnologías, química, físico química, ingeniería, hidrología, geología, antropología, sociología, economía, politología, derecho y toda la gama del conocimiento humano, sobre todo el entendimiento que tienen las comunidades del agua, de SU agua. Generamos conocimiento sobre el agua desde que estamos en el vientre de nuestras madres. Luego de decir mamá y papá, cuando mi hija pequeña aún no caminaba y estábamos preocupados porque justo tenía un año y no caminaba, se levantó y caminó y dijo: Agua. Lo impresionante es que su idioma materno era inglés, no español.
Guatemala se encamina hacia la elaboración de la ley de aguas a través de un proceso que inicia el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, MARN, con la dirección de la ministra Patricia Orantes. Este proceso nacional del agua es una nueva oportunidad que debe considerar las experiencias anteriores, fallidas, de elaboración de una ley del agua. El agua es el compuesto químico, el conector social, el elemento que hace la vida posible en la Tierra. Más que llamarse planeta Tierra, debería llamarse planeta Agua.
Antes de legislar sobre el agua debemos conocer al agua, sólida, liquida o gaseosa, entender por curiosidad o por supervivencia los flujos de agua, superficiales y subterráneos, las cuencas hidrológicas y la forma en que nosotros, los humanos, hemos transformado el ciclo natural del agua y lo hemos convertido en el ciclo social del agua, esto es, la forma en que hemos usado el agua, hemos contaminado el agua, hemos sobreexplotado acuíferos, agua subterránea, hemos construido ciudades palangana que no valoran el agua y que la miran como problema en lugar de construir ciudades «esponja», sponge cities, que cuidan el agua, que guardan el agua. Esto llama por un esfuerzo colectivo para poner en común nuestros conocimientos de las ciencias a las humanidades, de las ciudades a las aldeas y con ello desarrollar las capacidades para hacer juicios y decisiones que sean equitativos y civilizados para los individuos y para la comunidad en general. De eso se trata la ley del agua.
Una buena ley de agua nos ayudará a tener mejores comunidades, ciudades que no se inunden o que se inunden de forma controlada (como lo hace Madrid con sus tanques de tormentas), tendremos agua en cantidad suficiente y con mejor calidad porque la ley ayudará a la reducción de la contaminación, tendremos zonas de recarga hídrica, recuperaremos nuestras montañas de las manos asesinas de mineras y de concejos municipales indiferentes, tendremos parques con muchos árboles que ayuden a la recarga hídrica y no los parques decapitados por alcaldes ineptos, como el de Quetzaltenango, donde han decapitado los pocos árboles existentes. Una buena ley reducirá las injusticias hídricas donde comunidades rurales producen agua, pero no tienen agua para sí mismos porque el agua la trasladan a los grandes centros urbanos, como la ciudad capital, que literalmente roba agua de Chimaltenango, así como Quetzaltenango que roba agua de San Juan Ostuncalco. Digo roba porque realmente no pagan servicios ambientales para reforestar, porque a los centros urbanos egoístas no les importa la pobreza del área rural. Eso tendrá que afrontar la ley de aguas.
La ley de aguas debe elaborarse para que no sea manipulada por empresarios de los grandes monocultivos que se creen dueños del agua, ni por las mineras, ni por las empresas que perforan y perforan sin pagar servicios ambientales por dejarnos sin agua, ya sean empresas de producción de aguas gaseosas, cerveza, cementeras o condominios, edificios super altos, toda obra de construcción que perfore pozos debe entender que esa no es SU agua, es el agua de todos y por lo tanto el Estado debe regular la explotación de pozos de agua poniendo un precio justo a la explotación y al uso del agua para poder pagar servicios ambientales de reforestación, de recarga de mantos friáticos, de tratamiento de agua. Por eso, la ley también debe incluir una agenda de investigación científica, tecnológica y social que sea de utilidad para aplicar la ley o un órgano nacional de investigación del agua asociado a un órgano estatal del agua.
El proceso de elaboración de la ley de aguas que sigue el MARN debe ser transparente, pero además debe ser regulado por grandes principios éticos unos, científicos otros, tecnológicos otros y comunitarios que podamos compartir como país para convertirnos en nación. La experiencia que hemos acumulado en el Centro Universitario de Occidente, CUNOC, desde el 2005, fecha de la Tormenta Tropical Stan y fecha del inicio de nuestros programas sobre el entendimiento del agua, en particular el proyecto Gestión Integrada de Recursos Hídricos en el Occidente de Guatemala, apoyado por la entonces cooperación internacional holandesa NUFFIC, con el Instituto Mundial del Agua, IHE, de UNESCO de Delft, Holanda, la Universidad del Valle de Cali, Colombia, dos ONGs locales (Fundación Solar y Servicios para el Desarrollo, SER) y la Universidad de San Carlos, fue el inicio de nuestra línea de investigación de acción sobre el agua. Luego hemos tenido una decena de proyectos sobre agua, su gestión y su manejo. El fundamento de nuestros proyectos siempre ha sido que el agua es un bien público. Si bien se usa la expresión recurso hídrico (del griego hydor y del sufijo ico, que indica pertenencia), al agua la concebimos como recurso cuando ya es parte de una cadena productiva pero primariamente es un bien público.
Los trabajos de investigación, acción que han desarrollado en nuestro grupo desde el 2005 varían de lugar geográfico y de objetivos, pero comparten una visión general llamada Gestión Integrada de Recursos Hídricos, GIRH. Este marco general puede ser la base de una propuesta de la futura ley de agua en Guatemala. Por supuesto, dicho marco debe interpretarse en las comunidades concretas donde aplicará la ley. El camino de la ley del agua debe ser recorrido por los investigadores científicos, tecnológicos, humanistas porque una persona o un solo grupo de investigación no pueden tener ni hacer toda la investigación existente sobre el agua. Pero ese camino también debe recorrerse por las comunidades, abiertamente, sin secretos, sin agendas escondidas, como dice el poeta español Antonio Machado: «Caminante no hay camino, se hace camino al andar…».
Este recorrido hacia la ley de aguas es tarea de todos. Hagámoslo. Es un momento importante para el país, para recuperar la fe en la justicia, en la ley. Pero hagámoslo ahora. Si no es ahora, no será nunca.