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“Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar”. Michel Foucault
Desde el inicio del siglo actual, se ha implementado una política de criminalización de las diferentes esferas del Derecho, con el objetivo de coaccionar a los ciudadanos para que tengan o dejen de tener determinadas conductas que en épocas anteriores eran permitidas, o sancionadas con una multa, situación por la que han aumentado los casos penales, debido a que de acuerdo con la ley no podemos actuar independientemente porque estamos sujetos a la decisión de que un tercero como lo es el MP, actúe en nuestro nombre, siendo el resultado el que actualmente tenemos.
Lo anterior ha incidido en que ha quedado en las manos de los jueces penales a petición del MP, que en la práctica en demasiadas ocasiones funciona como una orden, decidir sobre la liberación o encarcelamiento de personas que en otra época, o en otra sociedad más avanzada, no tendrían que sufrir la pérdida de su libertad mientras se resuelve lo que procede, con el consabido desgaste de una sociedad lastimada y dividida como lo es la nuestra.
Es notorio que siempre hemos estado rezagados con relación a la conquista de nuestros derechos y que, aunque contamos con dos Premios Nobel, uno de ellos es el de la Paz, sin embargo no hay forma que disfrutemos de este, ya que los delitos están a la orden del día, baste con detenerse a leer las noticias para comprender que nuestro país sea calificado como peligroso, sin embargo se gastan recursos en investigaciones a la carta y autos de prisión bajo menú, lo que no es nuevo, pero no por ello aceptable.
También contamos con un Premio Nobel de Literatura, en contraste con un sindicato de maestros en el que las maestras abusan de su condición de mujer para proteger a su líder, mientras la mayoría de los niños en tercer año no saben aún leer correctamente menos comprender, acá se ha utilizado la criminalización de cualquier acto contra la mujer para defender a un hombre, abusando de una norma que lo que persiguió fue la protección de la mujer contra los abusos a su persona por el hecho de ser mujer.
En nuestra sociedad es bastante común, y cuestionable por donde se le vea la actitud de disfrute de muchas personas, cuando otra sufre la pérdida de su libertad, tampoco que los representantes del Ministerio Publico jueguen con los derechos de los detenidos no presentándose a las audiencias, mientras bajo la mesa se acuerda el castigo para el contrario.
Repito que desafortunadamente para nosotros como sociedad, esta política criminal no es nueva, desde la época de la CICIG se ha utilizado el derecho penal, más allá de su esfera para torturar psicológicamente a hombres y mujeres a los que no se pueden vencer con argumentos, situación que ha dado como resultado que como población nos encontremos ante la degradación de las instituciones que se han convertido en vehículos de castigo, cuando debieron ser, garantes del respeto a los derechos de la ciudadanía en general.
En lo personal he sido partidaria del diálogo, y contraria a la criminalización del contrario, porque no conduce más que a abrir o aumentar heridas que deben sanar, porque las consecuencias de la confrontación no solamente no permiten el crecimiento de la sociedad, sino que limitan su evolución en un mundo cada vez más competitivo, en el que los cambios son tan rápidos, que cuando abrimos los ojos, ya pasó el tren del desarrollo, porque estábamos muy ocupados disfrutando el castigo que sufren otros.
No cabe duda de que debemos revisar el camino, porque nos encontramos en el equivocado al utilizar nuestras fuerzas alimentando la parte negativa de la población, y con ello limitando la parte positiva que nos permitiría ser mejores.
No cabe duda de que una sociedad involuciona cuando se aplaude el dolor ajeno, y no se exige la aplicación de la justicia como el valor máximo al que aspira cualquier ser humano.