En un anterior artículo me referí a la necesidad de que en nuestro país el análisis político no se limite a lo puramente coyuntural si no que, además, se extienda a la observación del funcionamiento amplio del sistema democrático que tenemos; desde la perspectiva de cómo es que solemos “hacer uso” de él.

En la vida práctica, el ejemplo de la mala utilización de múltiples aparatos de uso corriente es abrumador. Comúnmente, damos por sentado que para su manejo no se requiere más que de “sentido común”. Así, entonces, ni tan siquiera abrimos sus manuales de instrucciones y nos despreocuparnos de entender la lógica que explica su funcionamiento. Por esa razón, muchas veces no les sacamos a los artefactos el provecho necesario y, en otras tantas, ignoramos que estamos contribuyendo a que se malogren, a que no sirvan para lo que fueron diseñados y hasta a que nos resulten nocivos. No es necesario buscar mucho: que las modernas lavadoras de ropa; que los móviles con sus cámaras incorporadas; que las tantas medicinas que ingerimos sin mayor reflexión.

Pensando en lo anterior, me he propuesto elaborar un “mapa básico” del funcionamiento del sistema político que empleamos, con el propósito de orientar el análisis crítico de aquello que se da en la “práctica política” en nuestro país -o “política criolla”, como la podríamos también llamar- y no reditúa en beneficio general. En algo estamos fallando; ¡y debe ser de nuestro propio interés identificar los puntos débiles y someterlos a algún análisis, así como a una crítica que alumbre a poder enmendar!

Con la “especie de mapa”, la idea es aportar un instrumento que facilite reconocer los “accidentes geográficos” más evidentes que caracterizan el paisaje de la particular manera en que “hacemos política” en nuestro país.

Se trata de una construcción teórica con la cual se desea contribuir a facilitar la comprensión de la práctica; no solo por parte de eventuales analistas si no, también, por parte de la población en general.

El “mapa” parte de algunos supuestos que, aunque en la realidad aún no se dan, se deben asumir como dados porque se ubican en la base del sistema que deseamos analizar y solo entendiéndolos como dados se nos puede permitir la visualización del sistema ideal que desearíamos alcanzar.  Un ideal consistente en pretender que en el país se practique el sistema político por el cual hemos optado formalmente (democracia republicana, como se plantea en la misma Constitución de la República) de manera tal que realmente sea de beneficio y provecho para la nación.

Los supuestos básicos que es necesario imaginar como dados o ya resueltos son, en esencia, los siguientes:

  • Existe un grupo importante de ciudadanía realmente interesada en que el sistema político funcione.
  • Esa ciudadanía consciente está apta y dispuesta a actuar y a organizarse políticamente (en movimientos o partidos políticos) para impulsar sus particulares agendas,
  • Esos movimientos y partidos políticos buscan su particular y legítimo derecho de participar haciendo uso efectivo y sano del sistema político previsto en la Constitución.

Al margen de lo anterior, pero de manera enfática, debe decirse que todos los supuestos anteriormente mencionados deberían constituir la agenda principal para el programa de capacitación cívica que debería propiciar el Estado de manera constante y a lo largo del tiempo. Son la base para el funcionamiento de una democracia y de un sistema republicano funcional. Es ineludible trabajar en ello.

Los principales beneficiarios de la utilización del “mapa” y de los análisis derivados, deberían ser, indudablemente, los diferentes grupos (movimientos o partidos políticos) que existen en el país; algo que significa que todas las organizaciones políticas, sin ningún distingo entre sus ideologías, se deberían poder beneficiar por igual.  Del aprendizaje de las lecciones y recomendaciones derivadas de estos ejercicios por parte de todos los actores solo se puede esperar el fortalecimiento de cada uno de ellos y, como subproducto, obtener un sistema fortalecido en su totalidad. Volviendo al ejemplo del fútbol: solo si todos los equipos mejoran, se puede esperar una liga de mejor calidad.

Para ilustrar un poco la utilidad del mapa y la crítica que se puede derivar, valga mencionar, a título de ejemplo, el caso de cómo las organizaciones políticas (bajo la misma lógica que aplica a los quipos de fútbol) deberían poner mucha atención e interés a llenar sus equipos con atletas/figuras realmente competentes y diestras y ocupar las posiciones con sentido estratégico, con visión a futuro y con responsabilidad; y constatar cómo, esto, no se hace en la actualidad.

De todos es sabido que si un equipo desea ser competitivo -no importa la disciplina de la cual se trate-, le debe poner atención especial a las cualidades y destrezas de todos sus integrantes (porteros, defensas,… y cuadros técnicos) y mucha atención a los niveles en los que se toman decisiones de tipo estratégico para lograr mantenerse en el tiempo y mejorar sus capacidades. Y también sabemos, por experiencia vivida, que aquellos equipos que se improvisan y en los que el “dueño” quiere ser su entrenador, su portero estrella, su goleador y hasta el árbitro (¿) y la pelota (¿), están destinados al fracaso…

No obstante, la anterior es una práctica que se repite una y otra vez… tanto en equipos deportivos como en el caso de los tantos partidos políticos que se organizan para “estar en el ruedo”… El candidato a presidente (como es el “dueño” o el capitán del grupo de mafiosos que se proponen asaltar el poder), se autonombra; las diferentes “posiciones” se van ocupando con el cuñado, con la amante, con los sobrinos, y con aquellos que compran sus puestos para aparecer en los listados de candidatos a elección popular sin ninguna reflexión de fondo que apunte a que el partido se sostenga en el tiempo.

[… indudablemente, apoyarse en el “mapa” para efectos de percibir la ubicación de las principales necesidades a resolver para lograr hacer de la “práctica política” nacional una práctica más sana, debe ser del interés de todas las organizaciones que se precian de serias, así como de la ciudanía en general. Algo que se torna de actualidad, sobre todo, en estos tiempos; tiempos en los cuales los diferentes “pseudo partidos” y “pseudo líderes” están iniciando ya con la puesta en escena del guion de la farsa cuatrianual a la que nos tienen acostumbrados… y en la cual, seguramente, se podrán identificar importantes artilugios y “maleficios”].

 

 

Edmundo Enrique Vásquez Paz

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