Luis Enrique Pérez

Exportar es un caso particular del acto económico de vender, o dar un bien a cambio de dinero. Los bienes de quienes residen en un determinado país son vendidos a quienes residen en otro determinado país. Inversamente, la importación es un caso particular del acto económico de comprar, o dar dinero a cambio de un bien. Los bienes de quienes residen en un determinado país compran bienes de quienes residen en otro determinado país.

En particular, exportar no necesariamente es mejor que importar, ni importar necesariamente es mejor que exportar. En general, vender no necesariamente es mejor que comprar, ni comprar necesariamente es mejor que vender. Argumentar que exportar es mejor que importar, porque la exportación genera moneda extranjera, o divisas, no es válido. Precisamente en el comercio internacional, las divisas son útiles porque sirven para importar. Si, por ejemplo, en Guatemala no tenemos que importar bienes de Estados Unidos de América, el dólar es inútil; pero si tenemos que importar bienes de Reino Unido, la libra esterlina es útil. Y si no tuviéramos que importar bienes de ningún país, cualquier divisa podría ser inútil.

Guatemala es, por supuesto, un país que exporta y que importa bienes. El exportador intercambia bienes por divisas. El importador intercambia divisas por bienes. El importador, por consiguiente, necesita divisas; y para obtenerlas, las compra con quetzales. Las divisas tienen un precio; lo cual equivale a afirmar que, en el caso de Guatemala, quetzales y divisas se intercambian en una determinada proporción; por ejemplo, 7.50 quetzales por cada dólar. Si tiende a haber más demanda que oferta de una moneda extranjera, como el dólar, el precio de esta moneda tenderá a aumentar. Habrá que pagar más quetzales por cada dólar; y surge un incentivo para exportar más o para obtener un mayor beneficio de la exportación. Inversamente, si tiende a haber menos demanda que oferta de moneda extranjera, el precio de esta moneda tenderá a disminuir. Surge un incentivo para importar más o para obtener un mayor beneficio de la importación. En suma: una divisa más escasa será más cara y tiende a beneficiar al exportador, y una menos escasa, será más barata, y tiende a beneficiar al importador.

La autoridad monetaria no tiene que intervenir en el mercado del dinero con el fin de incrementar el valor de la divisa, y así aumentar el beneficio que se obtiene de la exportación. Tampoco tiene que intervenir con el fin de reducir el valor de la divisa, y así aumentar el beneficio que se obtiene de la importación. La autoridad monetaria sólo tiene que permitir que haya un mercado de divisas, en el cual el valor de la divisa dependa de la abundancia o de la escasez de divisas. Si hay más abundancia que escasez de divisas, tiene que disminuir el valor de la divisa, aunque se reduzca el beneficio obtenido de la exportación; y si hay más escasez que abundancia de divisas, tiene que incrementarse el valor de la divisa, aunque se reduzca el beneficio obtenido de la importación. Es absurdo que la divisa abundante tenga que ser más cara, o que la divisa escasa tenga que ser más barata.

Si la autoridad monetaria no interviene para aumentar el precio de la moneda extranjera con el fin de beneficiar al exportador (como si exportar fuera mejor que importar), ni interviene para reducir el precio de esa moneda con el fin de beneficiar al importador (como si importar fuera mejor que exportar), el mercado de divisas determinará no solo el precio de la divisa, sino que también determinará la cantidad de bienes que hay que exportar, y la cantidad de bienes que hay que importar; lo cual implica que se exportará tanto como sea económico exportar, y se importará tanto como sea económico importar.

Post scriptum. Económicamente tan absurdo es que la autoridad monetaria de Guatemala intervenga para reducir el valor del quetzal con respecto al dólar, y beneficiar la exportación de bienes, como absurdo es que intervenga para aumentar el valor del quetzal con respecto a esa misma divisa, y beneficiar la importación.

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