Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

El nuevo presidente del Congreso, Mario Taracena, se ha dado a la tarea de develar todo lo que tiene que ver con el pacto colectivo y con las demás formas de contratación de personal en ese organismo de Estado y dicha acción ha dominado el debate nacional durante los últimos días.

Al poco tiempo de la primera publicación de salarios, Taracena contrató a un par de soldados de la vieja política y además se designaron las comisiones legislativas en las que la UNE fue la gran ganadora al quedarse con las más importantes, pero ninguna de tanto peso como la de finanzas desde la que se manejan muchas cosas.

Es de recordar que durante los cuatro años del gobierno del Partido Patriota (PP), quienes presidieron la comisión de finanzas fueron tres diputados del PP (Arévalo, Echeverría, G. Rivera) y uno de LIDER el año pasado (Leonardo Camey porque se estaban «preparando para ganar») y es que desde ahí es de donde se controlan los negocios que derivan del presupuesto, incluyendo la asignación del listado geográfico de obras y muchos otros.

Alejandro Sinibaldi y Manuel Baldizón, en su momento, alcanzaron un pacto para repartirse esas decisiones en la comisión de finanzas del Congreso e incidir en el presupuesto, pensando que entre ellos estaría la pelea por la presidencia que el año pasado terminó ganando Jimmy Morales; no está de más decir que a ambos les falló el plan.

Pero, adicionalmente, hay quienes piensan que es tan importante controlar esta comisión que, con ella, no se necesita llegar al ejecutivo a controlar los fondos. Tiene más poder económico quien maneja la comisión que quien tiene que administrar los recursos a favor de los financistas de campaña.

Y traigo a colación todo esto y digo que es importante resolver ya el tema de los pactos colectivos, para que eso no sea la cortina de humo perfecta para que el Congreso haga lo suficiente para que no termine pasando nada.

Taracena ha dicho, con el apoyo del embajador de los Estados Unidos, que desea reformar la ley orgánica del Congreso, la ley electoral (retomar lo que tiene la CC que no sirve para mucho) y la ley de servicio civil pero y ¿lo demás? Si a eso se limitan los cambios, estamos fritos.

El editorial del martes de La Hora hacía ver la habilidad de los viejos políticos para dormirse hasta al sueño y eso es lo que me preocupa, porque incluso hay mentes que desde ya piensan que si Jimmy Morales falla, la pantomima que se pueda hacer en el Congreso sería suficiente para llevar en hombros a Sandra Torres.

Por eso y como bien decía el Chavito del Ocho: ojo, mucho ojo pues usted debe estar atento a este juego del que nos están haciendo parte, porque si el Congreso solo se enfrasca en lo ya mencionado arriba, eso no nos permitirá enfrentar, derrotar y cambiar los grandes vicios del sistema.

Una vez más y sin cansarme de decirlo, si no se cambia la Plaza por el Congreso, los diputados nos seguirán viendo la cara de papos con una habilidad que hay que reconocerles; lástima que las vivezas son para proteger el estado actual de las cosas y no para cambiar la podredumbre.

De nuevo, es justo preguntar ¿qué Guatemala quiere y cuánto está dispuesto a luchar por ella? Solo usted sabe la respuesta.

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