Gladys Monterroso
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«El poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes.» Augusto Roa Bastos
Somos parte de un sistema que el propio ser humano ha convertido en perverso, solamente falta vivir el diario problema que afrontan educación, salud y seguridad, los hospitales en los que los médicos no reciben su salario sin medicinas, totalmente colapsado, ¿Está enfermo y quiere morir? Vaya a un hospital nacional, el problema estriba en que el 90% de la población no tiene mayores opciones.
Así si analizamos las grandes necesidades de la población en general nos encontramos con enormes deficiencias, en relación al Gasto Social del país, por tal motivo causa mayor disgusto la noticia recién hecha pública sobre los salarios y cantidad de plazas que eroga el Organismo Legislativo, escándalos relacionados con el Legislativo suman muchos ya, lo cual no significa que el actual no indigne a una sociedad que conoce hasta donde su poder puede llegar.
Veamos: el Legislativo es el órgano del que emanan las leyes que rigen, no solamente la convivencia social, sino que el ordenamiento general del país, parece fácil decirlo, lo difícil es trasladarlo a tinta y papel y el valor que la misma tenga.
En Guatemala vivimos con un exceso de leyes no positivas (Que no solamente no se cumplen, sino que en muchos casos son innecesarias), por lo que el reciente escándalo descubierto en el Congreso ha provocado indignación generalizada y pide urgentemente una reforma a la Ley Orgánica del mismo, ya que resulta oprobioso que utilizando las generosidades que proporcionan, para plazas necesarias, que no causen un pasivo al Estado de los renglones 022 y 029, se hayan recetado nóminas, en las que se pagan sueldos estrafalarios que no coinciden con el «trabajo » realizado.
Pero la situación va más allá de lo que en apariencia se pueda detectar, es una práctica generalizada en el sector público, más aún en el Organismo que mencionamos, que de esas plazas, algunas son fantasmas (Las personas solamente llegan a cobrar) o un caso más indigno aún, abusando de la necesidad de trabajo de las personas, quien les contrata o apadrina, recibe un alto porcentaje del ingreso que legalmente reciben, si señores, si se realiza una investigación concienzuda descubriremos que muchos conciudadanos firman un contrato para realizar determinada actividad laboral, y la realizan, sin embargo del salario nominal que reciben, tienen que devolver un alto porcentaje y se quedan con lo mínimo, por eso nos enteramos que un conserje gana Q29 mil, y realiza esa labor, por lo tanto se asume que los recibe, pero no nos llamemos a confusión, la mayor parte es devuelta y así muchos más se encontrarán.
El problema viene desde la misma Constitución, que respetando el derecho de igualdad, no estableció requisitos de fondo para optar a ciertos cargos públicos, que sin ser excluyentes, si se requieren ciertos perfiles mínimos bajo el amparo de la permisividad bien intencionada de la Carta Magna, cualquier ciudadano puede ser diputado, y no está mal, siempre que ese ciudadano supiera tan siquiera cómo se encuentra estructurada una ley y cuál es la función real de la misma en la sociedad, derivado de lo anterior, la mayoría de los diputados necesitan incluso que les expliquen en qué consiste un proyecto de ley, cuando los mismos son responsables, pero la mayoría no lo son y utilizan el hemiciclo solamente para enriquecerse.
En la actual coyuntura social se hace necesario que se aprueben urgentemente reformas a la Ley Orgánica del Legislativo, pero, el círculo vicioso en el que nos encontramos radica en que es el mismo organismo el que debe reformar su propia ley interna, ¿Cómo se logrará este objetivo? A mi criterio solamente la presión social real lo logrará, lo que significa que se encuentra nuevamente en las manos de la población una modificación necesaria a un sistema perverso.