Javier Monterroso
Como catedrático de los cursos de Sociología del Derecho y de Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la Usac debo explicarle a mis alumnos la evolución de la organización política que hoy conocemos como Estado y de los diferentes sistemas económico-sociales en la historia; uno de los más importantes es el feudalismo, implementado durante la edad media y que se caracterizaba por: 1. La fuente principal de riqueza era la agricultura. 2. Los grandes terratenientes no le pagaban a los que trabajaban la tierra sino que los dejaban vivir en ella y producir para su subsistencia a cambio de tributos. 3. El sistema de impuestos era complejo pues además de los impuestos al rey los campesinos debían pagarle impuestos a los señores feudales. 4. Era un sistema estamental en forma de pirámide en la que en la cúspide se encontraba el rey y los nobles, mientras que los comerciantes y la gente de la plebe estaba situado en la base de la pirámide sin posibilidades de ascender en la misma. 5. Los derechos eran muy precarios no se reconocía el derecho de igualdad ni el de libre asociación.
A pesar de que el sistema feudal fue abolido en Europa en el siglo XVIII hay algunas prácticas en nuestro país que sin lugar a dudas mantienen aún elementos propios del feudalismo, uno de los casos más paradigmáticos se encuentra en la producción y comercialización del café. En efecto aquel que conoce la economía alrededor de la caficultura sabe que existe una especie de “nobleza” conformada por los grandes productores de café que tienen todos los privilegios (incluyendo hasta hace poco devolución del IVA por exportaciones), que además mantiene el control de una asociación llamada Anacafé, institución que mantiene el monopolio de las autorizaciones a las exportaciones de café y que le cobra impuestos especiales del 1% a cada saco de café exportado, mientras que los pequeños productores que son la mayoría no solamente están obligados a asociarse contra su voluntad sino que se encuentran en total desventaja en la dirección de dicha asociación.
Esta situación anacrónica se mantiene debido a la Ley del Café aprobada en 1969, en la cual no solamente se obliga a todos los productores de café a asociarse a la Anacafé pues de lo contrario no obtienen la autorización para exportar café sino, además, se crea una estratificación típicamente feudal donde cada productor tiene una cantidad de votos de acuerdo a la cantidad de sacos producidos, violando con ello el derecho a la igualdad establecido no solo en la Constitución Política de la República sino en todos los instrumentos internacionales de derechos humanos.
Esta ley además es propia de los años 60 previo a la liberalización de los mercados de capitales y de la globalización de la economía por lo que resulta no solo violatoria a los derechos de igualdad y libre asociación sino además antieconómica, existen inconstitucionalidades contra esta ley planteadas ante la Corte de Constitucionalidad pendientes de resolver, esperamos que la próxima Corte asuma su función y les dé el trámite que corresponde resolviendo conforme a derecho y no solamente por favorecer a la “nobleza del café”.