La seguridad de un país recae, en gran medida, en la capacidad de las fuerzas civiles del orden para responder eficazmente a las amenazas de la delincuencia común y el crimen organizado. En Guatemala, sin embargo, los agentes de la Policía Nacional Civil -PNC- enfrentan no solo a peligrosos adversarios, sino también a un enemigo silencioso y letal: las armas obsoletas.

Hace unos días fui invitado por un grupo de expertos en seguridad, quienes tienen la preocupación de lo que estamos viviendo, porque saben las consecuencias del tema que voy a desarrollar.

En Guatemala se evidencia una marcada desventaja para los efectivos policiales. Están equipados con armamento obsoleto y, en muchos casos, deteriorado, son incapaces de responder con la rapidez y precisión necesarias ante situaciones de emergencia. Incluso se habla de que los mismos policías tienen que comprar la munición para estar abastecidos.

El panorama es desalentador: muertes innecesarias de policías que pierden la vida en el ejercicio del deber, en donde la vida de quienes protegen a la sociedad debería estar garantizada con recursos adecuados, situación que no sucede porque la política del Estado es lucrar con la vida de los mismos.

El problema de las armas desactualizadas no es solo técnico, sino también estratégico. Mientras los criminales operan con armas modernas, los agentes de la PNC dependen de equipos cuya eficacia ha sido superada por el tiempo, lo cual no solo pone en riesgo la vida de los agentes, sino que también la seguridad de la población que confía en ellos para mantener el orden.

La PNC ha documentado que varios de sus efectivos han sido abatidos al lado de una Pietro Bereta, tal es el caso de Juan Antonio Méndez Rojas, Hugo Fernando Franco Vargas, Josué Alejandro Saloj Can, Juan Carlos Palma Guerra, Edwin Antonio Zepeda Rivera, Eder Adelso Escobar Hernández y José Raúl Ortiz Mateo, entre muchos casos por mencionar los más recientes.

Este 2025 ha sido un año complicado en tema de seguridad, con una percepción de altos niveles de inseguridad y que se ha convertido en el chiste más barato de las redes sociales. En Guatemala resaltan eventos muy importantes en los últimos años en relación al “negocio sucio” de la compra de armas, que se realiza a un solo proveedor que se ha beneficiado con millones de quetzales a costa de la vida de efectivos policiales que han servido a su país.

La Pietro Bereta fue un arma relevante en el tema de seguridad ciudadana, pero eso ha quedado en la historia, el armamento ya no es de hierro, en la actualidad ha sido sustituido por polímeros de menor peso y precio, lo cual las hace ser más maniobrables y de respuesta inmediata.

No debemos ir tan lejos, con solo mirar hacia nuestro vecino El Salvador, las fuerzas de seguridad civil utilizan oficialmente fusiles de precisión CZ TRS y pistolas Glock 17. No tenemos que descubrir el agua azucarada, solamente tenemos que ver cómo la administración del presidente Bukele ha dotado a la PNC de armamento, vehículos, sistema de comunicación y equipo moderno para el desarrollo profesional de la misión constitucional de la entidad de seguridad.

Pero en Guatemala es todo lo contrario. La adquisición de armamento inadecuado pone en entredicho la transparencia y la planificación de las instituciones responsables de las compras públicas. ¿Cómo es posible que, en un país donde el combate a la delincuencia es una prioridad, los policías no cuenten con el equipo necesario para protegerse y protegernos?

La respuesta podría estar vinculada a la corrupción y la falta de auditorías efectivas en los procesos de adquisición. Es esencial exigir rendición de cuentas y una reevaluación completa de las políticas de compra de equipo policial. La solución no solo pasa por adquirir armamento moderno, sino también poder proporcionar capacitación continua y garantizar que cada agente esté debidamente equipado para cumplir su deber.

En el año 2014 la policía adquirió 14 mil pistolas de la marca Pietro Bereta, en el 2019 compró 5 mil unidades y recientemente se quería hacer una compra de 10 mil más por una suma de Q74 millones. Pero aquí las preguntas son: ¿Será que esta arma es la adecuada para nuestras fuerzas de seguridad civil? ¿Con un arma obsoleta se puede combatir la delincuencia?

El Ministerio de Gobernación asegura que el personal policial si está capacitado, entonces me surge la interrogante del porqué su reacción no es la esperada, no cabe duda que esto se debe a una sola respuesta: la Pietro Bereta.

Los expertos en seguridad comentan que al entrevistar al personal policial sobre si se sienten cómodos con esta marca de armas, estos responden que no, porque mucho se oxida y se encasquillan cuando están en el polígono. Otra pregunta es: ¿Conocían ustedes qué tipo de armas tenían los policías fallecidos? Y responden: una pistola Pietro Bereta.

Entonces la respuesta es muy fácil de responder. La compra de armamento está mal enfocada porque al preguntar a los efectivos: ¿qué arma usan los delincuentes? ellos responden: les gusta usar la Glock porque esas no fallan, no como estos fierros viejos que nos dan, que a cada rato le sale oxido, hasta un revolver funciona mejor, al decir que se necesita una política criminal de Estado, pero que para eso se necesita voluntad de los altos mandos.

Marco Tulio Trejo

mttrejopaiz@gmail.com

Soy un periodista y comunicador apasionado con lo que hace. Mi compromiso es con Guatemala, la verdad y la objetividad, buscando siempre aportar un valor agregado a la sociedad a través de informar, orientar y educar de una manera profesional que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que aquejan a las nuevas generaciones. Me he caracterizado por la creación de contenido editorial de calidad, con el objetivo de fortalecer la democracia y el establecimiento del estado de derecho bajo el lema de mi padre: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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