La Paz, Bolivia
Agencia dpa
Evo Morales cumplirá el próximo viernes su décimo aniversario como presidente de Bolivia, un puesto que le gustaría mantener hasta 2025, cuando el país celebrará el Bicentenario de su independencia de la corona española.
Para ello, Morales y su vicepresidente, el matemático Álvaro García Linera, confían en la victoria del «sí» en el referéndum al que están convocados los bolivianos el próximo 21 de febrero para pronunciarse sobre una reforma de la nueva Constitución que permita al mandatario buscar un cuarto mandato (2020-2025) en las elecciones de 2019.
Morales, un cultivador de coca de 56 años que asumió el poder el 22 de enero de 2006, sostiene que quiere seguir gobernando para que se cumpla la «Agenda Patriótica 2025», que incluye un ambicioso programa de industrialización de los sectores de hidrocarburos, energía y minería.
Morales festejará su decenio en el poder junto a miles de simpatizantes en una serie de actos públicos programados para el viernes en La Paz, tras la presentación de un informe a la Asamblea Legislativa Plurinacional (parlamento). Un día antes visitará, guiado por amautas (sacerdotes) aymaras, las ruinas de Tiahuanacu, a 81 kilómetros al oeste de La Paz, para realizar un ritual andino.
En sus diez años al frente del país, Morales logró la inclusión social de millones de indígenas de 36 naciones originarias, consiguió éxitos en su gestión macroeconómica y una alta recaudación pública por la exportación de gas natural y minerales.
En mayo de 2006, comenzó la nacionalización en los sectores de hidrocarburos, telecomunicaciones, minería, electricidad, aeronáutica y producción cementera, que han llevado al Estado boliviano a controlar en estos momentos un 35 por ciento de la actividad económica del país.
«El (aporte) fundamental (de Evo Morales es) la construcción de una sociedad más cercana a su historia, que no desprecia sus raíces indígenas. El respeto que los indígenas han ganado y la marca de igualdad que este proceso ha dado a la sociedad boliviana, son valiosos, y se han logrado sin mayor violencia, también gracias a que la sociedad ha reconocido mayoritariamente esa necesidad», destacó en declaraciones a dpa el analista político Gonzalo Mendieta Romero.
Sin embargo, muchos de sus colaboradores y dirigentes de los movimientos sociales que lo respaldan se vieron implicados en casos de corrupción. Y las intrigas políticas pusieron en jaque al propio Morales en 2008, quien conjuró una rebelión en los departamentos de Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija que dejó una veintena de muertos.
Sin embargo, el respaldo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) blindó a Morales, que se vio apoyado entonces por mandatarios sudamericanos reunidos en Santiago de Chile a iniciativa de Michelle Bachelet, entre otros.
El Gobierno de Morales, quien cerró 2015 con una popularidad de 56 por ciento, similar a años anteriores, afronta sin embargo este año dificultades debido al bajo precio internacional del petróleo y los minerales, que ya llevaron a Bolivia a ingresar unos 4 mil millones de dólares menos que el año pasado.