Hace unos días un amigo me indagó sobre el origen de los conflictos bélicos actuales. Esta fue mi reflexión al respecto.

Los problemas prácticos de la supervivencia entrelazan conocimientos, actitudes y prácticas con situaciones ecológicas y comportamiento del Estado (entendido esté y ligado, a la elaboración y aplicación de la ley). El hombre es capaz de modificar esas esferas de su vivir con motivación y voluntad. De tal forma que, si queremos cambiar motivación, ese motor que agita nuestra voluntad, tenemos que reformar y proteger el ambiente y el medio natural, generar reformas políticas, sociales y económicas y no dejar éstas encerradas entre libros. Debemos ser amplios sobre esto y movilizar nuestra voluntad más allá de ir tras la comodidad, el lujo y el placer. No podemos atender ni solo las necesidades biológicas de la vida, ni solo los deseos placenteros. Bien se dijo hace 20 siglos: “No solo de pan vive el hombre”. Las necesidades criadas por las fuerzas sociales son tan esenciales y tan cambiantes y diferentes entre sociedades y grupos sociales, como las necesidades que tiene la naturaleza, aunque estas últimas regidas por leyes inmutables. De tal forma que siempre que escasea el alimento, brotan conflictos y el hombre a eso añade y con mayor intensidad la escasez de satisfactores sociales. Son estos, la verdadera razón actual de los conflictos bélicos y agresiones. Por eso me permito decir que las tensiones emocionales se sobreponen por mucho a las naturales y racionales y son la principal causa en estos momentos de guerras y conflictos internos, con violación de normas y reglamentos creados y aceptados universalmente para controlar tales estados de ánimo aberrante.

En consecuencia, el hombre y las naciones han perdido libertad, pues lo emocional al volverse incontrolable, conduce a la ambición y al mal uso del poder que se solapa detrás de una justificación tan pobre como decir: “lucho por abastecer adecuadamente los bienes que necesita mi nación y su gente” cuando lo que vemos es que el único fin de eso es la satisfacción de la ambición de unos cuantos, creídos de su superioridad sobre los otros a los que pueden aplastar.

Pero debemos tener claro que para que este mal actuar político y económico sobreviva y rinda sus frutos, demanda que los ciudadanos quieran y acepten ese pensamiento. Y eso requiere, en buena parte, que su mente esté cortada con el patrón mental de sus conductores. Los líderes son culpables, pero también lo son los ciudadanos y eso se logra a través de maneras sutiles (medios de comunicación electrónicos y no electrónicos) que influyen sobre las mentes ciudadanas, dando forma a credos políticos y sociales y a gustos y deseos uniformes. Eso está sucediendo en todo el mundo y culmina en un estado de cosas en que el rico quiere ser aún más rico y a menor tiempo y el pobre quiere ser rico y sin tanto esfuerzo. Todos ambicionamos más y más, sin importar medios e identificados con poseer.

Pero en todo ello surge un obstáculo. La naturaleza se rige por leyes que se manifiestan en espacio y tiempos inmutables; el mundo social no y por eso en este todo cambia con rapidez. Ante eso, el mundo natural al igual que las actitudes, gustos y aspiraciones humanas, se han vuelto también inestables y cada vez más conflictivas. Ante ese choque de mundos configurados tan diferentemente, sus efectos resultan en gran medida impredecibles y ante las limitaciones que ya se tienen y concepciones diferentes de bienestar humano, empieza la lucha sin cuartel entre todos. Seamos honestos: no aceptamos aún la igualdad de los hombres y lo que esto implica. Entonces el gran problema se torna en lealtades y contra ello usamos discusiones basadas en juicios pueriles y exclusivistas por no decir de tiente racista. Veamos un ejemplo reciente: Se dice que en la construcción del Canal de Panamá murieron más norteamericanos que nada, luego debe pertenecer a Estados Unidos. Este podría ir seguido de otro argumento similar: en la Segunda Guerra Mundial murieron más rusos que otros europeos y por lo tanto Alemania le debe pertenecer a Rusia. No cabe duda que la conducta humana se modifica más emocional que inteligentemente y mientras esto suceda, nuestro autoexterminio está a las puertas.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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