Nos imaginamos que todos los guatemaltecos esperamos que Dios ilumine al nuevo Presidente y a la gente que le acompaña en el inicio de su gestión porque al final de cuentas si a él le va bien, el país y su gente sentirán el beneficio, pero si ocurre lo contrario y su gobierno no cumple con las expectativas de la población, se vienen tiempos realmente difíciles no sólo en el plano político sino también en aspectos como la economía y la seguridad ciudadana.

Y no nos queda otra que apelar a Dios porque no tenemos conocimiento exacto de cuáles puedan ser los planes concretos que tiene el nuevo gobierno. Ayer se hizo un esbozo muy peculiar de las aspiraciones pero no llega a quedar totalmente claro cuál es el Norte que tiene marcado el nuevo régimen. Por ello es que, aunque parezca impropio centrar las esperanzas en las bendiciones divinas, no queda otra que esperarlas porque no existen muchos elementos para un análisis más racional de nuestra realidad y el futuro inmediato.

Siempre que asume un nuevo gobierno se produce un período de incertidumbre porque aún y cuando haya habido un período de explicaciones relativamente concretas de los planes de acción, cosa que no ocurrió ahora, falta ver el impacto que tiene el estilo de hacer las cosas del gobernante y de sus colaboradores y eso pesa mucho más de lo que uno puede imaginarse. En el ejercicio del poder cuenta mucho el sello personal que marca ritmos distintos de uno a otro gobernante, así como está por conocerse el tipo de respuesta que se tendrá ante la crítica o los cuestionamientos que sin duda han de venir con el correr de los días.

Hoy entramos en una etapa que se puede considerar como de tanteo, en la que el ciudadano está atento a gestos y acciones para ir midiendo lo que puede esperar en el futuro. Y el gobernante empieza a vivir de manera cotidiana los retos de administrar un complejo país con inmensos problemas que demandan atención inmediata y respuestas concretas. Una cosa fueron los discursos de campaña y otra muy distinta es lidiar con esa complicada realidad nuestra.

Se vive hoy otra jornada de actos protocolarios y religiosos que marcan el inicio de todos los nuevos períodos presidenciales, pero el lunes empieza la vida real con temas que no pueden postergarse y entre ellos el financiero que será sin duda la primera prueba que ha de enfrentar el régimen por la escasez de fondos para cumplir con las obligaciones del Estado. Ojalá las oraciones de anoche y de hoy, sirvan para algo.

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