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En apenas mes y medio, la situación geoestratégica del mundo dio un vuelco significativo, especialmente en Europa, en buena medida por las iniciativas del recién investido presidente Donald Trump, quien ha alarmado al Occidente Global por el inicio de negociaciones con Rusia para resolver la guerra en Ucrania, sin Europa y sin Zelensky.

El pasado 12 de febrero, los presidentes de Rusia y EE. UU. mantuvieron una conversación telefónica que duró casi una hora y media, y debatieron el intercambio de prisioneros, las soluciones al conflicto en Ucrania y en Oriente Medio, el programa nuclear iraní y las relaciones bilaterales. Además, acordaron continuar los contactos y concertar una reunión en persona.

En respuesta, el presidente francés, Emmanuel Macron, convocó de urgencia a una minicumbre europea en París, para tratar las anunciadas negociaciones de paz en Ucrania, y tratar de salvar a Europa de una situación ruinosa. Celebrada en la tarde del 17 de febrero, la minicumbre solo contó con la presencia de siete países miembros: Alemania, España, Italia, Polonia, Países Bajos, Dinamarca y el anfitrión, Francia. A ellos se les unió Reino Unido, un país ya extracomunitario. Varios países de la UE (Eslovaquia y Hungría) alzaron su voz de protesta por no haber sido invitados, profundizando las facturas internas.

La reunión contó también con la presencia del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa. Los asistentes acordaron seguir incrementando el gasto militar y no cejar en el apoyo a Ucrania mientras dure el conflicto.

Como las medidas económicas, comerciales, financieras y diplomáticas contra Rusia no han surtido los efectos esperados, y todos los analistas militares serios consideran que Ucrania ya perdió la guerra, varios gobiernos europeos están cuestionando su sumisión a la OTAN, por los altos costos económicos, políticos, militares y sociales que conlleva, incluyendo acciones terroristas como el sabotaje del gasoducto Nord Stream 1.

Donald Trump ya anunció que próximamente se reunirá con Vladimir Putin en Arabia Saudita, y es previsible que las negociaciones sean abarcadoras, en la búsqueda de un nuevo orden mundial, en la perspectiva de lograr una estabilidad estratégica, por lo que seguramente la República Popular China tomará parte. Ya se habla que será una nueva cumbre mundial, como la de Yalta, al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

El pasado lunes 24 de febrero, el presidente francés visitó Washington, como parte de los esfuerzos europeos para que no se llegue a un acuerdo con Rusia que perjudique a Kiev. Sin embargo, en el encuentro ambos mandatarios exhibieron sus profundas diferencias sobre la guerra en Ucrania, alcanzando muy pocos resultados.

Tres días después, el primer ministro británico Keir Starmer visitó Washington, para tender puentes entre Europa y Estados Unidos, pero las resultas fueron igualmente raquíticas.

El tercer viaje a la capital de EE. UU. lo realizó Volodimir Zelensky, el viernes pasado, con resultados desastrosos. El enfrentamiento con el presidente Trump y el Vicepresidente Vance fue grotesco, terminando a gritos, al grado que el ucraniano fue invitado a abandonar la Casa Blanca, siendo sindicado de mal agradecido, ilegítimo y poco realista, incapaz de aceptar que la guerra en Ucrania tiende a alargarse, y que ha provocado la desestabilización económica, energética y militar de la Unión Europea.

El enfrentamiento en el Salón Oval fue tan violento e inusual, que la noticia dio la vuelta al mundo, y Donald Trump le advirtió al mandatario ucraniano que no recibiría más ayuda, y que no regresara hasta que estuviera dispuesto a negociar la paz con Rusia. El Kremlin dio la bienvenida a los anuncios del Gobierno de EE. UU. sobre la suspensión de la ayuda militar a Ucrania, aseverando que la suspensión sería «la mejor contribución a la paz».

Los dirigentes europeos arroparon a Zelensky, quien regresó humillado, con las manos vacías y el rabo entre las piernas. El pasado domingo, Ursula von der Leyen anunció el nuevo Plan Rearm Europe, que pretende impulsar la defensa del continente, movilizando hasta 800 mil millones de euros en los próximos años, incluyendo ayuda militar a Kiev, pero un día después se echó para atrás, ante la agresiva advertencia de Trump, quien reiteró la suspensión de toda ayuda a Ucrania, quedándose sola.

El paso atrás de EE. UU. rompe todos los equilibrios defensivos, convencionales y nucleares, con la Federación de Rusia, que lleva una gran ventaja en industria militar, experiencia actualizada en combate, escaso miedo al desgaste político, gran inversión en herramientas híbridas como el sabotaje, la propaganda y el hackeo, y acceso a los grandes arsenales de China Popular y de Corea del Norte.

Para recomponer la situación, el presidente Volodimir Zelenski ha publicado dos mensajes importantes. El primero es un mensaje de disculpa con la administración Trump: «Nuestra reunión en Washington, en la Casa Blanca, el viernes, no salió como se esperaba. Es lamentable que haya sucedido así. Es hora de corregir las cosas. Nos gustaría que la cooperación y la comunicación futuras fueran constructivas».

Además, ha reiterado su disposición de llegar a acuerdos con Washington: «En cuanto al acuerdo sobre minerales y seguridad, Ucrania está dispuesta a firmarlo en cualquier momento y en cualquier formato que le resulte conveniente. Consideramos que este acuerdo es un paso hacia una mayor seguridad y garantías de seguridad sólidas, y espero sinceramente que funcione de manera eficaz». Humillado, reiteró que “Nadie desea la paz más que los ucranianos. Mi equipo y yo estamos dispuestos a trabajar bajo el firme liderazgo del presidente Trump para lograr una paz duradera».

Zelensky adelantó algunas pinceladas de su plan: «Las primeras etapas podrían ser la liberación de prisioneros y una tregua en el cielo (prohibición de misiles, drones de largo alcance, bombas en la infraestructura energética y otras infraestructuras civiles) y una tregua en el mar de inmediato, si Rusia hace lo mismo. Después queremos avanzar muy rápidamente en todas las etapas siguientes y trabajar con los EE. UU. para llegar a un acuerdo final sólido».

Por su lado, Moscú ha adelantado que no devolverá las zonas conquistadas militarmente, especialmente aquellas que mediante plebiscitos han solicitado su anexión a Rusia, ni firmará acuerdos con Zelensky, cuyo mandato presidencial ya feneció, demandando la convocatoria de elecciones.

Por su parte, el mandatario ucraniano accedió a firmar una cesión de derechos de propiedad sobre minerales raros, petróleo y gas, a favor de EE. UU. para compensar la ayuda recibida.

Mientras tanto, en Suiza, EE. UU. negocia con la gasera rusa Gazprom la posible compra, total o parcial, del gasoducto ruso Nord Stream 2, y así vender gas ruso a Europa, pero como carburante estadounidense.

En suma, el futuro de Ucrania no es promisorio, pues se ha quedado sola, vencida y desmembrada.

Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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