Lic. Douglas Abadia C.
douglas.abadia@gmail.com

A partir del mes de abril del extinto año 2015, la ciudadanía guatemalteca empezó a generar en el ambiente la idea de un cambio político, pues en la política es donde se toman las decisiones que beneficiarán o perjudicarán a la población.

Un cambio político puede ser un cambio de gobierno o bien del sistema político, y puede realizarse de forma pacífica o bien violenta. Afortunadamente, en nuestro caso la disputa por el poder político no produjo derramamientos de sangre y al final se puede concluir que logramos mantener el sistema democrático en nuestro país.

En Guatemala se percibe un ambiente en el cual las expectativas por el cambio de gobierno son altamente positivas tanto para el sector empresarial como para otros sectores de nuestra sociedad.

En su libro “Gobernabilidad, crisis y cambio“, Manuel Alcántara (1995) establece que la Gobernabilidad puede ser entendida como la situación en la que concurren un conjunto de condiciones favorables para la acción de gobierno, que se sitúan en su entorno o son intrínsecas a éste.  Este concepto se enmarca en el ámbito de la capacidad de gobierno para responder al contrato social, la cual se da siempre en un ámbito en el que se registran demandas de los ciudadanos que son procesadas en menor o mayor medida por el sistema político, implicando la eficiencia en el uso de recursos.

La gobernabilidad en el sistema democrático se puede expresar como la existencia de instituciones de gobierno tanto eficaces como legítimas, que traen como consecuencia la coordinación social necesaria para que el Estado pueda cumplir las demandas sociales establecidas como prioritarias por los ciudadanos.

Todo gobierno que inicia su gestión debe de contar con un período de gracia, es decir, obtener el beneficio de la duda por parte de la población; en este caso los primeros cien días son vitales para lograr avanzar en la implementación de sus programas, planes, políticas y todo lo que conlleva la administración pública en aras de lograr el tan ansiado bien común.

No pretendamos convertir a nuestra Guatemala en un país desarrollado en un período de tiempo tan corto como lo son cuatro años, se deben de ir cumpliendo y agotando los procesos y sobre todo, entender que no existen magos ni superhumanos que con un chasquido de dedos logren lo que no se ha conseguido hacer en tanto tiempo.

A modo de ejemplo: Una persona se pone a dieta y pretende cada mañana verse en el espejo y observar cambios sustanciales en su peso después de una semana, imposible; la relación causa y efecto nos indica que llevará un tiempo determinado en ver los cambios esperados; lo mismo sucede en cualquier ámbito de la vida, en especial la política donde el tiempo político es muy distinto al tiempo común.

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