Vacuna Covid-19. Foto La Hora: AP / Archivo
Las vacunas de Covid-19 y sus problemas

El problema del empleo de vacunas se centró en dos campos; uno eminentemente científico-tecnológico y el otro comercial. Ambos inseparables.

En la etapa inicial de la pandemia (junio de 2020) había muchas vacunas candidatas y caso sabido por la ciencia y el mundo médico, ninguna de ellas había y ha demostrado ser eficaz. A pesar de ello y de no estar aprobadas, las industrias farmacéuticas recibían millones de dólares de financiamiento público para sus estudios y elaboración y era porque también estaban entrando ya en producción a escala comercial. Los países ricos, siempre viendo sus intereses desde esas etapas tempranas estaban comprando cientos de millones de dosis de estas vacunas candidatas y lo hacían muy crédulos a que más adelante se comprobaría con mucha certeza que sí funcionaban bien.

Hablemos un poco de lo científico técnico:

En primer lugar, en aquellos momentos de inicio de la pandemia y su expansión, ya se trabajaba más de un centenar de vacunas y el mundo de la ciencia y los sistemas de salud sabían que ninguna era segura en cuanto a su eficiencia en comparación con las existentes. Muchas de ellas podían fracasar simplemente porque no protegían o porque la tecnología que estaba usándose para su elaboración nuca antes se había probado. En otros casos, la duda se debía a que su fabricación no tenía la tecnología adecuada para producirse con la velocidad, la escala y la estabilidad suficientes.

¿Qué esperaban entonces los sistemas de salud de esas vacunas parciales?

Muchos de ellos que al menos resultasen parcialmente efectivas y esta palabra había que entenderse a que fueran capaces de algunas cosas como: Poder reducir la incidencia de casos o sea apoyar la disminución de contagio. En segundo lugar, reducir la incidencia de casos graves de Covid-19, pero no necesariamente, aunque sí idealmente, detener la transmisión del virus y un tercer elemento era que probablemente muchas de las vacunas o a lo mejor ninguna, podía conferir inmunidad prolongada.

Entonces para el mundo científico y de salud, era claro que las vacunas podrían ser inicialmente parcialmente efectivas y en consecuencia se obtendrían beneficios limitados, aunque con importancia en disminuir la magnitud de la pandemia y que luego vendrían las completamente efectivas. No hay que olvidarse que a menos que desaparezca de la faz de la tierra el virus, es posible que surjan cepas nuevas cuando el virus aún está en cantidad suficiente rondando por el mundo y por lo tanto era posible que con el tiempo surgieran cepas de SARS-CoV2 con mutaciones significativas que demandaría de cambios en el diseño de la vacuna.

Era entonces posible que a finales del 20 y del transcurso del 21, los resultados de los ensayos y la vigilancia epidemiológica sobre impactos de las vacunas reduciría su número a emplearse. Así que en esos años vimos desfilar docenas de empresas establecidas y startups técnicamente competentes de vacunas candidatas, con potencial para un uso generalizado y desaparecer muchas.

Y ahora pasemos a su comercialización

En el movimiento de producción y comercialización de vacunas, existe una mecánica compleja, que altera profundamente todo el ciclo de producción y distribución de vacunas: su desarrollo, pruebas, fabricación, disponibilidad, distribución. Pero hay una situación que altera todo el ciclo: la propiedad intelectual (patentes y secretos comerciales).

En los últimos cinco años, el mundo ha vivido ese juego de producción-distribución de vacunas, cargado de todo tipo de desigualdades entre países y dentro de los mismos y ello a pesar de los esfuerzos de la OMS por organizar equitativamente distribución de vacunas alrededor del mundo. Es claro que en ese juego ocupa lugar importante la propiedad intelectual como freno en la producción y distribución de vacunas e incluso la pelea entre fabricantes de vacunas se centra en la propiedad intelectual como sucede actualmente con las vacunas usadas relacionadas con la fabricación de los plásmidos de ADN. Esto es fácil de entender: Las empresas que controlan la propiedad intelectual necesaria para producir la vacuna, se niegan a transferir sus secretos comerciales a otros posibles productores de vacunas que podrían fabricar la vacuna en mayor cantidad. Entonces hay oferta menor que demanda. Eso fue obstáculo en el caso de la pandemia Covid-19 pero también lo es para el futuro de atención a otras por venir, si no se toman las medidas pertinentes del caso. Podemos ver que hemos visto lo que algunos llaman “tomar como rehenes la vacuna y la salud mundial” y en ello parte central es provocar retrasos en la entrega (de la vacuna) a personas de todo el mundo que la necesitan desesperadamente.

Lo que sí quedó demostrado en la pandemia de Covid-19, es que ninguna empresa fabricante de vacunas que fue autorizada por OMS tuvo por sí sola la capacidad agresiva para producir las vacunas y entonces cabe esperar que las empresas que posean la propiedad intelectual necesaria para hacerlo en futuras epidemias, tengan la capacidad para cumplir con los objetivos de producción en el tiempo que se necesita y entonces en el futuro cercano, un verdadero combate exitoso con vacunas, solo será posible si varias empresas productoras se asocian (es decir comparten secretos comerciales).

Lo que deja en claro el actuar de inmunización con la Covid-19 es que: la forma independiente en que se trabajó esta, dejó a muchos países y poblaciones muy lejos de su objetivo y sin perspectivas públicas de control de la epidemia y eso debe cambiarse a nivel mundial. Aun en estos momentos resulta claro, que mientras las grandes industrias productoras de vacunas se nieguen a transferir su propiedad intelectual, a menos que un tribunal mundial ordene que entregue sus secretos de fabricación, no hay ninguna vía visible para que en una epidemia futura se alcancen los objetivos de vacunación en un plazo razonable. Fabricación y propiedad intelectual, un tema a trabajarse antes que el futuro nos alcance sin solución. Está claro el mundo que los secretos comerciales y otros derechos de propiedad intelectual relacionados con la fabricación de vacunas, son poco conocidos fuera de la industria, que es reservada en cuanto a los detalles.

El futuro necesita planificarse mejor

Claro que sí. Por ejemplo: a fines de agosto del año recién pasado, Novavax, un productor de vacuna luego de haber recibido en años anteriores 450 millones de dólares de la CEPI y del Departamento de Defensa de Estados Unidos y haber lanzado al mercado una vacuna, lanzó su nueva vacuna que funciona diferente a las previas y lo hizo con carácter de emergencia ¿por qué? Esta vacuna ataca más de cerca a las variantes que circulan actualmente, para brindar una mejor protección contra las consecuencias graves del Covid-19, incluidas la hospitalización y la muerte no habla de secuelas secundarias.

A diferencia de las vacunas de ARNm y de vectores, Novavax contiene un adyuvante proteico (un adyuvante es un ingrediente que se utiliza para reforzar la respuesta inmunitaria). Mientras que otras vacunas engañan a las células del cuerpo para que creen partes del virus que pueden activar el sistema inmunitario, la vacuna de Novavax adopta un enfoque diferente. Pero también nace y se actualiza a través de patentes y entonces no se puede pasar por alto que estas barreras intelectuales, pueden retrasar la producción de una vacuna (como ya se vio con las otras vacunas contra Covid-19) y dar lugar a vacunas más caras y difíciles de producir, debido a las plataformas de fabricación patentadas protegidas por la propiedad intelectual. Debemos entender que a medida que el virus SARS-CoV-2 muta y continúan surgiendo nuevas variantes, es importante mantenerse al día con el rendimiento de las vacunas actualizadas. Un plan internacional al respecto de esa actualización que favorezca la igualdad no existe.

En el comunicado del FDA de su aprobación, el doctor Peter Marks, dijo: “Las vacunas contra el COVID-19 han tenido un enorme impacto positivo en la salud pública y la vacunación sigue siendo el método más eficaz para la prevención del COVID-19” de nuevo el reto es la equidad en su obtención y distribución y afirmaba también que la autorización de hoy proporciona una opción adicional de vacuna contra el Covid-19 que cumple con las normas de inocuidad, eficacia y calidad de manufactura de la FDA necesarias para respaldar la autorización de uso de emergencia”1. Usted se preguntará ¿qué pasa en la actualidad con el resto de vacunas? Las vacunas antiguas como las de ARN  fabricadas por ModernaTX Inc. y Pfizer Inc. han sido actualizadas.

Son inocuas las vacunas de Covid-19 que no producen efectos secundarios.

Claro que sí. El FDA advierte que con las vacunas de ARNm actuales como con las anteriores, existe la posibilidad de casos graves (pero poco frecuentes) y que puede producirse inflamación del músculo cardíaco (miocarditis) y del revestimiento externo del corazón (pericarditis) en adolescentes y adultos jóvenes, que se presentan con mayor frecuencia después de la segunda dosis de una vacuna de ARNm. La inflamación, en la mayoría de los casos, mejora por sí sola sin tratamiento.

Con todas las vacunas actuales, las personas aún pueden infectarse, aunque hayan sido vacunadas, pero el objetivo actual de las vacunas es prevenir la enfermedad grave, la hospitalización y la muerte. Estamos hablando de la vacuna Pfizer-BioNTech y la de Moderna. Las primeras investigaciones han sugerido que las personas que se infectan después de la vacunación, también tienen menos probabilidades de presentar Covid persistente (definido como signos, síntomas y afecciones que continúan o se desarrollan después de una infección aguda por Covid), en comparación con quienes no se vacunaron.

Es curioso que en USA, la vacuna Novavax sea la única autorizada por el FDA fuera de las arriba mencionadas.  Mientras que otras vacunas engañan a las células del cuerpo para que creen partes del virus que pueden activar el sistema inmunitario, la vacuna de Novavax adopta un enfoque diferente. Contiene la proteína de pico del propio coronavirus, pero formulada como una nanopartícula, que no puede causar enfermedad. Cuando se inyecta la vacuna, esto estimula el sistema inmunitario para que produzca anticuerpos y respuestas inmunitarias de células T.2 Todas las vacunas pueden tener efectos secundarios como los descritos con las vacunas iniciales de los años 20-21.

Referencia
  1. https://www.fda.gov/news-events/press-announcements/la-fda-autoriza-la-vacuna-contra-el-covid-19-de-novavax-actualizada-para-brindar-una-mejor
  2. https://www.yalemedicine.org/news/covid-19-vaccine-comparison
Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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