Juan José Narciso Chúa

La cuestión del salario ha sido siempre sujeto de discusión, el mismo constituye el mecanismo de intermediación entre la oferta de trabajo y la demanda de trabajo; sin embargo, aunque se plantee en estos términos, no quiere decir que se encuentre sujeto a la ley de la oferta y la demanda, como es el caso de Guatemala, sino al contrario, el sueldo y el salario pasan por una discusión simple, éste es el sueldo o salario que le puedo ofrecer y poco margen de negociación existe en cuanto llegar a un acuerdo en donde la persona que solicita el empleo, pueda conseguir un arreglo adecuado a sus necesidades, lamentablemente no es el caso en este país.

El salario mínimo se constituyó en un esfuerzo –que no es único en Guatemala, sino existe en todo el mundo– como una forma de establecer un piso mínimo de salario para una persona, buscando cierta equidad en el trato, reconociendo que resulta imposible conseguir una intermediación entre la empresa que ofrece el trabajo, con respecto al que lo solicita, al final impera la necesidad de emplearse y de tener ingresos para sostener a la familia y no necesariamente una negociación abierta, en donde se reconozca la calificación de la persona, con su experiencia, sus habilidades y sus destrezas, sino al contrario, “esto es lo que puedo ofrecerle, lo toma o lo deja”.

El salario mínimo ha venido sufriendo cambios mínimos cada año, buscando equiparar el mismo a las condiciones del nivel de vida, presionadas por la erosión que produce en el salario real la inflación, pero la Comisión Paritaria establecida por ley, nunca llega a acuerdos pues en ambos casos imperan los extremos, unos buscando subirlo y otros mantenerlo y si es posible bajarlo, al final del año, según la ley, el Presidente de la República debe establecer dicho salario mínimo, que al final es lo que ocurre siempre.
El salario mínimo presenta una brecha que no le permite llegar a cubrir la denominada Canasta Básica de Alimentos, pero la referida brecha se hace inmensa cuando se compara con la denominada Canasta Básica Vital –que incluye las medicinas, de ahí su denominación de vital–, con lo cual el salario mínimo presenta un rezago notable para que las personas que trabajan y ganan bajo este parámetro, con respecto cubrir las necesidades básicas y aún más las vitales, con lo cual, el salario mínimo pierde su condición de mecanismo de equidad.

La propuesta de salarios mínimos diferenciados representa justamente como le denomina la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos y el Ipnusac, un planteamiento regresivo, pues si con el salario mínimo existe ya una brecha, con este salario mínimo diferenciado, la diferencia se agiganta y profundiza las condiciones de desigualdad para las personas que supuestamente serán beneficiadas con esta medida. La supuesta justificación que el salario mínimo servirá para generar empleo resulta poco convincente, pues lo único que parece ser es una medida que apunta a recrear espacios geográficos de exclusión, en donde el elemento crucial es la mano de obra barata, un insumo o costo para las empresas, que partirán bajo costos más bajos apuntalados por el salario mínimo más bajo e indigno para las personas.

Continuar fortaleciendo esquemas de beneficios fiscales o como en este caso de bajo costo, sacrificando mano de obra, continúa siendo un esquema que sólo beneficia a empresas que deberían buscar cada vez más ser mayormente competitivas, pero sin ningún beneficio del Estado, esto es nada más una muestra de ineficiencia y que profundiza las condiciones de mercados imperfectos que impera en Guatemala.

Reiterar estos supuestos beneficios en nada contribuye, ni en la cuestión del empleo digno y decente, ni mucho menos en propiciar la apertura y la competencia en los mercados, principalmente en sectores industriales que hoy son uno de los que mayor cantidad de exportaciones realizan. Guatemala, debe caminar hacia una mayor cantidad de unidades empresariales, pero en un marco de competencia abierta y por ello la mano de obra debe dignificarse, no deteriorarse más.

En este contexto, merece destacarse la valiente y digna actitud del exviceministro de Trabajo Marlon García, estos comportamientos en los funcionarios son los que deben destacarse y replicarse, primero la dignidad que prestarse a ser representante de intereses fácticos.

*Hoy es el cumpleaños de mi hijo menor, Juan José Bebeto, mi regalo de reyes hace ya 22 años. Que Dios bendiga tus pasos hijo mío.

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