Al terminar el primer año de gobierno de Arévalo se hacen evaluaciones de su desempeño, algunas que reconocen ciertos logros y otras que emiten juicios muy críticos. Ha sido, sin duda, un año muy difícil, con incertidumbre de principio a fin. Opino, como muchas personas, que en política exterior el desempeño ha sido pésimo, a la sombra de Biden, quien exigió retribución por haber defendido los resultados de las elecciones. Se cierra pronto este capítulo; pero Arévalo ha agregado errores graves, como la declaración personal de apoyo a González y Machado y la presencia del ex candidato venezolano en Guatemala el día 15. Al menos, Arévalo realizó “reunión privada”, sin declaración, ante las numerosas protestas de la ciudadanía contra el nuevo Guaidó.

Rechazo la política exterior “dependiente”; pero no me limito a criticarla, sino que propongo a Arévalo la reformulación de nuestras relaciones con otros países y, más importante, la manera de aprobarla y defenderla frente a las amenazas del imperio y otros actores. Primero, debemos sumarnos a alianzas regionales o mundiales que sean de pertinencia para Guatemala, particularmente las que tengan a las Naciones Unidas como patrocinador, en búsqueda de la paz, defensa de los derechos humanos y de los pueblos, protección del ambiente y soberanía sobre nuestros recursos. La búsqueda de una política de coexistencia sana en América Latina y el Caribe, siguiendo el ejemplo de la Unión Africana, abre puertas y mercados, sin depender de las grandes Potencias.

La defensa de nuestros migrantes obliga a rechazar las “propuestas indecentes” de Trump, para convertirnos en muralla de contención y “tercer país seguro”, a esforzarnos con México y Centroamérica en ejecutar el olvidado “plan para el desarrollo mesoamericano” que se propuso desde la firma del Acuerdo de Esquipulas II en 1987, y a hacer respetar el derecho humano a migrar. Arévalo debe retomar la medida de su padre de ser “país no alineado” en las pugnas entre las Potencias o en guerras impúdicas. A su padre le permitió abrir relaciones con el campo socialista. A Bernardo le permitirá evitar relaciones enfermizas como la de Israel, hoy señalado de Estado genocida, con el agravante de haber apoyado las políticas criminales de los militares guatemaltecos durante el Conflicto Armado Interno. Igualmente, es más positiva la relación de Guatemala con la República Popular China que la relación de intercambio de favores con Taiwán, que sólo ha servido para que las y los corruptos reciban dinero para inconfesables proyectos, como el cabildeo de firmas gringas para obtener ayudas y para la corrupción. Lo más trascendental, Sr. Presidente, es la forma de formular esta política. Todos afirmamos, de palabra, que la soberanía radica en el Pueblo; pero en materia de política exterior no tiene ni voz ni voto. Adoptar la nueva política ha de ser con diálogo nacional y referendo, para evitar que las presiones externas desconozcan la voluntad ciudadana. Ante las presiones de Trump, a partir del 21 de enero, el mayor respaldo estará en afirmar que la política exterior de Guatemala la ha aprobado el Pueblo y que no puede violentarse.

Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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