El nivel de molestia con respecto a los salarios mínimos empezó a decaer; sin embargo, todavía se escuchan voces disonantes como el CACIF que busca que la CC los ampare para botar el presupuesto y también los salarios mínimos. Sin embargo, fuera de esta posición que no es nueva del CACIF, es imprescindible indicar que los salarios mínimos representa una conquista indiscutible para todas las personas que trabajan bajo esta clasificación.

Los salarios mínimos durante varios años se quedaron estancados, a raíz de presiones o bien durante y después de la pandemia, aunque es menester indicar que el incremento anual no constituía más allá de unos quetzales de más en su medición diaria.

Los salarios mínimos representan una concreción derivada de la adopción de convenios por parte de la Organización Internacional del Trabajo y se establecieron, por primera vez, con destino a la agricultura en el año 1951.

En 1970 la OIT adoptó el Convenio sobre la Fijación de Salarios Mínimos que entró en vigor el 29 de abril de 1972, se conoce que en más del 90% de los Estados miembros de la OIT existe un salario mínimo y Guatemala es miembro de esta organización.

Sin embargo, se conoce que la primera reglamentación en este sentido se realizó en Australia y Nueva Zelanda en el siglo XIX, el salario mínimo se expresa en unidades monetarias por jornada de trabajo y se conoce que no se puede pagar menos de 6 euros/dólares/ pesos por cada hora de trabajo.

La idea del salario mínimo es que el trabajador pueda pagar la denominada canasta básica de alimentos, la cual representa una canasta virtual que incluye una cantidad de alimentos que se consideran básicos para una familia promedio y sus hijos.

En el caso de Guatemala con grandes brechas de desigualdad, el salario mínimo contribuye a que dicha brecha sea menor, pues al final los trabajadores que gozan del salario mínimo, no llegan a cubrir la canasta básica, ni mucho menos la canasta ampliada.

La Canasta Básica Alimentaria representa una lista de los alimentos que incluye 411 alimentos del área urbana y 366 del área rural, los cuales se dividen en 14 grupos alimenticios.

La canasta básica per cápita mensual CBA a noviembre de 2024 es de Q690.42, si se considera una familia de 5 miembros el costo total por familia sería de Q3,452.10, un dato que el salario mínimo apenas llega a cubrir. Sin embargo, cuando se habla de la Canasta Básica Ampliada se habla de un conjunto de bienes y servicios que satisfacen las necesidades ampliadas de los miembros del hogar como bebidas alcohólicas, ropa, calzado, vivienda, mobiliario, salud, transporte, comunicaciones, recreación, cultura, educación, restaurantes, hoteles, servicios financieros y cuidado personal.

En el caso del área urbana, se considera que el costo per cápita es de Q892.68, si se estiman 5 miembros es de Q4,463.40, con lo cual se puede observar que una persona ganando un salario mínimo no consigue cubrirla.

Es por ello que el salario mínimo representa una conquista social indiscutible, a pesar que se reconoce que el mismo no cubre las canastas básica y ampliada, pero igual, no se debe seguir acusando a los salarios mínimos de inflacionarios, lo que se sí existe es un aprovechamiento de estos incrementos para inflar los precios artificialmente, lo que se denomina especulación, pero en sí mismos los salarios mínimos no son inflacionarios, ni tampoco afectan a la inversión, tal como otros quieren argumentar.

Las personas más vulnerables son aquellas que se encuentran desempleadas o bien aquellas que se encuentran trabajando en el sector informal, pero los que trabajan devengando un salario mínimo, efectivamente se encuentran mejor que los grupos mencionados, pero tampoco significa que puedan cubrir sus necesidades básicas fundamentales, por lo que mejorar los salarios mínimos en Guatemala, reitero, es una conquista laboral y social indiscutible.

Juan José Narciso Chúa

juannarciso55@yahoo.com

Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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