El problema y sus dimensiones
Si usted se toma la molestia de preguntar a qué teme una persona de la tercera edad, es seguro que le responderá a quedarse mal de la cabeza, que en términos médicos significa Demencia.
La demencia se considera de un alto costo emocional y económico para las personas, las familias y las comunidades. La revista médica “Lancet” hace unos meses señalaba que entre 1990 y 2021, la prevalencia mundial de demencia en personas menores de 70 años había aumentado un 122.33%, con un aumento de 128% en casos nuevos desde 1990.
Cada persona tiene y pasa por una experiencia única de la demencia, influenciada por su contexto individual y social y existen diversas formas de adaptarse a los cambios cognitivos y disfrutar de una vida plena durante muchos años. Todos conocemos por experiencia en algún ser querido, que, a largo plazo, los efectos de la demencia pueden ser devastadores, y las etapas avanzadas suelen privar a las personas de su sentido de identidad, de sus recuerdos y de su independencia, de su bienestar emocional y financiero y, en última instancia, de su vida.
A lo anterior cabe añadir las repercusiones sociales que eso tiene en la organización y funcionamiento y en la afectividad de la vida entre los cercanos al caso.
Y para la sociedad que significa este problema
Para la sociedad, los enormes costos de salud y de atención a problemas cognitivos, también van en aumento y eso en parte es debido al envejecimiento de la población en todos los países del mundo incluido el nuestro. Por lo tanto, acelerar el desarrollo de estrategias eficaces para prevenir y tratar las enfermedades cognitivas relacionadas con un conjunto de enfermedades neurodegenerativas que afectan la vida emocional y mental y en última instancia, conducir a la demencia clínica, es crucial para abordar la creciente crisis que al sistema de salud pública le plantea la demencia y para brindar esperanza a millones de personas en riesgo y afectadas en todo el mundo.
Qué deben hacer los servicios de salud al respecto
Ofrecer una oportunidad de preservar la función cognitiva, reducir la morbilidad y mejorar la calidad de vida de las personas y sus familias.
Pero hay otro elemento que es fundamental: la inversión para apoyar la investigación sobre la detección, comprensión y desarrollo de intervenciones predictivas, preventivas y curativas, a partir de la cual se puede aprender mucho más para evitarlas y controlarlas. Es claro que en este campo, falta mucho por hacer.
Cómo se encuentra la situación actual
Como ocurre con toda enfermedad, los que tienen estas enfermedades, padecen de diferente tipo y grado de demencia y eso a la vez permite variación en las experiencias de las personas y propicia muchas formas de adaptarse a los cambios cognitivos y disfrutar mejor de una vida. Esto se ve vedado para muchos, porque los sistemas de salud no están preparados para ofertar un verdadero programa para atender las demencias.
Hablemos en general de las demencias
Las demencias en estos momentos, consisten de un conjunto de enfermedades neurodegenerativas que inicialmente se comportan con un poco de silencio, pero que conforme evolucionan, en última instancia producen la demencia clínica.
En la actualidad hay algo importante de considerar. No existe cura y las terapias aprobadas van enfocadas a retrasar las enfermedades y estas ofrecen solo un beneficio clínico modesto y esto solo para determinados pacientes. Igualmente, las terapias actuales se han encaminado al control de los síntomas. A la vez existe una multitud de técnicas y estrategias no farmacológicas, que han sido estudiadas para prevenir, pero debemos ser realistas: no han logrado proporcionar evidencia definitiva sobre su magnitud de éxito y por tanto no existen estrategias definitivas al respecto sobre su efectividad y para quién son más adecuadas.
Pero no hay que ser del todo negativos al respecto, ya que estamos presenciando cada día más avances científicos alentadores, que están permitiendo mejorar la comprensión de la biología molecular y celular que subyace en las demencias, incluidas las contribuciones genéticas al riesgo y la resiliencia, así como el descubrimiento de biomarcadores, que permiten la identificación temprana de cambios en la salud cerebral, que pueden conducir a dichos males.
Funcionan los biomarcadores y hay algo más
¡Claro que sí! los fluidos y los digitales prometen mucho. Lo importante de estos es que su uso crea oportunidades para una intervención más temprana. Por ejemplo, los descubrimientos de biomarcadores, han llevado a la identificación de una nueva forma de demencia (encefalopatía TDP-43 relacionada con la edad y de predominio límbico) y a la conciencia de que la mayoría de los casos de demencia presentan una combinación de patologías. Con la mayor comprensión que se siga logrando se podrá llegar a una producción mayor y a una expansión sustancial de la línea terapéutica. Evaluar la evidencia sobre intervenciones no farmacológicas (por ejemplo, estilo de vida, entrenamiento cognitivo) es motivo de estudios dirigidos no solo a tratar sino sobre todo a prevenir estas enfermedades.
Las herramientas y tecnologías de vanguardia también incluyen los métodos multiómicos (incluyen un conjunto de técnicas biomoleculares, que combinan datos de diferentes fuentes experimentales -genómica, transcriptómica, proteómica, epigenómica y metabolómica-) para comprender los sistemas biológicos y la inteligencia artificial, que están cambiando radicalmente el panorama de la investigación y la práctica clínica.
Y se pueden describir algunas de las enfermedades demenciales clínicas
Es importante reconocer que la demencia en el sentido clínico, representa la culminación de un proceso progresivo que comienza con cambios patológicos en el cerebro, que finalmente resultan en deterioro cognitivo y también pueden incluir el desarrollo de alteraciones conductuales, psiquiátricas, motoras y funcionales. Con el tiempo, estas alteraciones pueden alcanzar un nivel de gravedad tal, que el individuo ya no puede funcionar de manera independiente.
Los síntomas pueden progresar, hasta el punto en que las personas no puedan caminar, mantener la continencia o incluso tragar. En última instancia, la demencia es una enfermedad mortal.
La enfermedad de Alzheimer (EA) es quizá la que más suena en el oído de la gente, pero hay otras causas comunes ya descritas como la demencia frontotemporal (DFT), la demencia con cuerpos de Lewy (DCL), la demencia clínica que surge de forma aguda después de un accidente cerebrovascular incidente y la demencia vascular que se desarrolla en los años posteriores a un accidente cerebrovascular. También hay causas no neurodegenerativas de demencia clínica, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y otras infecciones, la lesión cerebral traumática; pero en estas, las estrategias de prevención y tratamiento se derivarían de las causas conocidas.
Hay otro tipo de demencia de etiología múltiple, que se caracteriza por la identificación de patologías mixtas en el cerebro de un individuo que experimenta síntomas clínicos de demencia y debe tenerse en cuenta que la alta prevalencia de la demencia de etiología múltiple —que cada vez se considera más la forma predominante en personas mayores— y la comprensión limitada de las conexiones entre las distintas neuropatologías y las presentaciones clínicas y sintomatologías superpuestas, y de las consecuencias conjuntas de las mismas, hacen que el uso de estos términos sea complejo tanto en el ámbito clínico como en el de la investigación. Dicha complejidad también tiene consecuencias para las personas que luchan por recibir diagnósticos y atención precisos y oportunos.
Expliquemos un poco de cada enfermedad
No nos debemos perder lo general de estas enfermedades. Son trastornos cognitivos que se desarrollan a lo largo de la vida y se caracterizan por una pérdida adquirida de la función cognitiva que influye en la memoria, el pensamiento y la conducta y que, con el tiempo, es lo suficientemente grave como para interferir con la independencia y las tareas diarias.
Demencia por enfermedad de Alzheimer (EA): la EA se define por la presencia y ubicación específicas de placas amiloideas y patologías de ovillos neurofibrilares tau. La afección afecta principalmente a personas de 65 años o más. Las personas diagnosticadas antes de cumplir los 65 años, se describen como personas con EA de inicio temprano y algunas de ellas tendrán causas genéticas y se las denominará EA familiar. Existe otra forma de EA de inicio temprano llamada EA relacionada con el síndrome de Down.
Los síntomas comunes de la EA incluyen pérdida de memoria; dificultad para completar tareas familiares; deterioro del juicio; extravío de objetos; cambios en el estado de ánimo, la personalidad o el comportamiento; y, eventualmente, dificultad para caminar, hablar y tragar.
Demencia con cuerpos de Lewy (DCL): La DCL se asocia con depósitos anormales de una proteína llamada alfa- sinucleína en ciertas regiones del cerebro. Estos depósitos, llamados cuerpos de Lewy, también pueden encontrarse en otros tipos de demencia, incluida la demencia de Alzheimer y la demencia de la enfermedad de Parkinson. Los síntomas clínicos de la DCL suelen comenzar a manifestarse a los 50 años o más y pueden incluir alucinaciones visuales o auditivas; cambios en la concentración, la atención, el estado de alerta y la vigilia; pérdida grave de otras capacidades cognitivas que interfieren con las actividades diarias; trastorno de conducta del sueño REM, deterioro de la función autónoma y deterioro de la movilidad con características parkinsonianas (p. ej., caminar arrastrando los pies, postura encorvada, problemas de equilibrio y caídas repetidas, rigidez muscular, rigidez, temblores).
Demencia frontotemporal (DFT): La DFT consiste en un grupo de trastornos causados por la pérdida progresiva de células nerviosas en los lóbulos frontales o temporales del cerebro, lo que lleva a la pérdida de la función en estas regiones cerebrales y al deterioro del comportamiento, la personalidad y/o dificultad para producir o comprender el lenguaje. Algunos pacientes con DFT también pueden tener enfermedad de la neurona motora (también conocida como esclerosis lateral amiotrófica o enfermedad de Lou Gehrig) y viceversa. Las dos causas más importantes de la DFT involucran a las proteínas tau y TDP-43, aunque existen otros tipos de DFT causados por mutaciones genéticas específicas y diferentes inclusiones proteicas.
A diferencia de la enfermedad de Alzheimer, la DFT se diagnostica con mayor frecuencia en la mediana edad, entre los 40 y los 60 años de edad. Los tres tipos principales de DFT incluyen la demencia frontotemporal variante conductual, que implica cambios en la personalidad, el comportamiento y el juicio; la afasia progresiva primaria, que implica cambios en la capacidad de usar el lenguaje para hablar, leer, escribir, nombrar objetos y comprender lo que dicen los demás; y los trastornos del movimiento, que producen cambios en los músculos (enfermedad de la neurona motora) o en las funciones motoras (parkinsonismo). Estos últimos pueden incluir síntomas asociados con trastornos parkinsonianos atípicos como el síndrome corticobasal y la parálisis supranuclear progresiva. Las presentaciones clínicas mixtas que implican una combinación de estos síntomas son comunes en la DFT.
Demencia vascular: La demencia vascular es causada por interrupciones en el suministro vital de sangre y oxígeno que también interrumpen la eliminación de neurotoxinas cerebrales, lo que resulta en lesión neuronal y glial y muerte celular que culmina en deterioro y deterioro cognitivo. La demencia vascular se caracteriza por la presencia de arteriolosclerosis y lesiones neurogliovasculares en la integridad de la barrera hematoencefálica. Las lesiones cerebrovasculares incluyen infartos (micro o grandes vasos), hemorragias (micro o lobares), anomalías de la mielina debido a enfermedad de vasos pequeños y angiopatía amiloide cerebral. La demencia vascular presenta síntomas similares a otros tipos de demencia y puede incluir confusión, desafíos para organizar pensamientos, dificultad para planificar y comunicarse, y síntomas físicos como coordinación reducida y marcha inestable. Algunos, pero no todos, los pacientes con demencia vascular, pueden tener un inicio abrupto debido a un accidente cerebrovascular o hemorragia.
Encefalopatía TDP-43 relacionada con la edad con predominio límbico (LATE): la LATE fue reconocida clínicamente en 2019 como un tipo de demencia que es similar a la EA en su presentación clínica pero que implica una patología distinta caracterizada por la acumulación de TDP-43 en el sistema límbico del cerebro de adultos mayores, generalmente entre aquellos mayores de 80 años.
Los síntomas de LATE pueden incluir pérdida de memoria y deterioro cognitivo y de la toma de decisiones. Se cree que el diagnóstico erróneo de EA es generalizado y que también es común la coexistencia con otros tipos de demencia; algunos pacientes diagnosticados con EA pueden tener LATE o una combinación de ambas patologías cerebrales.
Demencia de etiología múltiple: la demencia de etiología múltiple se produce cuando dos o más patologías (patologías mixtas) coexisten en el cerebro de una persona que padece demencia clínica. La prevalencia de esta coexistencia es generalizada y se cree que la mayoría de los casos de demencia entre las personas mayores de 65 años son de etiología múltiple.
Los síntomas reflejan aquellos asociados con las distintas patologías y pueden variar según el tipo y la extensión de los cambios neuropatológicos presentes.
En la actualidad, no existen intervenciones que prevengan o curen estos males y existe una necesidad urgente de tratamientos que mejoren sustancialmente las vidas de las personas que viven con demencia y las de sus familias, compañeros de cuidado y cuidadores.