Estamos viviendo un fenómeno inquietante en nuestra sociedad “chapina”: la proliferación de contenidos y comportamientos que, lejos de aportar valor intelectual o social, parecen ser celebrados y promovidos por su superficialidad y falta de profundidad. Esta tendencia plantea serias preocupaciones sobre el estado de nuestra cultura y el impacto que tiene en las futuras generaciones.

Las plataformas digitales le dan cabida a cualquier tipo de contenido, sin importar su valor educativo o la veracidad de la información. Esto ha llevado a que todos los días veamos contenido vacío y, en muchos casos, mediocre, pero al final de cuentas se vuelve viral y recibe más aplausos que la información de calidad.

Los guatemaltecos estamos inmersos en el tema del entretenimiento rápido y fácil de consumir, lo cual ha promovido contenidos que priorizan lo superficial por encima de lo educativo y valioso. Entre más mediocre es una publicación, más aplaudida es, en el caso de las redes sociales, la más comentada y compartida es la que nos deja un mensaje sin valor.

La propagación de información falsa y la falta de habilidades de pensamiento crítico entre la población, han contribuido a que se aplaudan ideas y comportamientos incorrectos. Esto lo podemos comprobar muy fácilmente, con solo leer los perfiles de supuestos “influencer”, quienes solamente influyen para su beneficio y lo peor que las personas se lo creen y los ven como sus ídolos. A unos hasta les escriben que los consideran como futuro presidente de la República.

Las figuras públicas que promueven comportamientos cuestionables influyen negativamente en los seguidores, lo cual ha hecho normal que vean la mediocridad como lo aplaudible, tal es el caso de varios jefes edilicios que no aportan nada y en vez de ser un ejemplo, se han convertido en el «hazmerreír» del pueblo, porque es un personaje que es objeto de burla o diversión por su aspecto o conducta.

Las vulgaridades se han convertido en algo habitual y los personajes estos de 10 palabras que dicen, 11 son soeces por lo que dejan mucho que desear para la sociedad y no son un buen ejemplo a seguir, es más deberían de ser censurados, ya que han dejado de tener los pies sobre la tierra.

La prevalencia de contenido superficial puede llevar a una degradación del discurso público y a una disminución en la calidad de los debates de altura. Los “politiqueros” se afanan más en desacreditar que en construir y todo por el simple hecho de que no tienen la educación y la capacidad para emitir discursos de valor, pero lo más fácil es la patanería.

Las generaciones más jóvenes están siendo influenciadas negativamente con esta mediocridad, en la que han caído los líderes y figuras públicas, adoptando comportamientos y actitudes que no fomentan el crecimiento intelectual ni el desarrollo personal.

En este contexto, es vital que como sociedad reflexionemos sobre los valores que estamos promoviendo y celebrando. Hago un llamado para que el Ministerio de Educación -MINEDUC- fomente el pensamiento crítico, el análisis en todas las etapas educativas para contrarrestar esta forma de comportamiento que lo único que nos deja es gente superflua, la cual no tiene capacidad para hablar de temas importantes.

Por esta razón, es que los padres debemos estar atentos a nuestros hijos y la forma como utilizan las plataformas digitales de manera responsable, priorizando contenidos que eduquen y dignifiquen. No se debe permitir que caigan en la mediocridad que fomentan muchos que deberían ser ejemplo de conducta, pero sobre todo ser una persona digna de imitar porque representan un ejemplo social.

Es nuestra responsabilidad como sociedad asegurarnos de que estamos construyendo un futuro basado en el conocimiento, la integridad y la verdad. La propagación de información falsa o engañosa puede llevar a que se aplaudan ideas o comportamientos incorrectos e irrelevantes.

En algunos casos, aplaudir la mediocridad puede ser una forma de humor o sarcasmo, una manera de lidiar con la frustración o el absurdo de la vida moderna. Es un fenómeno complejo y multifacético, pero es importante recordar que también hay muchas personas y conglomerados que valoran la inteligencia, la educación y el pensamiento crítico.

Marco Tulio Trejo

mttrejopaiz@gmail.com

Soy un periodista y comunicador apasionado con lo que hace. Mi compromiso es con Guatemala, la verdad y la objetividad, buscando siempre aportar un valor agregado a la sociedad a través de informar, orientar y educar de una manera profesional que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que aquejan a las nuevas generaciones. Me he caracterizado por la creación de contenido editorial de calidad, con el objetivo de fortalecer la democracia y el establecimiento del estado de derecho bajo el lema de mi padre: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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