La Navidad es una festividad muy especial para quienes somos cristianos. ¡Se celebra el nacimiento del Niño Jesús en Belén hace un poco más de dos mil años, que dio inicio a una nueva era para la Humanidad! Pero es también importante hoy para los no cristianos y no creyentes, al haberse convertido en una festividad para que las familias y las amistades gocen de tranquilidad y se sientan muy unidas; una mezcla de espíritu navideño y nostalgia de los tiempos de la niñez. De esta suerte, la Navidad ha trascendido del cristianismo para convertirse en una fiesta del amor recíproco. Nos estamos preparando para esta celebración, en Guatemala para el período que arranca en la Noche Buena y se extiende hasta el inicio del nuevo año. Pero esta fiesta, en este año, no debe quedarse sólo en la alegría y la felicidad del círculo inmediato. Para las y los cristianos, es tiempo de oración –que siempre ha tenido inmenso poder– reflexión y acción. Para los demás, con mayor razón, al reemplazarse la oración cristiana por la reflexión. No todo debe ocurrir en el corto tiempo cercano a la Navidad, ya que hay cosas que se pueden hacer antes y poco después, aunque sí deben estar en el ambiente de nuestras conversaciones en la Pascua y en las promesas de Año Nuevo.

No llega esta Navidad en la fecha más esperanzadora en sí misma, ya que pasamos por una profunda crisis de la Humanidad –se padece la falta generalizada de ética y la pérdida de los valores humanos, y cincuenta y dos países encabezados por EE. UU. no quisieron votar contra “la glorificación del nazismo” en la ONU– que amenaza con hacerse más difícil e irresoluble, luego de que el imperio alentara, apoyara y defendiera el genocidio y otros crímenes de lesa humanidad  perpetrados por Israel contra el Pueblo Palestino. El jinete apocalíptico de la guerra azota a muchos pueblos, y los otros tres andan igualmente sueltos –hambre, peste y muerte–x y ahora acompañados por un quinto jinete, la degradación ambiental causada por los irresponsables grupos dominantes del mundo. Los cinco jinetes son azuzados en Guatemala con el abuso de poder de los mafiosos y sus prácticas de corrupción e impunidad.

La situación del mundo nos afectará a todos los seres humanos, sin distinción, igual cristianos que no cristianos, por lo que estamos obligados a no quedarnos indiferentes frente al mal. Es por ello que en el ambiente pascual debe aumentar la oración entre los primeros y la reflexión en ambos, así como el inicio de acciones a la luz de la esperanza de que el bien derrotará al mal. Este sábado, 21 de diciembre, puede ser la última oportunidad para demostrar con manifestación en la Plaza de la Constitución nuestro firme rechazo a las y los mafiosos. Es punto de partida para movilizaciones a lo largo de 2025, que sean ejemplares para todo el continente americano, con la determinación de extirpar la corrupción y la impunidad. Será nuestra forma de contribuir de manera directa en Guatemala a que se produzca el triunfo del bien sobre el mal. Hemos de estar en alerta, sin embargo, para responder a las demandas mundiales de los pueblos para enfrentar a las fuerzas del mal.

Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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