Empezamos el año con un Estado cooptado, cooptado hasta los dientes que había generado un golpe de Estado para que no tomara posesión Bernardo Arévalo. Sabíamos que la justicia estaba cooptada, pero al finalizar el año nos damos cuenta que la justicia está totalmente politizada a favor del pacto de corruptos. Le fuimos dando la vuelta a cada página del año para descubrir que cada vez más las instituciones democráticas guatemaltecas están atrofiadas. El extremo fue la denuncia del superintendente de la SAT, el sistema de administración de pago de impuestos quien denunciara una estructura de 410 empresas, algunas de cartón, que evadían impuestos por cantidades millonarias, el caso más grande de evasión fiscal hasta la fecha. El premio que le dan al superintendente por ser honesto es que el sistema de justicia lo denuncia a él a través de extorsionar a sus familiares, la estrategia común utilizada. ¡Increíble! Qué forma tan absurda y cínica de mantener viva a la corrupción.
Son tantos los casos en que el sistema de justicia a través del Ministerio Público, MP, ha realizado la defensa oficiosa de personas corruptas que ya parece que nuestro silencio lo avala. Son tantos los casos donde el modelo de encarcelamiento y tortura hace que a los acusados injustamente se les obligue a aceptar cargos de delitos que no cometieron que solo existen en el imaginario de los que le dan órdenes al MP. Lo último del año fue la carrera en la que se puso el Ministerio Público para cancelar al partido político Movimiento Semilla cuando vio que el Congreso había hecho cambios en la Ley Contra la Delincuencia Organizada, un artificio ilegal utilizado por el MP y sus jueces aliados en el afán de complacer a sus verdaderos jefes, el pacto de corruptos. Pero a estos jueces corruptos, fiscales corruptos, no les importa nada, así que violaron la autonomía del Tribunal Supremo Electoral y se han arrogado el derecho de cancelar partidos políticos. ¡Por las barbas de Neptuno! El extremo es que el mismo Ministerio Público envía una carta al Tribunal Electoral para apercibirlo para que acepte la orden ilegal un un juececito de séptima categoría que decide no cumplir con la Constitución.
El año cierra con la tristeza de que los y las guatemaltecas no estamos aprovechando una enorme oportunidad de cambio. Desde el presidente hasta casi todo ciudadano de a pie no nos damos cuenta que estamos desaprovechando una oportunidad de oro, algo que difícilmente se repetirá. ¿Cuándo vamos a tener nuevamente un presidente honesto? ¿Cuándo? Pero parece que la honestidad, aunque necesaria, no es suficiente. También se requiere capacidad, valor y decisión, nada de esto último muestra el ejecutivo actual, lastimosamente. Pero como dice el poeta Fito Páez: «¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Tanta sangre que se llevó el río. Yo vengo a entregar mi corazón».
Pero la lucha por la democracia en Guatemala sigue, debe seguir, aunque al liderazgo nacional no le parece importar la enorme inestabilidad política que se ha creado, el intenso señalamiento internacional al cooptado sistema de (in) justicia y la bomba social que se está construyendo porque el país no puede seguir con estos enormes problemas estructurales no atendidos: Desnutrición de más de la mitad de los niños y niñas guatemaltecas, la pobreza ya común a más de la mitad de los guatemaltecos, la migración forzada de millones de guatemaltecos que rompen sus familias para conseguir trabajo en los Estados Unidos, la malísima condición de las carreteras, puertos y aeropuertos, el abandono total del sistema de ferrocarriles, el estado de abandono del sistema de salud y muchos hospitales, la violencia no atendida por el MP, la contaminación ambiental de todo y por todos posponiendo la construcción de sistemas de tratamiento de agua municipal, el bajísimo aprendizaje de matemática y lectura en las escuelas, apenas 10% saben matemática elemental en la escuela secundaria asegurando un futuro obscuro si no lo cambiamos ahora.
¿Qué podemos hacer los y las guatemaltecas ante este tenebroso panorama que construye la politización de la justicia desde el Ministerio Público? Primero, debemos despertar. Debemos tomar conciencia de que el país que estamos construyendo se basa en el abuso judicial y eso significa falta total de certeza y uso y abuso de la ley para intereses particulares. La buena noticia es que no son todos los fiscales ni todos los jueces. Segundo, debemos exigir el retiro de una fiscal general que se ha convertido en un Cuarto Poder. Si toda la Unión Europea lo exige, por qué nosotros no. La democracia a defender es la nuestra. A nosotros, todos, nos han declarado la guerra judicial. Tercero, debemos cambiar la forma de elegir diputados y magistrados, magistrados de altas cortes y de sala, todos. No podemos seguir con la elección de quienes administrarán justicia se base en el pago de favores políticos. Urge independencia judicial. No será fácil, como dice el mismo poema de Fito Páez: «No será tan fácil, ya sé qué pasa. No será tan simple como pensaba…» Por eso, realmente debemos hacerlo. Recuperemos al sistema de justicia. Construyamos nuestra democracia. Si no es ahora, no será nunca Guatemala.