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Ayer, en la conferencia de prensa para dar información sobre el caso de defraudación fiscal B410, el periodista Diego España de La Hora preguntó concretamente si el MP actuaría con la diligencia que muestra en otros casos si se corrobora la relación existente entre Miguel Martínez, pareja sentimental y poder tras el trono de Alejandro Giammattei, con algunas de las empresas señaladas. A manera de respuesta el fiscal Regional Metropolitano, Dimas Jiménez, quiso dar una lección de derecho al periodista, pero no pasó de armar tremendo galimatías para justificar que, en ese caso, no habrá ninguna prisa. Por cierto, para explicación del fiscal, galimatías se llama a una expresión en lenguaje oscuro por la impropiedad de las frases o por la confusión de las ideas.

Obviamente al Ministerio Público no le interesa que todos estén sujetos a la ley como dicen, puesto que de lo contrario no llevaríamos 338 días de paciente espera a que San Juan o la Fiscal General baje el dedo para investigar la obvia corrupción del gobierno anterior en la que el mismo Martínez se confesó públicamente como Jefe de Jefes. En esa calidad actuó siempre y no se podía realizar ningún negocio con entidades del Estado sin que él diera su visto bueno, luego de haber tomado cartas en el asunto. Es el mismo que en una llamada a su pareja le increpó por no presionar a la Fiscal General, a la que insultó llamándola “vieja p…” y al jefe de la FECI se refirió como “el  indio c…”.

No hace falta ser abogado para entender que no se debe proceder contra nadie por capricho y sin pruebas, cosa que hace corrientemente la gente que está ligada a las mafias, al punto de recurrir hasta al abuso para aprovechar la Ley de Femicidio, misma que fue hecha para proteger a las mujeres de abusos que puedan realizar los hombres con los que tienen alguna relación, pero que terminó siendo coraza para proteger a gente que adora la corrupción, que hacen cosas incorrectas y no desea que se les señale en la prensa.

Si realmente hubiera un estricto apego a la ley en las actuaciones del Ministerio Público no habría necesidad de andar haciendo esas preguntas tan directas en cuanto a por qué existe ese doble rasero en el que se usa todo el peso legal cuando les conviene para acallar críticas, pero se hacen de una vista tan gorda ante situaciones que son de pleno conocimiento de la ciudadanía y en las que entierran cualquier denuncia.

Sería bueno que el fiscal en mención revise sus palabras para darse cuenta del galimatías armado para justificar la inacción. Al fin y al cabo, ellos terminan siendo chivos expiatorios de aquellos que han pactado por la impunidad.

Redacción La Hora

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