Luis Enrique Pérez

¿El apóstol Pablo o Saulo de Tarso se llamaba realmente Pablo? ¿O se llamaba realmente Saulo? ¿O tenía ambos nombres? Sea cual fuere la respuesta a estas preguntas, este apóstol nació probablemente en el año 10 de la Era Cristiana, en Tarso, la ciudad capital de Cilicia, que era parte del imperio romano. Pablo o Saulo pertenecía a una familia judía que descendía de la tribu de Benjamín. Inició su educación religiosa en una sinagoga de Tarso, y la prosiguió en Jerusalén, guiado por el rabino y fariseo Gamaliel Primero, doctor de la ley.

Julio César le había conferido tantos beneficios a Tarso, que esta ciudad se llamó temporalmente, en griego, “Juliópolis”, es decir, “ciudad de Julio”; y el general romano Marco Antonio la proclamó, en latín, “civitas libera”, es decir, “ciudad libre” (o ciudad autogobernada, que, como tal, por lo menos no tenía que pagar impuestos a Roma). Era una ciudad principal, Había una importante red de caminos entre Tarso y otras ciudades principales de la época, entre ellas Jerusalén, Corintio, Antioquía de Siria y Éfeso (en donde, siglos antes, había nacido el filósofo Heráclito, “el obscuro”).

En Tarso era adorado un dios llamado “Mithras”. Quien se iniciaba en el culto a esta deidad bebía sangre de un toro sacrificado, y también la vertía sobre su cabeza. El toro era sacrificado durante una ceremonia llamada “taurobolium”. Esta palabra significaba “muerte del toro” (aunque originalmente tenía otros significados; por ejemplo, “caza de un toro salvaje”). Presuntamente quien se iniciaba en el culto al dios Mithras adquiría una fantástica vitalidad sobrehumana, capaz de vencer a la muerte misma.

El griego era un idioma principal en la capital del imperio romano, es decir, Roma. Hablar y escribir en griego era ventajoso en las comunicaciones ordinarias y en el intercambio comercial. Es probable que Jesús haya hablado no solo el idioma arameo (que era la lengua común en Palestina, y principalmente en Nazaret y Cafarnaún), sino también el griego. Pablo o Saulo hablaba el idioma griego; pero no el griego clásico que hablaron, por ejemplo, el filósofo Platón o el historiador Tucídides, sino una variedad de griego denominada “koine”. Precisamente Pablo o Saulo empleó esta variedad de idioma griego para escribir cartas dirigidas a las primeras comunidades cristianas; y empleó palabras propias de antiguos textos hebreos y arameos traducidos al griego, que constituían la “biblia septuaginta” o “biblia griega” (posteriormente modificada).

Los padres de Pablo compraron la ciudadanía romana, que confería el derecho a tener un nombre romano, y hasta tres nombres, es decir, en latín, “tria nomine”. En la época de Pablo o Saulo, sin embargo, era más frecuente el uso de dos nombres. En latín, el primero se denominaba “praenomen”; y el segundo, “cognomen”. El “praenomen” del apóstol era “Saúl”, que era su nombre original hebreo, del cual derivaba el nombre “Saulo”. El “cognomen” era “Pablo”, derivado del latín “Paulus”, que significaba “pequeño”. Precisamente el cuerpo de Pablo era pequeño. Podían ser usados ambos nombres.

En el año 33 de la Era Cristiana, cuando viajaba desde Jerusalén a Damasco (actual capital de Siria) para perseguir y encarcelar cristianos, Pablo tuvo una “apocalypse”, que es una palabra griega que significa “revelación”. Aquello que se reveló fue Jesús. Entonces Pablo o Saulo inició una obra misionera tal, que algunos historiadores opinan que es el segundo fundador del cristianismo. Jesús es, por supuesto, el primer fundador. Pablo no conoció a Jesús. Solo conoció al apóstol Pedro, y a Santiago, hermano de Jesús. Fue el primer gran teólogo del cristianismo, que concibió una iglesia cristiana universal. Sus doctrinas sobre la gracia, la predestinación y la libre voluntad inspiraron a San Agustín de Hipona.

Post scriptum. El apóstol Pablo o Saulo de Tarso murió en Roma, probablemente en el año 67 de la Era Cristiana (víctima de martirio, o decapitado con espada), un año después de la rebelión judía contra Roma, y tres años antes de la destrucción del segundo templo.

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