-Severo: Estoy harto de tanta estupidez, parece que la gente no entendiera, y está todo tan claro para mí. Ah, pero para criticar si son buenos. Ya me cansé de dar mi opinión, es como arar en el mar.
-Casimiro: Si querés que la gente valore lo que pensás, sería bueno que te atrevieras a las ideas de los otros, y que no querrás solo imponer las tuyas; así solo vas a lograr que se alejen.
-Severo: La gente no aguanta nada, y vos sos como los demás. Todos creen que tienen la razón.
-Casimiro: Las proyecciones son gratuitas, no cabe duda. Pero no voy a discutir con vos sobre eso; mi opinión es válida y no necesito que le des tu aprobación. Igual, vos hablás mucho de lo tuyo, y poco te interesa lo que yo pueda decir.
-Severo: Pues mi trabajo me ha costado llegar a donde estoy, no le debo nada a nadie.
-Casimiro: ¡Caray! Contame más sobre vos, de seguro no he oído suficiente.
-Severo: Ese comentario solo desnuda tu envidia.
-Casimiro: Debe ser difícil ser tanto y tener que lidiar con gente inferior como yo.
-Severo: Dejá de ser irónico y decime en mi cara lo que pensás de mí; a ver si te atrevés.
-Casimiro: Bueno, aparte de que sos un amargado, no sé qué más hacés con tu vida. Entiendo que no vivís nada con pasión sino por competir, y que usás a la gente para sentirte superior. Ese hipercriticismo tuyo parece ser sólo un reflejo de lo mucho que en el fondo te despreciás, y de que te criticás a vos mismo inconscientemente. Supongo que es la forma de protegerte y de blindarte, pretendiéndote inaccesible y hasta inalcanzable.
-Severo: Y si eso fuera cierto, ¿por qué lo haría?
-Casimiro: Te veo sobrevalorando tus logros y subestimando los de otros en cosas que a la larga tienen que ver con vos y que por eso te comparás. Obivamente para algo te sirve hacerlo así, y creo que lo hacés para esconder intenciones ocultas.
-Severo: ¿Qué cosas ocultas pueden ser?
-Casimiro: El ser humano vive en una eterna guerra consigo mismo, contra sus defectos. Supongo que vos como muchos, vivís como si te hubieras tragado a un policía y que no te das tregua.
-Severo: Vos no sabés nada de mis defectos, ni de dónde vengo yo, lo que me ha costado, y por las cosas que he tenido que pasar.
-Casimiro: Es cierto, no las sé. Seguramente el pasado forjó lo que sos, pero no podés seguir viviendo en él porque ya no está vigente. De ahí que las quejas solo sean como plegarias cargadas de ira y hechas al infierno.
-Severo: Entiendo lo que decís, pero es que han sido cosas muy difíciles, nadie ha vivido lo que yo viví, con todo el daño que eso fue capaz de hacerme.
-Casimiro: Hasta parecés gente. Todos tenemos una historia triste que contar, y hay que actualizarla para que no siga pesando como cuando ocurrió. Un trauma emocional pone al cerebro en modo de protección, y deja de atender con justicia los nuevos recuerdos, a los que hay que alentar para que salgan. Vigilando los antiguos recuerdos, aunque sea inconscientemente, tratamos de protegernos del trauma; y en el afán de ser justicieros podemos terminar defendiendo causas injustas.
-Severo: Aquí entre nosotros, siempre he querido pertenecer al mundo, pero me da miedo ser dominado por él. Te juro que a veces trato de no decir nada para evitar conflictos, pero entonces entro en conflicto por no decir nada; soy una contradicción.
-Casimiro: Te entiendo, pero si vivís tu vida solo para sobrevivir y con miedo de no ser suficiente, todos van a ser tus patrones; y los que se sienten jefes son excelentes para quitarte el poder porque los hace sentir que están a cargo. Aunque te duela, no sos el único acomplejado sobre el planeta, somos todos.
-Severo: Siento que puedo hablar con vos, me das seguridad para atreverme a otras formas de pensar. Es como si las ideas repetitivas fueran una suerte de muerte mental, por renunciar a la estimulación que viene de otras fuentes, solo para no crecer seguramente y para justificar mi forma de ser. Ha sido un esfuerzo inútil solo para no sentirme culpable.
-Casimiro: La culpa es válida, nos mantiene alertas, nos hace mejores. Pero tiene que ser una culpa progresista. Por la obligación de vivir tenemos que equivocarnos porque siempre avanzamos y entramos en mundos que no conocíamos, y es inevitable que fallemos. El truco es equivocarse siempre, pero en cosas distintas, para no estancarse.
-Severo: Mi mayor miedo ha sido sentirme insignificante e insuficiente. La fachada de superioridad oculta mis inseguridades y un miedo intenso al rechazo y la humillación, que es al final la que de todos modos consigo. Me aterra sentirme expuesto, y busco tener control de cómo me perciben los demás para proteger a la imagen idealizada que tengo de mí mismo. Los resultados están a la vista, y son malísimos.
-Casimiro: Me has dicho algunas palabras clave, y al respecto te voy a sugerir cuatro verbos que tal vez no debés utilizar tan frecuentemente. No te digo que los elimines porque existen, pero se cauto con ellos. Los verbos son; idealizar, comparar, culpar y justificar. Tal vez en otra ocasión podamos hablar de ellos específicamente.
-Severo: Gracias vos, espero que sí, que volvamos a hablar. Me hiciste sentir que puedo confiar; y que cómo sea, el mundo parece ser un buen lugar, principalmente considerando que no hay otro.