Los datos proporcionados por el Banco de Guatemala respecto al ingreso de divisas por concepto de remesas que envían nuestros compatriotas desde Estados Unidos, indica que este año se volverá a romper el récord que ha incrementado año con año desde hace ya mucho tiempo. En efecto, al terminar noviembre se habían recibido 19,569.4 millones de dólares, rozando la cifra total del año 2023 cuando se recibieron 19,804 millones, lo que significó la nada despreciable suma de 19% del Producto Interno Bruto del país.
En otras palabras, pese a la ineficiencia del Estado para cumplir con sus obligaciones, el país se mantiene por la combinación de ese aporte de los migrantes y el de muchos guatemaltecos que invierten y trabajan en Guatemala. De no ser por esa combinación de contribuciones el país estaría hundido en una crisis mucho más seria, puesto que de momento es mucha la gente que puede aún satisfacer sus necesidades gracias a esa combinación.
No olvidemos que la migración, que ya ha sido el rumbo de millones de guatemaltecos, no es mayor por la gente que aquí tiene un trabajo que le permite ganarse la vida y sostener a sus familias, pero cada vez es más notorio el efecto de la falta de inversión en el desarrollo, tanto humano como en las condiciones del país, producto de que se ha prostituido todo, desde la gestión administrativa hasta la justicia.
Ahora tendremos que esperar cuál puede ser el efecto que tenga para el tema de las remesas la nueva política de Estados Unidos respecto a los migrantes, puesto que las anunciadas deportaciones masivas, sobre las que Trump habló ayer en un tono más moderado, pueden significar el colapso de nuestra Nación dado ese nivel de dependencia que tenemos de lo que mensualmente envían nuestros compatriotas.
En todo caso es fundamental entender que en Guatemala todo está amarrado a los vicios que se institucionalizaron maliciosamente y que tienen de cabeza al aparato estatal. Los ciudadanos, preocupados por el terrible efecto de la corrupción, se volcaron a las urnas el año pasado para dar un claro y categórico mandato de cambio. Sin embargo, entre la agresividad de quienes quieren perpetuar el sistema y la pasividad de quienes recibieron el mandato, las cosas no han cambiado en la proporción que la ciudadanía esperaba.
Por ello reiteramos que, ante los riesgos de que la estabilidad nacional pueda verse afectada por la ausencia de verdaderas políticas de desarrollo, los ciudadanos tenemos que hacer ahora otro esfuerzo para unirnos como promotores de acuerdos que permitan el cambio tan anhelado y tan necesario, reiterando el mandato con el aporte de propuestas viables para acabar con las marrullerías que aseguran impunidad.