Isabel Pinillos – Puente Norte
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Desde el hommo erectus, que definió la etapa del hombre de poder pararse erguido en sus piernas para caminar, esto fue precisamente lo que hizo: caminar. Caminó desde África hasta Asia, Europa y Australia para poblar el mundo. La acción de migrar es tan antigua como el hombre mismo. Sin embargo, hoy en día los millones de personas que migran para poner a salvo sus vidas son tratados como criminales y castigados severamente por ello.

Para comprender la magnitud de este fenómeno a nivel mundial, Naciones Unidas reporta números sin precedentes: la guerra, conflicto y persecución en el mundo han hecho que el número de refugiados, desplazados o solicitantes de asilo alcancen hoy día 1 de cada 122 habitantes en el mundo, es decir, 59.5 millones de personas, de los cuales ¡la mitad son niños! Esto sin tomar en cuenta que el año pasado los migrantes alcanzaban los 232 millones.

Claro está que es necesario respetar la soberanía territorial de los estados, pero también es cierto que los estados receptores de migrantes han suscrito convenios en donde se han comprometido a proteger los derechos de las personas que se ven obligados a salir de sus países debido a la persecución, conflictos internos y pobreza, quienes no emigran por turismo, sino bajo circunstancias muy adversas en donde deben despojarse de todo para ponerse a salvo.

En nuestro contexto inmediato es importante analizar cómo la pobreza y desigualdad han sido factores de la emigración de guatemaltecos hacia Estados Unidos. Tomando en cuenta el último informe de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) 2014, presentada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la pobreza hoy en día alcanza a 9.4 millones de guatemaltecos, es decir el 70% de la población; mientras que sólo un 20% de la población acapara más de la mitad de los ingresos del país.

Por otro lado, es alarmante la cantidad de deportaciones terrestres que ingresaron al país en 2015, que a la fecha ascienden a 79 mil 569, superando en un 64% la cifra del año anterior. Esto se debe al redoblamiento de seguridad fronteriza en recursos y elementos en México, en donde se reportan violaciones sistemáticas a los derechos de los migrantes centroamericanos en ese país, y el incremento de medidas de seguridad en estados como Texas.

El 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante con el tema “Soy un Migrante”. En un planeta en que las movilizaciones se convierten en un tema de interés global, Guatemala no se queda atrás. Nuestros connacionales, mientras usted lee estas líneas, están cruzando fronteras, siendo víctimas de extorsión, persecución, violaciones sexuales y muertes clandestinas. Es necesario que el gobierno de Guatemala junto con la sociedad civil, tomen las acciones reales para resguardar la vida de las personas, no importando su nacionalidad, cuyo único crimen ha sido buscar una vida alejada de la pobreza y marginalidad, producto de un modelo económico que ha sido nefasto para el desarrollo.

A pesar de las dificultades que atraviesan, es importante considerar a los migrantes como actores de desarrollo, ya que de hecho contribuyen con el mayor ingreso en divisas al país, y cuentan con conocimientos, experiencia y actitud que deben ser incluidos en las políticas públicas que busquen el desarrollo de la nación.

#SoyMigrante

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