El masivo aumento de dinero circulante en estos días, luego de que los trabajadores con relación de dependencia principian a recibir el aguinaldo, que algunas pocas empresas pagan de junto en estos días, constituye un alivio para muchísima gente, pero también incrementa los riesgos porque es la época del año en la que no sólo se reparten abrazos sino que también cuando los ladrones hacen su agosto en forma despiadada, aprovechando las facilidades que ofrece un país en el que no hay suficiente seguridad ciudadana.

Mientras las autoridades a cargo de la seguridad parecen más preocupadas por la situación carcelaria de quienes fueron sus jefes, las numerosas bandas de asaltantes se preparan para desvalijar a cuanto ciudadano se ponga en su camino. Los buses se convierten en lugar de alto riesgo, pero también las mismas calles donde los delincuentes atalayan a sus víctimas con la mayor tranquilidad por la falta de vigilancia y de planes de reacción inmediata que permitan combatir la criminalidad.

Un mecanismo de defensa, que lamentablemente no está a la mano de todos, es la bancarización que permite al trabajador recibir su salario y prestaciones laborales sin que exista una transacción en efectivo. Afortunadamente cada día es más fácil para las empresas recurrir al traslado automático de fondos para protección de sus trabajadores, pero obviamente es aún enorme la cantidad de gente que en estos días recibe el dinero contante y sonante y por ello los delincuentes ven que su acción criminal se vuelve relativamente fácil.

Ninguna precaución sobra ante la realidad guatemalteca y por lo tanto es deber de todos tomarlas en estos días en que, avisados como estamos, ya se sabe que los cacos harán de las suyas. El aguinaldo constituye una formidable inyección a la economía y no sólo constituye un alivio para el trabajador sino también estimula el comercio que se ve beneficiado por la propaganda que traduce la Navidad en regalos y jolgorios. Pero igualmente ocurre que hasta los mismos pandilleros que hacen extorsiones llevan años de estar cobrando lo que ellos llaman “el bono navideño”, reflejo de cómo los maleantes ven la oportunidad propicia para también incrementar sus ingresos.

Cuatro años de mano dura ofrecidos y comprados por el votante para contrarrestar la criminalidad no sirvieron para nada, como se puede comprobar al día de hoy, cuando la ciudadanía sigue indefensa, sin ningún tipo de esperanza de que las autoridades asuman su función y que en vez de dedicarse a amasar fortuna se pongan a trabajar por la ciudadanía honrada.

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