Martín Banús
marbanlahora@gmail.com

La Organización de las Naciones Unidas, (ONU), o simplemente, las Naciones Unidas, (NN. UU.), es una organización internacional de la que escuchamos muchas cosas con frecuencia. Se trata de la mayor organización internacional existente. La conforman 195 países miembros, incluidos 3 estados observadores, siendo estos: La Ciudad-Estado del Vaticano, la Soberana Orden de Malta y desde 2012, el Estado de Palestina.

La ONU se fundó en la ciudad de San Francisco, EUA, en el año de 1945, con la firma de 51 países, basándose para ello en su famosa Carta de las NN. UU., tratado éste, que brinda las bases de su constitución interna. Dicho documento entró en vigor el 24 de octubre del mismo año, incluyendo, obviamente, la firma de sus cinco miembros de su Consejo de Seguridad: EE. UU., Francia, el R. U., China y la Unión Soviética; como quien dice, las potencias ganadoras en la II Guerra Mundial… Ya desde entonces, ¡la fuerza como poder final detrás de todo lo escrito!

A la ONU se le define como “una organización gubernamental global”, llamada a facilitar la cooperación en asuntos relativos al Derecho Internacional, a la paz, la seguridad, al desarrollo económico y social, a asuntos humanitarios y a la defensa de los denominados derechos humanos.

Hasta ahora, observando la triste realidad de la gran mayoría de los países del mundo (incluido obviamente el nuestro), las constantes guerras, sus colosales atrasos, sus flagrantes violaciones a aquellos derechos, pareciera que poco o nada ha hecho la ONU a lo largo de sus 60 años de historia, con el derecho, la paz, la seguridad, el desarrollo económico y social, así como por los DD.HH., de estos países…

Sorprende también la absoluta inoperancia en problemas de total actualidad como los que se viven en Ucrania, en Siria, en Irak, en la franja de Gaza, etc., sin olvidar los de Libia, Egipto, Yemen, Ruanda, etc.

Intentamos buscar las razones por las que la ONU sólo aparece significativamente, en pequeños escenarios sea por desastres naturales como por ejemplo en el caso de Haití, en pequeñas disputas o algunas violaciones a los DD.HH., etc. pero poco o nada en eventos como el caso de Siria, Ucrania o Yemen, pero no encontramos justificación alguna…

Lo que sí encontramos fue un pequeño discurso cuyo contenido muestra el fondo real que esta enorme organización tiene en realidad. Unas palabras, hace apenas 4 años, cuando la entonces embajadora de los EE. UU., ante dicha organización, Susan Rice, declaraba abiertamente que, “Washington perdería influencia en el exterior, si el Congreso de su país aprobaba una propuesta para retener fondos para ese organismo global”.

Poco antes que la Embajadora Rice se dirigiera a la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de su país, la presidenta de dicha comisión, Ileana Ros-Lehtinen, declaró abiertamente: “Debemos pagar por los programas y actividades de la ONU para que hagan avanzar nuestros intereses y nuestros valores. Si otros países quieren fondos para cosas diferentes, ellos pueden pagar por eso”. En otras palabras, el capitalismo llevado a su más alta expresión… ¿Mientras más dinero, más influencia?

En aquel entonces, el aporte de los Estados Unidos representaba el 22% del presupuesto global de las NN. UU., que vienen siendo aproximadamente unos U$490 millones, versus un 1% que aporta China (cifras no actualizadas).

No hay duda, –dijo además S. Rice–, de que cuando Estados Unidos está en deuda o se atrasa con su aporte a las Naciones Unidas, cuando no cumplimos nuestro tratado de obligaciones de pagar nuestras contribuciones, nuestra influencia disminuye, nuestra postura es afectada y nuestra capacidad de llevar adelante importantes iniciativas que hagan avanzar la seguridad nacional y los intereses nacionales de EE.UU., serán socavados, declaró la embajadora.

Leyendo, –no entre líneas sino literalmente–, desde el 2011 y gracias a la intervención de la Embajadora S. Rice y la Presidenta de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen, quedó completamente claro que, mientras más dinero aporte cada nación a las NN. UU., así en esa misma proporción será factible para cada una de ellas, que sus posturas no serán afectadas, sus iniciativas e intereses serán respetados y su seguridad nacional así como sus DD.HH., garantizados… ¡Qué tal!

Huelga decir que para la Embajadora S. Rice, por el contrario, mientras menor sea el aporte a la ONU de un país, menos probable será que se respeten sus posturas, sus iniciativas, su seguridad nacional y sus derechos humanos… Todos esos derechos naturales de nada valen si no se paga como se debe… Ese es el modelo que hoy se resquebraja… El modelo agotado que está sujeto con alfileres… “El gigante de cabeza de oro, brazos de hierro y pies de barro…”

¡Menuda farsa inflada la ONU!

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