Si, la semana pasada, la última de noviembre terminó el ciclo escolar dos mil veinticuatro y será la más significativa para los estudiantes, los padres de familia y la comunidad escolar en general, pues sus hijos o encargados alcanzaron una meta o un grado de cultura que les permitirá seguir estudiando o bien, desenvolverse en algún tipo de trabajo que requiera por lo menos cierto grado de conocimientos.
Para otros, aunque hayan alcanzado sus metas, no existe un futuro halagador que les dé el optimismo suficiente para seguir estudiando y necesariamente tendrán que optar por la vida productiva, tal vez inicien con salarios bajos, pero eso les ayudará a conocer la vida laboral y puedan en un futuro convertirse en emprendedores de sus propios negocios.
Ahora, es tiempo que el Ministerio de Educación aproveche las vacaciones escolares para prever desde ya las acciones que para el próximo ciclo escolar tiene definido el gobierno; acciones tales como, la planificación de la entrega de los útiles escolares, los libros de texto, la reparación de escritorios e incluso el nombramiento o contratación de maestros y catedráticos para que el próximo año principien las clases con docentes en todos los grados de las escuelas e institutos oficiales.
Todos los empleados que laboran en los centros escolares tienen el derecho de gozar de sus vacaciones, pero las autoridades administrativas del Ministerio de Educación tienen el compromiso de proporcionar a las niñas, niños y adolescentes las facilidades materiales de orden educativo a través de los programas sociales de infraestructura y educación; pues los fondos destinados para ello son una de las mejores inversiones para que en un futuro la juventud de hoy forme parte del desarrollo que el país necesita con urgencia en los rubros social, económico y cultural.
Ojalá, que esta nueva administración del Ministerio de Educación privilegie a las comunidades del interior del país y puedan ser las primeras beneficiadas en recibir el aporte que les corresponde, con ello se generará la confianza en los padres de familia y se animen a enviar a sus hijos a la escuela e institutos.
Tomando en cuenta que la cobertura de los apoyos escolares en años pasados ha sido deficiente e incompleta, se espera que para el próximo ciclo escolar no se repita la misma desidia, desinterés y apatía de la administración para cumplir con su deber, porque no es limosna la que estarán brindando a la comunidad educativa.
Está demostrado que, con voluntad política es posible usar el recurso público para lo que realmente está destinado; es decir, beneficiar a la población, pues resulta inconcebible que después de muchos años de olvido y abandono por parte de los pasados gobiernos, no se haya hecho el esfuerzo para tratar de apoyar a la población escolar, por el contrario, se sirvieron del oportunismo para robar esos recursos.
Hacen falta escuelas rurales, institutos de educación básica, institutos de educación diversificada, institutos técnicos vocacionales, escuelas de música y, sobre todo, lo que hace falta es que, esta administración del Ministerio de Educación vuelva a instituir las ESCUELAS NORMALES para la formación específica de maestros en sus diferentes especialidades pedagógicas. Lo anterior debido al estruendoso fracaso del Bachillerato Educativo que limitó la formación de nuevos maestros.
Es cierto que en un año no se puede revertir el daño que por décadas se le hizo a la comunidad educativa; pero, sí es posible que se den los primeros pasos para devolver a la población la credibilidad en el sistema educativo guatemalteco y que se le dé la oportunidad a más niñas, niños y jóvenes para continuar con sus sueños a través de una mejor educación y calidad de vida, para lo cual es imprescindible que la administración del Ministerio de Educación esté dispuesta a alcanzar esas metas.