Mariana Molina
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En pleno 2024 se presenta en el sistema internacional un debate que ha dividido la opinión pública y se ha convertido en una serie de interrogantes constantes ¿Se mantendrán relaciones comerciales con China?, ¿China o Taiwán?, ¿China o Estados Unidos?, son algunas de las muchas preguntas que han rondado en conferencias, en entrevistas durante campañas electorales y hasta en salones de clase. Este tipo de preguntas en las últimas elecciones a nivel internacional se han sumado al debate que algunos autores plantean como una nueva guerra fría o como efecto de la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
Lo que más llama la atención es la postura que los países han tomado con los cambios de gobierno y las nuevas tendencias políticas y económicas globales, en esta ocasión veremos el caso específico de la nueva Argentina liderada bajo un gobierno liberal y públicamente anticomunista para poder analizar si los discursos anticomunistas siguen teniendo los efectos que tuvieron durante la Guerra Fría y permiten que estos países puedan evitar relacionarse con los países comunistas que aún existen en la actualidad, la gran pregunta que sumamos al debate ahora es: ¿es posible desplazar comercialmente a China en la actualidad?
Argentina y China han mantenido relaciones diplomáticas desde 1972, unas décadas después China se posicionaría como el segundo socio comercial más grande de Argentina, para 2022 según D’Angelo, G., Terré, E., Bergero, P. (2023). “el gigante asiático fue destino del 9.1% de las exportaciones nacionales, sólo detrás del Brasil, que se lleva el 14.2%” p.1. Este posicionamiento confiere un rol muy importante para China, tanto en Argentina como en la región, al poder contar con un fuerte canal de entrada por medio de Argentina al continente americano.
Las relaciones bilaterales entre la Argentina y China fueron transformándose en más que intercambios económicos, con la intención que existió en el 2023 de que Argentina se uniera a los BRICS, el cual es un grupo de países catalogados como emergentes que tiene como objetivo fortalecer sus economías por medio de elementos como la desdolarización y el fomento del comercio entre los Estados miembros. La intención demostrada durante la decimoquinta cumbre de los BRICS de incorporar a más países bajo la iniciativa BRICS+ se vislumbró para el gobierno de Alberto Fernández como una jugada estratégica y de beneficio para el país, lo cual se vio obstaculizado con las elecciones celebradas en noviembre del mismo año.
Bajo una ideología de derecha liberal el candidato Javier Milei se posiciona con un discurso anti comunista, en el que expresa concretamente con la frase “no solo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista” (Milei, 2023), que de ganar las elecciones no fomentaría las relaciones con China, si bien el sector privado tendría la libertad de hacerlo, a nivel gubernamental no se realizarían negocios con China debido a que es uno de los países comunistas que aún perduran en la actualidad. Bajo esta sombrilla ideológica el entonces candidato mostraba una propuesta que prometía cambios totales para la economía argentina con el objetivo de poder salir de la creciente y constante inflación y la deuda externa que amenaza el desarrollo y bienestar del Estado suramericano, dentro de la estrategia para esto se formulaba la propuesta de dolarizar al país, lo contrario a lo que buscan los BRICS.
Cabe resaltar que dentro de esta deuda externa se encuentra el SWAP de casi 5,000 millones de dólares que Argentina tiene con China, junto con proyectos de inversión como la construcción de represas hidroeléctricas, puertos e inversiones en litio y minería, derivado de la consideración del país como un punto estratégico y clave dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (por sus siglas en inglés BRI) de China. Esta relación había preparado el terreno idóneo para que Argentina sea uno de los puntos estratégicos para la expansión de la hegemonía china, mostrando que es capaz de invertir en países a cambio de que estos permitan una mayor apertura a su comercio y con esto a su influencia, dentro de un contexto de lo que se ha llamado “guerra comercial” con los Estados Unidos
Con la llegada de Milei a la casa rosada en diciembre de 2023 empezaron a verse los efectos en la economía, según D’Angelo, G., Terré, E., Bergero, P. (2023). “China es el principal origen de importaciones argentinas, representando el 21.5% de las importaciones en 2022” p.4., lo que se reflejó en una disminución de posición para diciembre del 2023 en el que pasó a ocupar el tercer lugar, debajo de la Unión Europea. Según Giménez. E. (2024).
“Argentina pasó de exportar US$454 millones a China en enero a venderle por US$391 millones en febrero, casi un 14% menos. En el mismo lapso, de importar US$1.012 millones en enero, pasó a comprar productos del gigante asiático por solo US$730 millones en el segundo mes de 2024, una disminución de casi el 28%”.
Además de otros factores como la desaceleración del comercio chino y la crisis inmobiliaria se ve una rápida caída del puesto de China en Argentina, que ha sido nutrida desde el ámbito político con temores respecto al posicionamiento del país sobre temas que son de interés nacional para China, como el estatus de la isla de Taiwán; por lo cual la canciller Diana Mondino se reunió con el embajador chino Wang Wei para poder abordar la situación. Este hecho fue considerado como un asunto de suma importancia para Argentina debido a las represalias que China podría haber tomado, como la exigencia del pago del SWAP, cantidad que Argentina no podría permitirse pagar en este momento o como una baja en la compra de los productos argentinos que llevaría a una disminución considerable de las exportaciones del país. La canciller reafirmó «el principio de una sola China» que es la posición que Argentina ha mantenido y que aseguran seguirá manteniendo, lo que conllevó a la seguridad de las relaciones diplomáticas entre ambos países, que a su vez aseguran la parte económica.
Estos acontecimientos se pueden interpretar como un gran interés por parte del país asiático de seguir manteniendo influencia en Argentina, lo cual se podría haber puesto en duda por acciones como la negativa del presidente de relacionarse con gobiernos comunistas y el gran acercamiento y muestras de simpatía que tiene con el candidato a la presidencia estadounidense Donald Trump. Considerando que ambos países tienen múltiples acuerdos bilaterales como lo es Asociación Estratégica Integral entre la Argentina y China firmada en el 2014 y su pertenencia al plan de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China, la tensión respecto a un cambio completo de la política exterior argentina era un elemento de gran interés, tanto para ambos países, como para el sistema internacional en su conjunto, ya que con las últimas elecciones en los países latinoamericanos se han aumentado los gobiernos de izquierda frente a una Unión Europea cada vez más cercana a la ultraderecha lo que lleva a países como China, que busca posicionarse como hegemón, en una situación en la que continuamente debe reafirmar sus alianzas para asegurar su posición en el sistema internacional.
Los cambios en las tendencias internacionales siempre repercuten a lo interno de los países y más cuando estos forman parte de mecanismos multilaterales que los vinculan directamente como socios estratégicos no solo en lo económico sino también en lo político, tal es el caso con el mencionado grupo BRICS que a pesar de estar en planes de expansión se vio cuestionado con la negativa del gobierno de Milei de incorporarse, contrario a lo que se había planeado en el gobierno anterior. Con la llegada de Milei se dio un paso atrás al considerar que la incorporación de Argentina al grupo BRICS no era idónea para el país, lo que se interpreta como un cambio en la tendencia tanto a nivel nacional como la presencia de un actor que se opone a las ideas promovidas desde los estados miembros del BRICS en la región latinoamericana, lo que conlleva a que se le considere como un aliado hacia Occidente y Estados Unidos, actores a los que los BRICS buscan rebajar de su posición hegemónica dentro del sistema internacional.
A pesar de estos hechos ambos gobiernos han encontrado un terreno en el cual ambos tienen interés para seguir relacionándose, dentro de este se encuentra el pago del SWAP el cual tenía dos vencimientos para los meses de junio y julio del año 2024, logrando tras negociaciones que en junio este fuera renovado por USD5,000 millones hasta el año 2026 (Maza, 2014) ocasionando que exista un alivio en las reservas del Banco Central de la República de Argentina que es la entidad encargada de pagar el SWAP sirviendo también como alivio del pago de la deuda externa que el país suramericano tiene en la actualidad como una de las mayores preocupaciones de su economía y dando como resultado que China vuelva a subir como segunda socio comercial para Argentina.
A partir de estas acciones que mezclan aspectos políticos y económicos se ha podido evidenciar que ha quedado un poco atrás el fuerte posicionamiento durante la campaña de Milei de no negociar con China, en la actualidad como representante de la República de Argentina ha optado por acciones, que, si bien no dejan de lado su posición liberal, se muestra más diplomático y abierto al diálogo y la negociación. Muchas de las promesas hechas durante campaña han cambiado en la práctica, pero es importante considerar que también ha marcado su postura en espacios multilaterales que promueven agendas que considera inoportunas o innecesarias para su concepción del entorno global, como el alto a la incorporación de Argentina al grupo BRICS y su rechazó al Pacto del Futuro de la Organización de las Naciones Unidas – ONU, en los que ha hecho notar que Argentina se encuentra bajo el mando de un gobierno de derecha liberal que busca salir de la crisis económica y crear alianzas bilaterales con los demás estados por sobre aumentar su rol en espacios multilaterales.
El comercio sigue siendo un punto importante y demuestra que cuando de este se trata existe un espacio más grande para la cooperación, lo cual se puede ver con la participación de Karina Milei como representante de la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones en la Exposición Internacional de Importaciones en Shanghái en noviembre 2024, dentro de la visita tiene el objetivo de concretar la que sería la reunión entre Milei y Xi Jinping para el año 2025, mostrando con esto un giro en las relaciones diplomáticas que se habían previsto para este nuevo gobierno argentino.
El cambio de opinión y discurso de Milei además de verse reflejado en las acciones ya mencionadas se vio totalmente configurado con la entrevista que realizó con Susana Giménez en la cual además de confirmar que se planea que viaje a China a reunirse con Xi Jinping para la cumbre de la CELAC, también hizo alusión a la renovación del SWAP y las reuniones que se tuvieron con los representantes de la República Popular China para llevar a cabo estas negociaciones, indicando que «China es un socio comercial muy interesante» (Milei, 2024). Este reconocimiento público se muestra muy diferente a su posicionamiento durante su campaña electoral en el año 2023.
Como se puede ver la llegada de Milei a la presidencia de Argentina tuvo repercusiones en su relación con la República Popular China, tanto a nivel de cambios en las tendencias económicas, pasando por tensiones diplomáticas y políticas, pero también se ha podido notar un ajuste a su política exterior que al inicio se pensaba iba a estar totalmente ligada a la ideología, pero que ha ido evolucionando a una política más abierta al diálogo y a las negociaciones para conseguir beneficios mutuos. En este caso se demuestra como una postura ideológica podría provocar grandes cambios en las relaciones comerciales y políticas entre dos países y que en la actualidad la escalada de estas dinámicas a un nivel parecido a lo que se vivió durante la guerra fría no es tan factible como pudo llegarse a pensar, los países necesitan tener economías más abiertas para poder subsistir y para esto son necesario puntos de acuerdo mutuo con todo tipo de actores, lo que incluye a países como China, haciendo que no sea posible el desplazamiento comercial del gigante asiático.