Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Las reglas del juego político no las creó Semilla, es más se pasaron los 4 años de Alejandro Giammattei fuera del círculo donde se decidían los negocios y lucieron más por sus pancartas, mascarillas y declaraciones que por sus propuestas para resolver de forma integral algunos problemas del país en justicia, compras, impunidad y corrupción.
Pero la gente, al verlos alejados de la fiesta de la corrupción les dieron el voto de confianza en las elecciones del 2023 con un mandato claro: que la realidad cambie en favor de los guatemaltecos no solo en función de los políticos y aliados que vía el poder tienen acceso al dinero que se recauda de nuestros impuestos.
¿Qué quería decir eso? Que era necesario asegurar que un presupuesto de Q100 mil o 148 mil millones se ejecutara con calidad de gasto y para ello, hubiera sido necesario que la bancada oficial trabajara en unas reformas para que la Contraloría General de Cuentas (CGC) pudiera fiscalizar en prevención (antes de que se dieran los negocios y se gasten el dinero) y se mejoraran las capacidades humanas para que los auditores fueran parte de las unidades ejecutoras, al menos de las más importantes.
Era necesario que el sistema de justicia mejorara. Era vital presentar los ajustes que conlleva tener un verdadero Estado de Derecho y eso implica las formas en que elegimos jueces, las maneras que obligamos la rendición de cuentas y aquellas formas en la que premiamos a los jueces honrados y sancionamos a los mañosos.
Eso implicaba que el Ministerio Público (MP) dejará de ser un Consuelo para la Corrupción y un Ángel de la Guarda de los operadores de la impunidad. Implicaba eliminar, por ejemplo, la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) para dar poder y confianza a las demás fiscalías porque el modelo se agotó y no terminó funcionando.
Si todo esto hubiera pasado previo a la aprobación del Presupuesto 2025, incluyendo los famosos Q5 mil millones de los Consejos de Desarrollo, otro gallo cantara, porque la bancada que dijo ser diferente podría haber dicho que incentivar el sistema para que no se resistiera al cambio, implicaba asignar obras a los distritos y asegurarse que las mismas se hicieran y el beneficio llegara a la gente.
Pero eso no pasó y lo que tenemos ahora es lo mismo de antes. Un juego político por controlar más poder y los negocios del momento. Si usted evalúa las votaciones, se da cuenta que los que dicen apoyar a la Fiscal General prestaron algunos de sus votos para la reforma a la Ley de la Delincuencia Organizada, todo con el afán de obtener los beneficios ofrecidos en el Presupuesto 2025. Se hizo un combo y ya vimos que muchos no se quisieron quedar fuera.
Lo que hizo el juez Fredy Orellana es ilegal, lo he dicho y lo sostengo porque usó una ley de crimen organizado para un tema electoral en un momento que por ley no se podía suspender un partido, pero tampoco creo que estos Q5 mil millones hayan sido la forma de resolverlo y no digamos el tema del salario de los diputados.
Soy de los que creen que el funcionario público debe ganar bien, bastante, porque así los alejamos de la corrupción, atraemos talento y equiparamos a los riesgos y desgastes que viven los que ejercen función pública, pero no creo que la forma de hacer pasar la reforma al 82 de la Ley para intentar volver a ser bancada haya sido el aumento a diputados de forma poco transparente.
Es fácil ser opositor del sistema cuando no se tiene el poder y la gente esperaba que cuando Semilla tuviera el poder, se cambiaran las formas y no se usarán en beneficio propio. Queda la sensación que los negocios cambiaron de manos, lejos de acabarse o cambiarse en favor de los guatemaltecos.
Con tanto dinero en juego, menos ganas van a tener muchos que el Consuelo en el MP se acabe y no hay que ser científico para notarlo. Al final, muchos en el Congreso quieren agenciarse de fondos en paz para seguir con sus campañas y asegurarse una buena vida, aunque ello sea en detrimento de la gente que confía en ellos.
Como ha sido siempre, a los guatemaltecos nos toca seguir lidiando con realidades para seguir generando oportunidades desde el trabajo honrado, pero no deja de ser enorme la frustración que nada ha cambiado.
Y aquellos que ahora se dan baños de pureza porque no son ellos los que manejan los negocios, que se traguen una carretada porque hay un Dios que todo lo mira como les gusta decir a ellos. Al final, lo mismo es Chana que Juana.
Para que Guatemala salga adelante no podemos juzgar hechos iguales de manera distinta y por eso, el que se haya hecho el juego político sin cambiar las reglas del juego y llevar a cabo la reforma política del Estado en este primer año, no permite marcar diferencias.