Como columnista de prensa tengo miles y sobradas remembranzas con vivencias reconfortantes y algunas hirientes, con penas y alegrías, las evocaciones cordiales. Nos recordamos por lo profundo del corazón que nos calaron, hay logros y sinsabores, de las luchas estériles y de aquellas que dieron buen fruto. Pero ahora, solo un mensaje de cariño, amistad y solidaridad a mis amigos, mis “panas”, mis “cuates”, quienes siempre nos penetran en lo profundo del sentimiento con ímpetu, esto me ha pasado con los incondicionales, maestros y compañeros: René Villegas Lara y Víctor Muñoz Cruz, René Arturo, mi amigo, mi profesor y mentor de Derecho Mercantil y Víctor mi camarada y adicto a la literatura y quien es mi padrino en Centro PEN Guatemala Internacional de la Asociación de escritores, periodistas y comunicadores de la palabra. René y Víctor, dos maestros de vida y amistad, porque los dos están en la senda de las bellas letras.
La columna “Prosas Mundanas” de René Villegas Lara de este 14 de noviembre, escribió estos fragmentos: … “La semana pasada, en mi tranquila casa de San Juan del Obispo, me leí de un jalón esa extensa carta que es la más nutrida que se haya escrito en la literatura epistolar. ¿De dónde sacó mi amigo Víctor tantas cosas para llenar esa Carta? Quizá quemó un montón de candelas de cebo para ir relatando tantos hechos que relatar. Además, me leí de un todo su amena biografía que describe su vida de patojo rural en una finca de un nombre raro, allá por donde el sol se duerme todas las tardes y las parvadas de loros lo despiden para que duerma tranquilo. Cuenta Víctor que soñaba con ser ingeniero, pero se graduó de Licenciado en Administración de Empresas, para terminar como empresario en la venta de contratos de seguros. Cuando hay que picar piedra para salir adelante, muchos queremos ser una cosa y terminamos siendo otra cosa. La ingeniería perdió a un cultivador del emplasto, pero nos dio un notable escritor que ha dejado tanto a la literatura nacional y seguirá dejando. Una vez el poeta Edmundo Zea Ruano, hermano de Rafa el novelista, me regaló un su libro de poesía y me dijo que me lo iba a dedicar por si algún día le otorgaban el Premio Nobel de Literatura, su poemario sería para presumir. Este Víctor ha sido galardonado con el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, para orgullo de sus amigos que lo tenemos en alta estima. Víctor no olvida su vida de patojo rural y que aprendió a nadar en los ríos como Dios y su santa madre lo trajo al mundo o usando calzoneta hawaiana; no se olvida que le picaban las hormigas arreadoras, en fin, de haber sido niño rural correteando entre zacatales en busca de codornices. La experiencia rural es algo que no tiene comparación. Hará unos quince años que conocí a Víctor Muñoz, un gran escritor que ahora es de mis mejores amigos.”
Este columnista tuvo el cometido de ver esa carta, porque leí el libro de Víctor, pero los dos, con el encanto y gracia de sus prosas y mucha propiedad con su rico lenguaje del castellano, mi maestro tiene garbo y elegancia, lleno de tradiciones y costumbres, que se han preservado a lo largo del tiempo y son partes de la identidad de una comunidad por su originalidad.
Es una belleza la prosa de estos literatos Víctor y René, porque “en la literatura, la prosa es un estilo con una expresión más libre, en el que escribimos sin ceñirnos a los lineamientos como la métrica, la rima o la cadencia. En la prosa, las frases no tienen por qué rimar. El verso se sujeta al conjunto de reglas de la métrica, por lo que su escritura debe respetar ciertos parámetros. La diferencia entre prosa y verso tiene que ver, esencialmente, con el cumplimiento de ciertas normas que definen a cada una de estas formas de expresión” decía el lingüista Enrique Muñoz Meany, en su obra. Preceptiva Literaria.
Por ello, casi todo escritor tiene un estilo peculiar y acude a la narrativa realista para tratar de situar en contextos apropiados hechos históricos que contienen relatos de personas y protagonistas, con episodios vividos con sus amigos. Es la inspiración con el alfabeto, con vocablos y consonantes toman la pluma con estos literatos. Y es imposible escribir, llevarlas al papel cuando el soplo y la sugestión no fecundan, no germinan, y no nacen en el calor de un corazón. Víctor y René son hombres de pensamiento con sueños porque siempre recopilan sus versos, sus prosas, sus coplas porque ellos tienen como “oficio ser escribiente”.
La prosa de estos amigos consiste en una forma específica de escritura, en sus prosas son espontáneas y con un lenguaje escrito hermoso, con copiosas narraciones de eventos que componen historias reales o ficticias. Donde su prosa es coherente y cohesionada, avanzando en una sola dirección una oración a la vez, el verso en cambio suele interrumpirse en un momento específico.
Porque de ellos, René y Víctor, he aprendido y recibido consejo, orientación y sabiduría en mi vida, de quienes he asimilado verdaderas lecciones de existencia, porque tengo razonamiento libre y renovado, con un propósito sin prejuicios, tengo motivo de un pensamiento liberado. Atesoro, a estos dos amigos, a quienes les tengo afecto y respeto.