CARACAS, Venezuela
AP
Es uno de los argumentos favoritos de la posición: que el gobierno socialista de Venezuela es una dictadura que no se detendrá ante nada para mantenerse en el poder.
Pero cuando llegó la hora de la verdad, el presidente Nicolás Maduro demostró que los críticos se equivocaban al temer que cometiera un fraude electoral. Aceptó una derrota abrumadora en las elecciones legislativas que, señaló, deben eliminar toda duda sobre la naturaleza democrática de la «revolución bolivariana» comenzada por el fallecido Hugo Chávez.
En los últimos días antes de las elecciones del domingo, el Departamento de Estado de Estados Unidos se hizo eco de la opinión de muchos opositores venezolanos al advertir sobre los esfuerzos de Maduro para desnivelar el campo de juego en favor del gobierno al encarcelar o vetar la candidatura de rivales destacados, intimidar a votantes y mantener fuera a la mayoría de los observadores electorales extranjeros.
La favorita a la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, fue aún más firme al acusar a Maduro de intentar «amañar» los resultados.
Aunque muchas de esas críticas aún se mantienen, las advertencias sobre fraude electoral quedaron vacías. La coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática consiguió una súper mayoría de dos tercios por un escaño, superando incluso las previsiones más optimistas.
Maduro reconoció rápidamente los resultados y pidió calma a sus seguidores, aunque en los días desde la derrota ha endurecido su posición. En palabras el miércoles ante decenas de seguidores reunidos para una «asamblea popular» cerca del palacio presidencial, dijo que combatiría los planes del congreso «burgués» y protegería a los trabajadores del capitalismo.
»O nosotros salimos de este atascadero por la vía de la revolución o Venezuela va a entrar en un gran conflicto que va a afectar a toda la región latinoamericana y caribeña. Y yo no me voy a rendir; yo voy a combatir», afirmó.
Sus rivales dicen que dada la magnitud de la derrota —la oposición arrasó incluso en la barriada donde está enterrado Chávez— el gobierno no tenía alternativa. Los votantes están hartos de la delincuencia rampante, una inflación de tres dígitos y un desabastecimiento generalizado, y los sondeos pronosticaban la victoria de la oposición desde hacía meses.
«Meter la idea que en Venezuela las elecciones son transparentes y todo funciona bien, eso es una gran falsedad», afirmó a Associated Press el gobernador Henrique Capriles, que en un principio cuestionó su ajustada derrota ante Maduro en las presidenciales de 2013. «El problema para el gobierno el domingo es que la brecha era tan grande no había forma de arrebatarle la elección».
Pero el gobierno siempre se ha enorgullecido de tener uno de los sistemas electorales menos sujetos a fraude del mundo, que el expresidente estadounidense Jimmy Carter describió en 2012 como «el mejor del mundo».