Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

Después de tantos años de sufrir derrotas electorales, por fin los venezolanos entendieron dos cosas: una, que si no se unían, que si no eran capaces de dejar por un lado sus diferencias para construir sobre sus puntos de acuerdo, era imposible hacerle frente al chavismo; y la segunda que, más que la presidencia, la clave está en el organismo encargado de legislar porque desde ahí es donde se pueden hacer cambios estructurales.

Hay que reconocer dos aspectos irrefutables: el primero que las condiciones económicas bajo las que gobernó Hugo Chávez eran mejores que las actuales, el precio del petróleo no estaba como ahora, lo que le permitía tener mayor holgura para sus políticas y dos, que Chávez era mucho más político que Nicolás Maduro a quien le quedaron enormes los zapatos de su antecesor.

Ahora todos los ojos están puestos en Maduro porque está por verse si se volará la barda haciendo mañoserías con el Congreso actual, tratando de minar la autoridad y el margen de actuar del futuro Congreso pero, si lo hace, me parece que las vías democráticas en Venezuela no serán el camino para enderezar el rumbo del país.

Pero el punto es que la luz de los venezolanos nos debe servir de guía para lo que debe ocurrir en Guatemala, puesto que actualmente es impensable que el Congreso, actual o el futuro, compuesto como está y estará en enero, pueda ser la llave para los cambios que el país necesita.

Guatemala, en sus últimas elecciones, hizo igual que Venezuela en los pasados procesos electorales y se concentró en el poder Ejecutivo, cuando en realidad el verdadero poder para apuntalar o cambiar el sistema es el Congreso. El Ejecutivo es nada más que la agencia de negocios de los mafiosos del sistema.

Ayer decía la coordinadora residente de las Naciones Unidas en Guatemala, Valerie Julliand, que los corruptos son los ladrones del desarrollo y de las oportunidades, especialmente para los más necesitados; ayer mismo decía el Procurador de los Derechos Humanos, Jorge de León Duque, que el Sistema Penitenciario es una vergüenza a nivel mundial, y la verdad es que tiene razón pero las causas de esos males las encontramos en nuestro sistema. Este mismo sistema es el que, según datos del vicecanciller Óscar Padilla, hace migrar a 300 niños de forma diaria.

Entonces, debemos entender que para que haya futuro en Guatemala, la batalla no es por el Ejecutivo y ni siquiera por el poder Judicial; la lucha debe ser en el Legislativo, Venezuela además de darnos una luz del camino, nos da algunas ideas de cómo es que las mafias se buscan reacomodar y por eso es vital ver el comportamiento de Maduro en el futuro cercano.

Por lo visto, nosotros tendremos que esperar 4 años más para ver si aprendimos la lección, salvo que decidamos pasar a jugar un papel ciudadano capaz de darle forma social a este despertar que empezó en abril y atinemos con presionar al nuevo Congreso desde el 14 a las 14.

Nuestra capacidad de liderar y de alcanzar acuerdos sobre temas mínimos en los que el común denominador debería ser la lucha contra la impunidad y la corrupción, así como la generación de oportunidades, estará a prueba y ojalá podamos encandilar al mundo.

Enhorabuena por Venezuela, aunque a ese camino le faltan capítulos por ser escritos.

Artículo anteriorCSJ rechaza solicitud de antejuicio contra Daniela Beltranena
Artículo siguienteDiciembre: mes décimo, convertido en duodécimo