Félix Loarca Guzmán
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en París, Francia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, instrumento jurídico de gran trascendencia para promover el respeto a la libertad, la justicia y la paz en el mundo entero. Desde entonces, todos los años, el 10 de diciembre, se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos.
Esta Declaración dice que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos, han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad. Agrega que se ha proclamado como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias.
Desafortunadamente, en muchos países no se respeta ni la libertad de palabra, ni la libertad de creencias. A raíz de los recientes actos terroristas en Francia, se ha culpado y se ha estigmatizado a los musulmanes, a quienes ahora se les ve con recelo y desconfianza.
En los últimos meses se agudizó la crisis de los migrantes en Europa. Según la Cruz Roja Internacional, en lo que va del presente año, decenas de miles de personas han tratado de llegar a los países de la Unión Europea a través de la ruta de los Balcanes que une Grecia, la antigua República Yugoslava de Macedonia, Serbia y Hungría.
Se trata de refugiados víctimas de las guerras promovidas por Francia y otros países occidentales en Libia, Afganistán, Irak y ahora Siria, como resultado de la desmedida voracidad para apoderarse de las riquezas naturales de los pueblos agredidos. Estas personas están huyendo de los conflictos, la inseguridad y la persecución.
En el contexto de esa crisis, el analista político Marcelo Colussi, quien reside en Guatemala, dice que para acabar con el terrorismo, hay que acabar con las guerras imperialistas que buscan perpetrar el pillaje de las riquezas de los pueblos dominados por las multinacionales.
P. D. Dejo constancia de mi profundo pesar por el reciente fallecimiento del colega y amigo Eduardo Villatoro, a quien siempre admiré por su identificación con la verdad y la lealtad a sus ideas. Que descanse en paz. Como dice el caricaturista mexicano RIUS, todos nacemos para morir.