– Mi querido Gumercindo, los cambios radicales; las revoluciones no se provocan, deben ser espontáneas, por voluntad del pueblo, y eso sucede en el momento en que la gente se da cuenta que el sistema está al borde del colapso bajo el peso de su propia contradicción.

– De acuerdo doña Tencha, pero no creo que el pueblo tenga resignación o indiferencia, lo que ha mostrado es una mezcla de paciencia y miedo; no borra casete de lo antes sucedido y espera que lo que ha de pasar a de ser de modo propio.

– Mire don Gumercindo, pronto se desarmará ese mundo granítico de la corrupción y pelearán entre sí y mientras eso llega, todo seguirá igual y veremos de un lado a otro de nuestra vista, u oiremos en las noticias, que aquí en el pueblo o allá en no sé dónde, sobre opresión y malversación y maldad de todo tipo, y en medio de ello, solo habrá chisporroteos de protestas sin prender fuego. Solo olor a quemado saliendo de Semilla, Vamos, Vengamos que sé yo; de todos los oportunistas, verdaderos fariseos, como decía el padre Hermógenes, de los partidos.

– Entonces doña Tencha, usted no cree en los partidos, en la política…

– No creo en nada don Gumercindo. Exageración, inexactitud es lo que provocan políticos y noticiarios para hacer mejor su agosto. Los verdaderos sucesos que chingan al pueblo nadie los repara y son esos los que han provocado la salida como río desbordado de una migración de hombres que empobrece aún más a los que quedan. Aunque hay que ser sinceros: eso mete mucha plata en las comunidades y hace a todos estar tranquilitos y no volver a lo de épocas pasadas.

– Y entonces si no estamos tan mal doña Tenchita, por qué ustedes las mujeres se quejan, si reciben más plata.

– No sea mentiroso ni hipócrita don Gumer. Todo tipo de explotación en el pobre se optimiza. La seño del grupo “mejoremos” nos ha dicho que son factores ajenos a nosotras los que nos mantienen en vida y la migración es una de ellas. Pero los hombres para explotarnos se han vuelto astutitos y han optimizado con eso de los celulares y artimañas de mensajitos, la forma de jodernos, evitando la protesta con los lenes que nos dan. Son lenes no dólares. Los dólares los dejan con las queridas por allá. Pero esos lenes nos mantienen calladitas sin que injusticias y maldades preocupen nuestros hogares. Mire no más, la Chenta tomó con calma el robo de su casa: una tele, dos celulares y unas joyitas, pues la remesa le ayuda con los patojos y a resolver buena parte de sus necesidades mientras el Abelino tiene su casera por allá y ello le evita caer en la desesperación.

-Entonces no hay nada que saque al pueblo de su cretino sopor ¿Qué falta para que realmente la gente se empu…

– Don Cipri… el perfecto detonador 

– ¿Cuál es?

– Nadie lo sabe don Cipri, nadie, solo el cielo. En estos momentos no tenemos futuro, pero somos una fuerza. Jamás gobierno alguno ha tenido pureza de intenciones para solucionar los problemas de la pobrería y miré si no son sabios los jóvenes. Acá en la Ciénaga no hay presente ni porvenir, así que zafan bulto para los Estados y a lo mejor les va bien a muchos. Indudablemente al final, alguien tendrá la razón. Prudencia don Gumer, hay que esperar los acontecimientos.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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