Eduardo Blandón
Más allá de quienes pensamos lo contrario, esto es, que una persecución semejante constituye una violación contra la libertad de expresión, da grima la defensa oficiosa de los sobalevas que, como perros de caza, de inmediato se han ocupado de atacar y formular estrategias represivas contra la población que con derecho se opone al gobierno corrupto del Partido Patriota.
El primero de los aduladores ha sido Vladimir Aguilar, procurador general de la Nación, quien entregó ayer una denuncia en el Juzgado de la Niñez y Adolescencia, con el propósito de que se ordene a la Superintendencia de Telecomunicaciones (SIT) la prohibición de la descarga de la aplicación Secret.
Aguilar, seguramente monje de cartuja, inmaculado y hombre de incalculable estatura moral, dijo sentirse preocupado por el mal uso que los niños y jóvenes hacen de la aplicación y que por el bien de la buena moral y las costumbres, pide a la SIT que regule la aplicación para impedir que el mal se apodere de Guatemala.
Igual ridículo hizo Verónica Taracena, comisionada presidencial para la Transparencia, al decir que «el proyecto de ley va encaminado a proteger la moral y dignidad de las personas». Muy preocupados los funcionarios de gobierno por la ética de la ciudadanía guatemalteca, siendo ellos, se lee entrelíneas, personas de moral ejemplar.
No nos equivoquemos, lo que quiere el Partido Patriota, los singulares políticos que nos gobiernan, es coartar la libre emisión del pensamiento. Baldetti y compañía sueñan con poner un bozal a la prensa y reprimir a los periodistas. La Vicepresidenta ha mostrado esa abominable vocación desde hace años y ha quedado manifiesta su estrategia cuando la situación lo ha requerido.
De modo que más allá del temor y temblor que dicen que les provoca la aplicación Secret, se encuentra la aspiración por alinear a la prensa con el propósito de que nadie les descubra sus mentiras, patrañas y, ahora sí, la enorme inmoralidad con la que conducen sus vida.