Francisco Cáceres Barrios
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A la aversión a las mujeres o falta de confianza en ellas se le llama misoginia, término que empleó para defenderse de las acusaciones que se le imputan a la licenciada Beatriz Ofelia de León, madre de Roberto Barreda, señalado de haber sido el culpable de la desaparición de su esposa Cristina Siekavizza hace ya cuatro años. Ella fue interrogada por periodistas después de la resolución de someterla a juicio por los delitos de amenazas y coacción en contra de Petrona Say Velásquez, quien prestaba los servicios domésticos en el hogar de la occisa, amedrentándola para que no diera ninguna declaración contraria a los intereses de su hijo.

¿A qué viene el calificativo empleado por quien no haya hecho nada para darle lustre al cargo que antes ocupó de Presidenta del Organismo Judicial, cuando a todos consta que en este caso encubrió los hechos, manipuló a medio mundo para permitir la fuga y luego su permanencia en el extranjero, en vez de que el encartado, si es que realmente era inocente, le hiciera frente a la justicia? Decir que su hijo está siendo victimizado por el sistema judicial, solo por el hecho de que ella haya ocupado un alto cargo, no es más que otra manipulación, de las que nuestros funcionarios han dado en utilizar de un tiempo a esta parte para cometer actos indebidos durante el desempeño de sus cargos, como para tratar de salir en caballo blanco después de realizados.

Por ello, repito que la manipulación ha sido uno de los grandes males en el ejercicio del poder, lo que ha provocado la mayoría de perjuicios que ahora padecemos. Porque se emplea para pretender demostrar que se está trabajando con honradez en beneficio del bien común, como también para ocultar actos anómalos contrarios a la ética y la moral. De esa cuenta, también se han utilizado a los medios de comunicación social como vehículos para satisfacer intereses y no para divulgar efectivas realizaciones. ¿O no es verdad que innumerable cantidad de veces nos han dejado estupefactos al escuchar de exfuncionarios, expresiones tales como “en mi tiempo eso no se hacía” o asegurar “que la elevada posición económica de la que ahora disfruta es producto de su honrado trabajo, antes de ocupar el cargo público en el que a todos consta hizo micos y pericos”

Fea costumbre esa de que exfuncionarios nos sigan viendo a los guatemaltecos cara de babosos, cuando lo que ha ocurrido es que ya fuera por prudencia o condescendencia, infinidad de veces preferimos callar en vez de hablar siempre con la verdad. Solo de esta manera se podrá cambiar al país, si es que en verdad lo deseamos.

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