Jóvenes por la Transparencia

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Lidia Ortega Tablas
tablas312@gmail.com
Instagram: @_tablast

 

El sistema de salud guatemalteco no es bueno, y eso no es un secreto para nadie, sino que también puede ser un riesgo para quienes trabajan en él. 

Solo en lo que va del año, las noticias alrededor de este han parecido de película, y no hablamos precisamente de una con un final feliz, sino, por el contrario, una que parece tener un final abierto y, por consecuente, uno no tan esperanzador como nos gustaría creer. 

En tema seguridad, la noticia con mayor difusión ha sido la del pasado agosto en el Hospital Roosevelt por una bomba e incluso amenazas a personal. Aunque no se limita solamente a esta. Me atrevería a decir que la mayoría de los trabajadores del sector de la salud tiene una historia en la que su integridad física y mental corrió algún riesgo. Incluso, si este tratará solo del tema de seguridad, se podría limitar e identificar esta problemática con mayor precisión.

No obstante, no se limita solo a ello, también se debe de considerar la falta de insumos, que es un enunciado tan recurrente que parece el denominador común para cada centro asistencial. Aunque no sugiera un riesgo como tal, sí que lo es, cuando llegan a fiscalizar un hospital nacional y pedir explicaciones a médicos, enfermeros, laboratoristas o cualquier otro profesional que trabaje en estos centros debido a que solicitan resultados o explicaciones que de hecho están fuera de las posibilidades con las que se cuenta en el hospital. O, peor aún, que estando estas explicaciones fundamentadas al ser personas que no son expertas en el tema, cuestionan y juzgan sin una preparación adecuada, lo que crea únicamente inseguridad y desconfianza en la población general.

Estos dos últimos temas solo son una pincelada de lo que sufre un sistema sanitario abandonado por décadas. A todos nos gustaría una verdadera seguridad sanitaria con insumos, personal y programas ejecutados con resultados. Sin embargo, cada año que pasa, con el cambio de gobierno pareciera imposible que algún día alcancemos el estándar que muchos de quienes son parte del sistema les gustaría: una población más sana, consciente y protegida. 

Lamentablemente, el sistema de salud no solo golpea a sus trabajadores sino también a quienes lo necesitan, aunque muchas veces ellos no sean conscientes de las precariedades que sufre, en donde un médico del sector público puede prescribir la receta o el laboratorio, pero el sistema no cuenta con ello. Es lamentable observar cómo cada vez el paciente se queja del personal, pero pocas veces mira más allá de aquella persona que le atiende, ya que este es un problema sistemático que necesita una solución pronta. 

Actualmente, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social está trabajando por la difusión de la información, combatiendo así al más viejo enemigo: la desinformación. Sin embargo, esto no es suficiente. Cada vez más la población no solo exige una bonita publicidad, sino cambios que sean perceptibles en todos los niveles, porque solo de esa forma se puede confiar en que está sucediendo un cambio en un sector tan abandonado como es la salud.  

No espero que el sistema sanitario se convierta en un cuento de hadas, sin embargo, sí aspiro a que deje de ser una historia de terror para todos los involucrados.

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