“Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres”. Maquiavelo.
Las pobrezas humanas están presentes en todos los ámbitos de la vida, muchas veces los individuos cambian dependiendo del lugar en el que se encuentren, y según sean las situaciones suelen adquirir una careta para parecer lo que no son, en política es una de las esferas en las que las personas son más camaleónicas.
Una noticia ha impactado en la política mundial, aunque no es un hecho acaecido en el país, quitándole la nacionalidad puede suceder en cualquier lugar y en cualquier extracto, más que nada por el fondo de la cuestión, que es precisamente en el que la humanidad observa que puede existir una diferencia entre la persona y el personaje, lo que nos hace pensar y cuestionarnos si en la vida se puede ir actuando unas veces como personas y otros como personajes, y cuál es la diferencia entre uno y el otro papel, y más aún cuál es el real y cuál no.
Un político reconocido en el progresismo a nivel internacional, que surgió como producto del momento en el que se empezó a tratar de dejar de lado lo que se llegó a conocer como la vieja política, buscando que existiera un cambio no solamente en los rostros de las personas que ejercen el poder, también la forma de actuar en la política, y fuera de ella, esto último es lo más importante.
En el 2015, se dieron movimientos sociales, debido a la alta corrupción que imperaba en muchos países, no solamente en el nuestro, y que desafortunadamente salimos de las brasas para caer en las llamas, sabíamos que nos encontrábamos ante un personaje que cambiaba de máscara, y que era muy probable que el discurso que lanzaba no fuera más que una farsa, que lo fue, la mayoría se decidió por la antipolítica, con la secreta esperanza que condujera al país hacia un nuevo camino y como nos fue.
Me llama la atención el suceso antes mencionado, que nos puede servir para analizar la hipocresía que la mayoría de las veces rodean a las personas, para convertirse en personajes, y de tanto cambiarse entre el uno y el otro, se llegan a perder entre tanto cambio, la noticia estalló hace pocos días, porque un político que se autodenominaba feminista y progresista, que iba vendiendo una imagen que se descubrió que no correspondía con la realidad, debido a esa explosión política y mediática, en la que no tuvo otra cosa que tratar de explicar su propia tragedia diciendo: “Tras un ciclo político intenso y acelerado he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona”.
Esto se puede describir, como ese desdoblamiento que suele suceder en muchos ámbitos, en los que los seres humanos, para lograr ciertos objetivos, tratan de quedar bien con tantos, que asumen personajes que en realidad no lo son, y tampoco lo serán, pero mientras logran su objetivo engañan a su entorno, y se engañan ellos mismos.
De ahí la necesidad de hacer una autorreflexión, por parte más de la clase política que de otra elite, porque son los más expuestos a la fiscalización de la sociedad, pero ante todo que madurez se tiene para enfrentar los retos que trae consigo ocupar un cargo público, asumiendo que la madurez mencionada no tiene relación con la edad, lo tiene más con la personalidad.
En nuestra sociedad exigimos de los políticos, lo que muchos en el pasado y algunos en el presente nos han quedado a deber, derivado de eso la desafección hacia lo público se sucede un día si otro también, baste ver por ejemplo los pasos a desnivel que no sirven para otra cosa que congestionar más el tráfico, esto es solo un ejemplo de la poca visión que han tenido las autoridades ediles de nuestras necesidades, sin embargo, en diciembre se ponen el disfraz de Santa Claus y regalan tamales, pero el personaje bonachón que interpretan, solamente es un engaño visual.
La capital, como muchos municipios, está colapsada, pero siguen votando en este caso, por un personaje invisible, porque así visualizo al actual alcalde de la capital.
No veamos al personaje, busquemos a la persona y si la encontramos decidámonos por la mejor, no por la menos mala.