SAN BERNARDINO, California, EE.UU.
AP

El tiroteo que dejó 14 muertos y más de una docena de heridos ayer en el sur de California consternó a muchos hispanos, que llegaron a un centro de reunión para encontrar a sus familiares y seres queridos que sobrevivieron al ataque.

Raymond Torres arribó muy preocupado al Centro Comunitario Rudy Hernández. Caminaba apurado y tenía prisa por entrar a ese lugar, facilitado por las autoridades para reunir a las personas que estuvieron en el Centro Regional Inland, donde ocurrió el tiroteo antes de mediodía.

Su hija Miriam Torres, de 27 años, estuvo laborando como trabajadora social en ese centro que presta atención a personas con discapacidades, expresó el padre.

«Ella está muy asustada pero está bien», indicó Raymond Torres. «Dijo que se escondió con sus compañeras y que está bien».

Horas más tarde, el padre salió abrazando a una muchacha con los ojos llorosos pero ninguno de los dos quiso hablar con la prensa. Otras presuntas víctimas salieron pero tampoco quisieron hacer comentarios.

Durante la tarde, muchas personas llegaron al centro comunitario por su cuenta, así como varios autobuses con gente, en los cuales venían muchos latinos, mujeres, adultos mayores y algunos niños. Varios tenían el rostro demacrado, con los ojos llenos de lágrimas. Otros iban del brazo de acompañantes, como buscando abrigo y cariño.

Testigos de lo ocurrido en San Bernardino han dicho que muchas personas se encerraron en sus oficinas y luego esperaron impacientes a que llegaran las autoridades.

En el centro de reunión, familiares y seres queridos de supervivientes fueron acogidos en un salón, donde había terapeutas y pastores ministros religiosos. También había un cuarto con comida para las víctimas y sus familiares.

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