Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Pareciera una incongruencia el título del presente artículo, pero no lo es, porque es una verdad que se vive diariamente en muchos establecimientos educativos del país y cuyo resultado negativo repercute de manera directa en la formación de los alumnos.

Ayer se conmemoró los ochenta años del movimiento revolucionario de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro, el cual dentro de los cambios positivos que introdujo en la vida de los guatemaltecos fueron en materia de educación, no solo con la creación física de las escuelas tipo Federación, también lo fue con la reapertura de las escuelas normales -que fueron clausuradas durante el régimen del presidente Jorge Ubico-, la Ley de Escalafón Magisterial y otros más.

Todo el legado histórico, legislativo y educativo de esa época ha sido heredado por las generaciones posteriores a la revolución de octubre; sin embargo, con el correr de los años se ha impuesto en el sector educativo una abulia docente promovida por la aculturación con costumbres extranjeras y tecnológicas modernas, las cuales por la ignorancia de su significado se han posicionado en el imaginario cultural de los adultos y la juventud guatemalteca.

El servicio docente decayó en sus objetivos inmediatos, mediatos y teleológicos, pues ante la falta de vocación los empleos de maestros han sido adjudicados a personas con título de maestro, pero con alma e intereses de comerciantes de la educación, es decir que desarrollan la actividad docente únicamente como el medio para recibir un ingreso monetario mensual, por lo que a la presente fecha, el mismo Ministerio de Educación revela en sus estadísticas el gran atraso educativo en materia de matemática y comprensión de lectura.

¿Por qué existe ese atraso? Pues simplemente porque la profesión docente no ha sido suficientemente buena para impartir tales conocimientos; y ¿por qué no se han impartido esos conocimientos? Porque los maestros asisten a sus aulas, pasan lista de asistencia, pero no dedican el tiempo suficiente para dar clases; se circunscriben a que los alumnos copien algunos contenidos de los libros que otorga el Mineduc mientras ellos se refugian en las direcciones de los planteles para hacer las interminables tertulias con los directores.

Por supuesto, toda regla tiene su excepción y no todos los maestros asumen esas conductas; pero cuando los maestros de las escuelas urbanas y rurales no asisten a impartir sus clases o llegan ebrios, faltan a sus labores dos, tres y hasta más días con anuencia del director quien no asume la docencia del maestro faltante, quienes pierden el tiempo son los alumnos y ello trae como consecuencia el resultado actual en materia matemática y comprensión de lectura.

En los colegios particulares los padres de familia ya saben que tienen que aportar dinero para las diferentes actividades que se programan; pero las escuelas primarias públicas ya adoptaron esa conducta y mala costumbre de pedir dinero para la realización de actividades que nada tienen que ver con el programa escolar, haciéndolo para pasar el tiempo y no impartir clases; lo mismo con los actos de graduación y después del acto de clausura la asistencia a restaurantes para lo cual deben aportar cuotas que no están al alcance de la mayoría de padres de familia.

Reitero que es necesario en el Mineduc crear la Supervisión Pedagógica para dar seguimiento real al desarrollo de las guías curriculares y/o programas de estudio, pues las labores que hacen actualmente son únicamente de carácter administrativo que no ayudan en nada a superar esa brecha tremenda en la formación de los alumnos.

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