Diseño La Hora / Alejandro Ramírez

Las prestigiosas entidades norteamericanas Americas Society y Council of the Américas (Sociedad de las Américas y Consejo de las Américas) publicaron en estos días su último informe de la serie que vienen produciendo desde hace algunos años con respecto a la corrupción en el continente y la capacidad de los Estados para combatirla. No sorprende, en absoluto, que Guatemala ocupe uno de los últimos puestos y que se remarque el notable deterioro que el país sufrió tanto en la dimensión de la corrupción como en la incapacidad para contenerla, durante el gobierno de Giammattei y Martínez.

Uno de los puntos que más llama la atención del análisis es el enfoque que hacen del tenebroso papel que juega el Ministerio Público que debiera ser la entidad a cargo de investigar los delitos de corrupción para sancionar penalmente a los responsables, pero que, según esas dos agrupaciones norteamericanas, se dedica más a perseguir a quienes denuncian la corrupción y a quienes fueron fiscales y trataron de investigarla.

Sin un fuerte Estado de Derecho y un sistema de justicia eficiente es natural que la corrupción prospere y aumente, porque cualquiera entiende que, haga lo que haga, de todos modos no será objeto de ninguna sanción. Y eso alienta a muchos a operar bajo ese oscuro modelo que se implementó hace muchos años, pero que ha ido alcanzando niveles absolutos en los dos últimos gobiernos en los que se perdió hasta el decoro de querer guardar apariencias.

Ese mismo principio usa el crimen organizado para matar, robar, trasegar y un largo etcétera.

Americas Society y Council of the Americas destacan, en contraste, el papel de la sociedad y los medios de comunicación para investigar y denunciar los actos de corrupción que florecen en prácticamente todas las instituciones nacionales. De no ser por esa constante y constructiva denuncia, el pueblo no hubiera tenido elementos como los que le llevaron el año pasado a dar un claro mandato contra los pícaros que nos han gobernado y contra todo el sistema que les protege y los alienta.

Hay que reconocer, tristemente, que el mandato claro no ha logrado producir los resultados que la población esperaba porque el control que ejercen las mafias es tan fuerte que prácticamente maniataron al nuevo gobierno y a los ciudadanos que lo eligieron con la intención de acabar con esas prácticas que empobrecen a la población. Y al día de hoy no se puede percibir ningún cambio con respecto a lo que detectaron esas entidades en el año pasado, puesto que seguimos en las mismas y el MP se niega a hacer algo con la corrupción de los últimos años.

Ese informe puede deprimir a cualquiera en Guatemala, pero también nos debe motivar a reforzar la lucha y el esfuerzo porque continuar en esta ruta es la condena definitiva para millones que hacen las cosas honradamente en busca de oportunidades.

Los diálogos para encaminar una reforma del Estado son necesarios e impostergables.

Redacción La Hora

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