Jorge Mario Andrino Grotewold
@jmag2010
En las próximas semanas en París, Francia se desarrollará la 21 Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en la cual se darán seguimiento a la Conferencia anterior llevada a cabo en Lima, Perú y en donde principalmente se fijó la meta de alcanzar un fondo verde para atacar los efectos de ese cambio climático y de las responsabilidades que cada Estado debía asumir para enfrentar este flagelo internacional. Por Guatemala, la delegación será mixta, es decir organizaciones ambientales de la sociedad civil, así como funcionarios públicos. El Vicepresidente de la República lidera al grupo.
Las distintas Conferencias desarrolladas sobre este tema, obligaron al razonamiento del sistema de Naciones Unidas a hacer determinaciones serias sobre aspectos como el efecto invernadero, las sequías mundiales, las lluvias ácidas y los elementos propios de la utilización responsable de recursos naturales en los distintos territorios. De esta tendencia también se hace responsable que uno de los temas íconos para los siguientes veinte años, en la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible dados a conocer, se encuentre el del combate al cambio climático.
Los desafíos para la Conferencia a desarrollarse en París, tienen el aditivo de encontrarse la ciudad y buena parte del continente europeo, en plena crisis de seguridad, tras los atentados terroristas del 13 de noviembre pasados, y que ha continuado con una declarada guerra no convencional entre el grupo de ISIS y los países occidentales, que pone en jaque a los organismos de seguridad e inteligencia, durante eventos como los de la Conferencia del cambio climático. Sin embargo, ni las amenazas ni los atentados han logrado disminuir la voluntad de la mayoría de los Estados para participar en una de las cumbres más importantes de la agenda internacional, especialmente porque los elementos de prevención estratégica deben guiar los pasos de los Estados para tomar acciones inmediatas que contengan las consecuencias del cambio climático alrededor del mundo, pero especialmente en aquellos como Guatemala, donde las acciones de prevención de desastres son casi inexistentes, y que la reacción es más notoria ante los acontecimientos como los deslaves ocurridos en el Cambray II.
Pero los efectos del cambio climático, devastadores en todo sentido, no se limitan a países como Guatemala, o los denominados “en vías de desarrollo”, sino también los sufren grandes potencias como Japón, China, Estados Unidos, Rusia o Europa. Cada país en su justo detalle durante las estaciones del año, han sido víctimas de sequías o crecidas de ríos, así como veranos con extraordinarias altas temperaturas e inviernos con bajas, que ponen en riesgo a personas de la tercera edad, niños(as) menores e inclusive animales. La economía misma se paraliza en algunas circunstancias, derivado de los efectos de la naturaleza que parecieran incomprensibles en los tiempos recientes, pero que tienen su fundamento en el descuido periódico, permanente y censurable de los recursos naturales que las sociedades y los Estados han realizado desde hace siglos.
Guatemala ejerce actualmente la presidencia pro tempore de la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe sobre temas socio-ambientales, por lo que la participación debe tener el suficiente éxito para que éstas políticas, de recursos naturales y las que se establezcan para combatir el cambio climático, estén alineadas a las acciones internas que realice el Estado en coordinación con sus vecinos geográficamente sensibles, así como aquellas como las de desarrollo sostenible que impulsa la ONU y cuya responsabilidad es incluyente de sociedad y gobierno.