
Nairobi,
Agencia dpa
El papa Francisco criticó hoy en Nairobi la «terrible injusticia» que obliga a millones de personas a vivir en barrios marginales, condenó la corrupción y alertó de que detrás de la radicalización se esconde un sistema internacional injusto que venera el dinero.
En el tercer día de su viaja a África, el pontífice argentino visitó por la mañana una zona de favelas de las afueras de la capital de Kenia, Nairobi. Desde el barrio de Kangemi, donde viven unas 100.000 personas se dirigió a los creyentes en una iglesia construida en madera.
Según Francisco, los responsables de la situación que viven los habitantes de los barrios marginales son las minorías a las que sólo les preocupa el poder y el dinero, pero no el bien común.
Francisco criticó la «injusta distribución de la tierra (…) los alquileres injustos por casas en mal estado» y la falta de infraestructura básica, como el abastecimiento de agua. Ese tipo de situaciones son «una consecuencia de nuevas formas de colonialismo» y de una «cultura del despilfarro», advirtió.
Además alabó los valores de la «resistencia» y la «solidaridad» en los barrios pobres, que la «sociedad opulenta, anestesiada por un consumo desenfrenado parece haber olvidado».
En un emotivo discurso, una de las vecinas del barrio pidió al papa que intercediese por los habitantes de Kangemi ante el Gobierno. «Las personas que viven en asentamientos informales en Kenia no tienen acceso al agua, a menudo está racionada, es de mala calidad o no se puede beber», lamentó Pamella Akwede.
«Negar el agua a una familia con algún tipo de pretexto burocrático es una gran injusticia, sobre todo cuando se saca provecho de esa necesidad», dijo por su parte Francisco, advirtiendo que las personas son más importantes que «el dios del dinero». Además pidió «ciudades integradas que pertenezcan a todos», basadas en el derecho a la tierra, la casa y calificó como un derecho fundamental el acceso a agua potable.
Los pobres «tienen un lugar especial en mi vida y en mis decisiones», aseguró el líder de la Iglesia católica. «Estoy aquí porque quería que supiesen que sus alegrías y esperanzas, sus miedos y aflicciones no me son indiferentes».
Esta visita, a la que el papa de 78 años llegó en papamóvil abierto, está considerada como una de las etapas más importante del viaje, ya que Francisco ha hecho de la lucha contra la pobreza una de las prioridades de su pontificado.